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entrevista

Andrés Malamud: "Trump 2 es mucho más extremo que Trump 1"

Para el politólogo, el apoyo a los nuevos líderes de derecha responde a que capitalizan el descontento popular con las élites. Más que una respuesta a las injusticias, el electorado busca que maltraten a quienes los maltrataron. "Lo que están haciendo es disfrutar del dolor de sus verdugos", explicó.

Andrés Malamud
Andrés Malamud | La Capital

Andrés Malamud sostuvo que la economía alemana, antes locomotora del continente, ahora arrastra a toda Europa a la recesión. La falta de productividad, el envejecimiento demográfico y el rechazo a la inmigración generan una crisis sin salida clara. "Están encerrados en esta trampa de la que no saben salir: no tienen productividad, no tienen hijos, reciben inmigrantes y no los quieren", analizó en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3).

Andrés Malamud es politicólogo, doctor en ciencias sociales y política.

Las elecciones de Alemania a fin de este mes... si llegara a hacer un excelente papel, mejor de lo esperado, Alternativa por Alemania, ¿serían un punto de inflexión en Europa, como una llegada del trumpismo o del elonmuskismo definitivo al viejo continente?

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—Voy a hablar de Europa con el conocimiento que traigo, pero no estoy en este momento en el campo de combate, sino en Olavarría. Son importantes las elecciones, pero más importante es lo que pasa en la economía alemana. Y lo que pasa en la economía alemana se llama recesión.

Lo que anteriormente era la locomotora de Europa, hoy es un lastre. Si vos ves la tasa de crecimiento europea, es muy mediocre y Alemania la tira para abajo. Este es el gran problema de Europa: tiene una economía cada vez menos competitiva, que perdió productividad. La política lo que hace es reflejar esta pérdida de productividad.

Pero además hay un conflicto muy conocido, que ahora acaba de explotar en la política alemana, que es: qué hacer con los inmigrantes, y en parte esto se relaciona con la economía. Europa necesita inmigrantes porque la población no se sustenta: tienen menos hijos que las personas que se mueren. Entonces, están en encogimiento poblacional, en decrecimiento demográfico. Necesitan inmigrantes, pero no los integran. Entonces, la economía los requiere pero la cultura los rechaza.

Y ahí entra la política, ahí entran las elecciones. La centroderecha, para no perder terreno ante la extrema derecha, se está tornando discursivamente antiinmigrante. El problema es que, sin inmigrantes, la economía europea andaría todavía peor. Están encerrados en esta trampa de la que no saben salir: no tienen productividad, no tienen hijos, reciben inmigrantes y no los quieren. Este es el problema europeo.

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¿Podríamos encontrar un hilo conductor entre la emergencia de Trump, la emergencia en Europa de Alternativa por Alemania y otras derechas, como la propia de Meloni y las previas con Orbán? Es decir, ¿en el sistema capitalista hay como una especie de desacople entre la economía y la democracia? No genera mejoras en la calidad de vida a las personas y, por lo tanto, hay una búsqueda hacia... no sé, ¿un sistema más autocrático, como el chino, que logra su legitimidad en que la mayoría de la sociedad sigue mejorando su calidad de vida año a año? ¿Hay una relación entre la preferencia por la extrema derecha en todas partes del mundo y el fracaso del capitalismo en poder generar distribución de la renta, en lugar de la concentración del 1 % más rico?

—Parcialmente sí. Esto es lo que hubiera pensado la izquierda tradicional: hay un problema con el capitalismo. El capitalismo concentra la riqueza y genera entonces pobres desclasados o que son de una clase social que se siente desaventajada. Pero si esto fuera así, si el problema fuera el capitalismo, la solución sería la izquierda.

Si la solución no viene por ahí, es porque hay un segundo problema que se monta sobre la redistribución, que es el reconocimiento. La gente que la pasa mal no solo siente que otros son ricos, siente que otros la maltratan, que le falta la dignidad. Porque, de hecho, lo que observamos es que los que votan a la derecha votan a los ricos también. Elon Musk, los grandes capitalistas son los que están promoviendo candidatos, los que están ganando elecciones directa o indirectamente. ¿Cómo puede ser que la gente que está mal económicamente vote a los ricos? Porque acá el problema es, además de económico, cultural.

Esto es lo que detectan los nuevos líderes de derecha. Por esto lanzan la “batalla cultural”. Ellos están peleando por valores, pero esos valores no tienen que ver solamente con los particularismos, como el nacionalismo, los aranceles o los inmigrantes. Tiene que ver con el respeto que la gente común siente que el establishment le había hecho perder. La “casta”, los que gobernaban, maltrataban o trataban mal, destrataban a los de abajo. Entonces, no es solo una cuestión de redistribución.

Si la causa fuera la economía capitalista, la respuesta sería la izquierda. Acá el problema es que los de arriba maltratan a los de abajo, no solamente que les quitan la plata.

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¿Y la extrema derecha no maltrata? ¿O no va a maltratar? A ver, el planteo sería: la solución para que esto continúe positivamente sería que se solucionen los problemas. Es decir, que mejore la calidad de vida y que se sientan bien tratados. ¿Es posible que eso lo realice la extrema derecha?

—En realidad, es más simple que eso. Lo que la gente entiende es que los respetan cuando maltratan a quienes los maltrataron. La gente vota a aquellos que maltratan a la casta, al establishment, a las élites. Lo que está haciendo es disfrutar del dolor de sus verdugos. Eso es lo que proponen los extremistas.

Donald Trump
"Lo que está haciendo la gente votando a la extrema derecha es disfrutar del dolor de sus verdugos", sostuvo el analista.

La pregunta es a tres o cuatro años. Una vez que se agote, que los que maltratan a los verdugos sean los nuevos verdugos, ¿qué es lo que viene?

—Es una excelente pregunta cuya respuesta todavía no tenemos. Porque si me hubieras hecho la misma pregunta hace uno o dos años, yo te hubiera dicho: oscilación, un péndulo. Vino Trump, perdió, volvió Biden. Vino Bolsonaro, perdió, vino Lula.

Pero ahora vemos que Lula no tiene el mismo prestigio que tenía en su presidencia y que Trump sigue potenciado. Es decir, hay un avance, no un péndulo. Si hay un retroceso es para tomar carrera. Así que es probable que lo que viene sea diferente de lo que hubo. Que se suba la apuesta. Que después contratemos a otro presidente para que maltrate al presidente anterior.

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Como decía Lenin, un paso atrás, dos adelante, pero llevado adelante desde la derecha…

—Exactamente. De hecho, Trump 2 es mucho más extremo que Trump 1.

¿Y cómo imaginas que eso va a afectar a Europa?

—Mal, pero a Europa no le afecta lo que hagan los demás, le afecta lo que le pasa a ella misma. Y lo que le pasa a Europa es que la economía no arranca, y la política no sabe cómo hacer. Y no sabe cómo hacer por esto que hablamos antes: porque la solución al problema económico es la inmigración, pero eso genera un problema político que rompe los sistemas de gobierno.

No sé si tuviste oportunidad de leer el libro Síndrome 1933, que citó el Papa en algún momento, de un periodista italiano...

—No.

Él plantea cierta similitud con ese momento y la época actual. Cuando Freud escribe “El malestar en la cultura”, el malestar de entreguerras y el malestar que se siente hoy. Muchos hablan de los ciclos, del humor social, del regreso de ideas más de extrema derecha. ¿Creés que hay similitudes con el pasado?

—Sí y no. Sí, porque hay un malestar, una insatisfacción, que es muy similar a aquella de entreguerras, Una satisfacción con lo universal, que parece que se impone sobre lo particular, los globalistas que se imponen sobre nuestra nación, los inmigrantes que traspasan nuestras fronteras, los bienes que entran sin aranceles y entonces destruyen nuestra industria.

¿Cuál es la diferencia? Y esto es clave: la demografía. Hoy tenemos sociedades más viejas. Las guerras las hacen los jóvenes, las grandes revoluciones las hicieron los jóvenes. Hoy tenemos la misma satisfacción en sociedades envejecidas, por lo tanto, la respuesta probablemente no será bélica. Hay alguna violencia, pero se manifiesta de otra manera, con el endurecimiento de fronteras, con gobiernos incrementalmente más autocráticos. No con totalitarismos a lo Hitler y Mussolini. Eso solo pasa cuando hay sociedades con jóvenes enardecidos. Y hoy los jóvenes enarbolan el teléfono, no la pistola.

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¿Qué papel le asignás a China en todo esto? Que, como decía al comienzo, está legitimado su sistema porque hasta ahora le viene produciendo ventajas económicas y de calidad de vida a su población. ¿Creés que hay algo, por ejemplo, que justifica a Trump al ser Xi Jinping un líder autócrata y que eso le da ventajas competitivas?

—Bueno, esto es interesante porque, históricamente, la democracia fue más eficiente que los regímenes no democráticos. Pues la democracia era más efectiva para administrar información descentralizada.

Moscú no sabía lo que pasaba en los extremos del territorio, porque no había señales ni de mercado ni de electorado, porque las elecciones no eran libres, si es que había, solo elegían dentro del Partido Comunista. Y porque el mercado no funcionaba, había planificación centralizada. Pero China no tiene ese problema, porque con la tecnología sustituye las señales del mercado y de la democracia. El Gobierno chino sabe todo y a veces lo sabe antes que los propios electores o consumidores. Es la primera vez en la historia que hay un sistema no democrático que sería más eficiente que la democracia para administrar información descentralizada. ¿Cómo se combate contra esto? No se sabe. Las democracias están buscando la vuelta. Por supuesto que la tecnología es clave.

Así como la tecnología ayudó a las autocracias, también puede ayudar a las democracias. Es lo que estamos tratando de descubrir con la inteligencia artificial, pero los mismos productores de inteligencia artificial pidieron una moratoria, porque están asustados y no saben hasta dónde y con qué consecuencias podemos seguir desarrollando esta tecnología. Así que es una pregunta fundamental, cuya respuesta no conocen ni los que están inventando el futuro.

FM CP