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MODO FONTEVECCHIA
Cercanía en los inicios.

Amigo y fundador de LLA: "Los homosexuales del grupo jamás recibimos ningún comentario fuera de lugar de Javeri Milei"

"Jamás recibí un chiste de mal gusto por parte de él", sostuvo Alvaro Zicarrelli, quien es parte de la comundiad LGBTQ+, rechazando la estigmatización hacia Milei como un "monstruo homofóbico".

Álvaro Zicarelli
Álvaro Zicarelli | Facebook Álvaro Zicarelli

Álvaro Zicarrelli conoció a Milei en 2016 y lo acompañó en su salto a la política, pero al llegar a la presidencia, se distanció debido a la influencia de nuevos personajes en el entorno presidencial que consideró "nocivos". A pesar del alejamiento, aclaró que "nunca hubo una discusión que rompiera la relación". El consultor político y parte de la comunidad LGBTQ+ defendió a Milei en relación a las acusaciones de homofobia tras sus dichos en Davos. "Jamás recibí un chiste de mal gusto por parte de él" señaló en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio Amadeus (FM 91.1).

Álvaro Zicarelli es analista internacional, fue director de las Naciones Internacionales y asesor de política exterior de la ex vicepresidenta Gabriela Michetti, de Elisa Carrió y de Javier Mieli en su etapa como Diputado.

Dado que usted fue uno de los fundadores de La Libertad Avanza, amigo de Milei, por lo menos lo era en aquel momento, nos gustaría que nos cuentes tu relación personal con el Presidente.

A Javier Milei lo conozco desde fines del 2016, en términos netamente humanos y, por supuesto, también de compartir espacios académicos y en fundaciones de corte liberal. Lo mismo para con su hermana. A partir del momento en el que él decide dar un salto a la política, y muchos de nosotros no encontrábamos en lo que quedaba de Juntos por el Cambio una representación liberal de centroderecha y que enfrente al entonces Gobierno de Alberto Fernandez con más firmeza, bueno, decidimos acompañarlo a la fundación de movimiento LLA junto a Eugenio Casielles, Ramiro Marra, Santiago Caputo y otros influencers más. Al día de hoy, el distanciamiento que tengo con el Presidente, no sé los motivos. Nunca se me manifestaron, ni se me dio la posibilidad de una réplica personal con él o con su hermana, pero no fue en malos términos. Nunca hubo una discusión que rompiera la relación ni la hiciera irrecomponible.

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¿Cuál es su conjetura de que, no solamente usted, sino que muchas personas que ayudaron a MIlei en sus comienzos no continuaron cuando llegó a Presidente?

Yo formalmente dejé de participar como asesor en política exterior del hoy Presidente, a principios del 2023. Los únicos indicios que yo tengo, es que operaron otros intereses de otros personajes que hoy forman parte del elenco gubernamental. No tengo pruebas pero tampoco dudas, como dirían algunos. Principalmente, en ese momento, operaba un personaje que era muy nocivo para el propio presidente y su proyecto, que es el hoy Senador Carlos Kikuchi, junto con algún que otro personaje que forma parte del bloque de diputados nacionales. En particular, dos legisladoras nacionales que, por lo que me dicen, operaron sobre el presidente y sobre su hermana, informándole cuestiones que eran hasta del nivel de la ciencia ficción. Que demuestran esos vicios que forman parte de la política, sea el espacio que sea. Esto en lo mío, en lo personal. Después, bueno, cada uno de los otros fundadores tendrán sus razones para explayar.

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Déjeme hacer una conjetura a mí. Usted me confirma si es plausible o no. ¿Puede ser también que una de las necesidades de dejar atrás a los compañeros de la primera etapa sea porque a lo mejor lo que se tiene que llevar adelante en el momento que se es presidente no sean las mismas ideas que se tenían en el comienzo?

Yo creo que quizás más que no las mismas ideas, sino sumar otras. Sumar otras en una instancia en donde se pasa de la oposición al gobierno, y a un gobierno que ya desde la campaña anunciaba que iba a implementar reformas radicales durísimas. Se buscó quizás gente más con una actitud táctica que de ofrecer pensamiento crítico. Es decir, alguien que cumple órdenes más que brindar asesoramiento. Y yo lo respeto, porque es la política. Y esto no se vio solamente con el gobierno de Javier Milei, se vio con todos los gobiernos de la democracia, unos quizás más excéntricos en sus formas de expresarse y otros menos. Pero la coordinadora lo fue con Alfonsín, la Cámpora lo fue con el kirchnerismo, lo hubo también con grupos obsecuentes en el menemismo, en el macrismo, el equipo del ex jefe de gabinete Marcos Peña que también nucleaba un grupo de influencias y tuiteros, de que si uno aplicaba la más mínima crítica al gobierno de Macri, te cortaban la cabeza. Digo, esto siempre existió. Lo que pasa que, claro, estamos ante un gobierno que lo expone de una manera, hasta podríamos decir, desmesurada, pero que no me parece muy distinto a lo que ya ha pasado.

Pocos presidentes, casi que ninguno, pasaron en dos años de diputado a presidente. ¿Puede ser que, al no tener aún el poder, las relaciones eran más horizontales, y que al llegar al cargo, como en el caso de Milei, se necesite una mayor verticalidad, cambiando la dinámica con quienes lo apoyaron desde el principio?"

Me parece que es una condición propia del fenómeno de los outsiders, no de la política. Cuando son realmente outsiders y que nunca han estado vinculados ni con la política tradicional ni con la gestión, esa horizontalidad que usted plantea, es cierto. Teníamos un grupo humano muy unido, con mucho afecto entre nosotros. Y ahí, en esto quiero ser tajante, jamás en los años que lo conozco, y no voy a nombrar a otros, el grupo de individuos con una condición de homosexuales como yo, que hemos convivido con él en muchísimos ámbitos, hemos recibido siquiera un chiste de mal gusto por parte del hoy presidente.

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Por eso cuando escucho que el presidente se ve atravesado por una fobia o por un malestar y una tirria irracional contra los homosexuales, realmente yo y tantos otros podemos decir que no lo hemos vivido, pero ni siquiera con el chiste básico que se hace en una sobremesa. Jamás. Todo lo contrario, estaba muy preocupado, por ejemplo, sobre mi vida afectiva, en el sentido de que él quería que yo pudiera conseguir, por ejemplo, una pareja, que pudiera estar feliz. Hasta me preguntó si yo quería ser papá. Por eso cuando hoy escucho toda esta estigmatización, como si fuera un monstruo homofóbico, tengo que, por una cuestión de buena fe intelectual, rechazarlo. Volviendo a lo que usted plantea, efectivamente parece que él se vio obligado a crear una horizontalidad y unas jerarquías que lo obligan su rol de jefe de estado. Ahí es donde después yo puedo entrar en la crítica sobre si esa jerarquía, si esa verticalidad, se aplica con un criterio totalizante o con un criterio pragmático y más realista, que es el que yo adhiero.

O sea que ese autoritarismo es una formación reactiva a la debilidad. Es decir, que el outsider, como no tiene las credenciales, necesita sobreactuar la fortaleza que no le da su trayectoria en el cargo.

En primer lugar, yo no creo que el presidente sea un totalitario. Creo que es una persona que ejerce, no con puño de hierro, su gobierno. Como tantas veces lo hemos visto en democracia en Argentina, en el caso de él, doblemente obligado, como usted plantea, por su condición de outsider. Claramente no es un mecanismo. Yo creo mucho en el teorema de Baglini y yo creo mucho en la construcción de identidades ideológicas firmes, sin culpa, pero dentro de la democracia, con capacidad negociadora. Y eso, obviamente, es lo que también me genera muchas críticas por parte del elenco digital del gobierno, al que me acusan de tibio.

Entonces es una de cal, una de arena. Por un lado entiendo por qué, por el otro digo, se podrían aplicar o activar mecanismos negociadores que amplíen la base, no solo electoral, porque tampoco hay que caer en eso que cayó mucho el kirchnerismo y también, desgraciadamente, el equipo de Marcos Peña, de ser extremadamente electoralistas, y después, bueno, cuando estemos en la gestión, vemos qué hacemos en la construcción de consensos. Yo creo que la democracia, y la democracia republicana, necesita de mecanismos de consensos, con los que más piensan como nosotros, y también con aliados circunstanciales, frente a reformas que son muy necesarias para el país.

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Ya que usted tocó el tema, entonces, ¿por qué cree que, si él tenía tanto respeto por la diversidad de géneros, dijo lo que dijo en Davos?

Ahí voy a diferenciar dos cuestiones. Una parte en favor del discurso, y una crítica. En favor del discurso, es que yo adhiero al 100% a la denuncia que hace el presidente de la Nación, no solo en Davos, sino en casi muchas de sus alocuciones, en contra de las expresiones más extremas de esto que se va a llamar el movimiento woke, referenciado en grupos del autollamado colectivo LGBT y de El feminismo de la cuarta ola, que son claramente radicales. Defienden cosas como, por ejemplo, la hormonización puberal o la migración genital en menores. Ni hablemos de normalizar la práctica siniestra y criminal de la pedofilia como una práctica afectivo-sexual natural. En eso yo estoy totalmente de acuerdo con el presidente. Lo que estoy totalmente en desacuerdo, pero se lo diría como una crítica a la estrategia de comunicación del presidente, es haber utilizado un dicho descontextualizado, que generó dos cosas. Uno, el fracaso natural de una estrategia de comunicación, es que tenes que explicar después tres veces lo que quisiste decir. Y segundo, es haberle dado a los adversarios del presidente un motivo para reinstalar algo que es falso, que es un homofóbico.

Como consultor en política internacional, ¿qué lectura hace del triunfo de Trump? ¿Qué lectura hace de la emergencia del tecnocapitalismo con personas como Elon Musk, como “Magna cum laude” y de la relación del hoy presidente Javier Milei con ellos?

Sobre el regreso del presidente Donald Trump, creo que hasta los analistas políticos adversarios de él reconocen que ha sido la vuelta política o el retorno político más extraordinario de la política norteamericana de los últimos años. Ya sea porque, revertió sus estrategias de campaña, a diferencia de las del 2016, y lo mismo ahora, más allá de que podemos discutir si son buenas o malas las medidas, claramente se ve un Donald Trump que ha aprendido mucho de su primera gestión, que conoce mucho más la botonera del estado, que conoce mucho más hasta cómo definir el perfil de sus funcionarios y sus miembros del gabinete para que puedan afrontar la gestión día a día.

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Después podemos discutir las políticas públicas, pero claramente lo que veo es un Trump más político y más gestor, y eso me parece que es un activo positivo. Yo siempre digo que el Donald Trump de hoy, para mí, es el mejor heredero del mejor Richard Nixon, del Richard Nixon pragmático, del Richard Nixon que busca incluso proyectar una imagen de loco, pero con esa obligar a los adversarios a replegarse a la mesa de negociación y después, en la mesa de negociación resolver los conflictos. Ahora, yo lo que le pediría al presidente Javier Milei, al que en lo personal sigo apreciando muchísimo y que espero le vaya muy bien, por el bien de la Argentina, es que justamente emule ese pragmatismo de Donald Trump. Esa capacidad de haber negociado, hasta incluso con el establishment de su propio partido, que no es nada más ni nada menos que también emular el mejor pragmatismo de su tan admirado Carlos Saul Menem.

Elisabeth Werger: ¿Tu cuestionamiento al entorno de Milei, está relacionado con el entorno más cercano al presidente, como el Triángulo de Hierro, la política comunicacional del gobierno o el proceso de toma de decisiones dentro del mismo?

Es un poco todo, pero en realidad no lo quiero personalizar, porque incluso las dos personas, los dos vértices que componen, junto al presidente, ese triángulo, son personas a las que también le tengo mucho afecto. Santiago Caputo también lo conozco hace muchos años, hemos trabajado en diversas circunstancias a través de su consultora, y es una excelente persona. Y creo que muchas cosas, por ejemplo, la secretaria general de la presidencia, y el asesor presidencial Caputo, aciertan en torno al control de la gestión, al control del cumplimiento de las metas de lo que se ha prometido electoralmente, e incluso también en la capacidad de generar que un gobierno de minoría tenga una iniciativa política como nunca se vio. Eso es extraordinario.