Alfredo Serrano Mancilla declaró que aun bajo un contexto judicial, la figura de Cristina Fernández de Kirchner “es parte de la centralidad política en la Argentina desde hace mucho tiempo” y cuestionó el futuro del PRO como espacio: En diálogo con Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3), el asesor político también comparó a Donald Trump con Javier Milei y destacó las diferencias entre sus programas políticos: “Es paradójico que Milei haya celebrado la victoria de Trump”.
Alfredo Serrano Mancilla es economista, asesor político y director ejecutivo del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG). Como investigador, desarrolló trabajos en distintos países de América latina.
¿Hay algo de las “segundas partes” que pueda entusiasmar a Cristina, a pesar de que todo parece indicar que va a estar inhibida por la justicia para hacerlo?
A diferencia de Donald Trump, Cristina tiene mucho más tiempo en la política. Su trayectoria en la política es muy extensa, habiendo sido electa por múltiples cargos, como senadora, diputada, presidenta, vicepresidenta y ahora presidenta del Partido Justicialista.
Más allá de una segunda parte, la figura de Cristina Fernández de Kirchner es parte de la centralidad política en la Argentina desde hace mucho tiempo. Ella tiene uno de los rasgos característicos de los grandes líderes y lideresas, que es no se van cuando aparecen los momentos complicados. Esto es algo que sucede en una tendencia ideológica y en otra. Es interesante como algunos huyen rápidamente cuando aparece el momento más difícil.
En esta situación hay una doble complejidad: el momento no bueno por el que viene pasando el Partido Justicialista y el momento no bueno que atraviesa el país gobernado por Javier Milei. A pesar de que él pregona unos indicadores, la realidad y los datos señalan todo lo contrario.
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Las condiciones de posibilidad también son mayores por la longevidad. Hace 20 años era inimaginable que un presidente tuviera 80 años.
Absolutamente. También hay rasgos particulares de la preparación y las capacidades físicas y técnicas que tienen los equipos a su alrededor. Obviamente hay un contexto judicial que limita a Cristina Fernández de Kirchner.
Curiosamente, también ha habido un contexto judicial en Estados Unidos, que si no fuera por las reglas singulares de Estados Unidos, Donald Trump no podría haber sido candidato a presidente. De hecho, en breve puede que sus sentencias se vuelvan firmes. El propio Lula no pudo presentarse a una instancia electoral por estar condenado y después de haber sido redimido judicialmente.
Efectivamente, eso es una limitación. Más allá de la estricta limitación de si es o no candidata, me parece que lo interesante es cómo la figura política es parte de la centralidad. Habría que redefinir el mérito que tienen este tipo de figuras, más allá de las pasiones. En cambio, Javier Milei recién está dando los primeros pasos en la política. Los casos de CFK, Lula, Trump o Andrés Manuel López Obrador (AMLO) me merecen mucho respeto.
Más allá del respeto que puedan merecer, ¿es bueno o malo para la política que exista una continuidad de la misma persona ocupando la centralidad política? ¿Inhibe la generación de nuevos liderazgos?
Ese es un gran dilema que tiene muchos pros y muchas contras. La gran ventaja de tener mucho tiempo y haber atravesado distintas situaciones es la experiencia, el know how y la capacidad para saber cómo hay que resolver y afrontar situaciones.
La juventud es un valor muy positivo por muchas razones, pero la falta de experticia puede traer problemas. El caso de Boric en Chile me parece un buen ejemplo para entender cómo un gobierno joven a veces es atropellado por la falta de experiencia. También es cierto que se pueden arrastrar círculos viciosos del pasado.
Por poner un contraejemplo, Andrés Manuel López Obrador tuvo elecciones presidenciales en el 2006, antes fue alcalde de Ciudad de México y luego fue presidente durante el último sexenio. Este caso indica que ha sido satisfactoria la experiencia acumulada, pero hay casos y casos.
En el caso de Argentina, creo que Cristina Fernández de Kirchner muestra permanentemente una suerte de aggiornamento y de actualización de sus contenidos. Siempre tiene un intento de debate técnico y académico que genera un enriquecimiento del debate público. Hablar sobre la sanidad pública, el bimonetarismo, las discusiones de la macroeconomía y el endeudamiento es lo que hace falta en la Argentina.
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En EE.UU se planteaba una elección pareja entre los dos contendientes y terminó siendo mucho más despareja a favor de Trump. ¿Son confiables las encuestas? ¿Indican algo?
Las encuestas son los medicamentos: hay que leer el prospecto. Hoy en día estamos, los grandes titulares eclipsan los matices de casi todo y de las encuestas precisamente.
Es probable que la diferencia entre Donald Trump y Kamala Harris en términos de intención de voto acabe entre 1 y 2%. Lo que pasa es que nos quedamos con el mapa del martes a la madrugada, cuando la diferencia era mayor. También nos quedamos con el mapa final, principalmente rojo, pero como sabemos, hay una regla en 48 de los 50 estados que indica que el que alcanza la mayoría gana el total de los representantes del Colegio Electoral.
Si sigo mirando las encuestas, la mayoría daban esa victoria por la mínima de Donald Trump. Si gana por 1 o 2%, estaríamos dentro de los márgenes de error que son una de las contraindicaciones de cualquier encuesta. Esto no significa que las encuestas valgan para todo. De hecho, las encuentras en EE.UU subestimaron el voto a Trump en 2016, en 2020 y este año.
Las encuestas son herramientas útiles, pero no pueden ser el sustituto del resto de análisis. Hoy en día se han convertido en una suerte de bien de entretenimiento, y no sólo para la población en general, sino incluso para los líderes de la política, que las consumen de manera compulsiva sin leer la letra chica.
Recomiendo un artículo de Kiko Llaneras en El País de España, que es sumamente sutil y riguroso en los análisis de encuentra, en el que plantea que él mismo indicó que la victoria iba a ser por la mínima. Es cierto que se ha subestimado a Trump, pero sólo un poco. Cuando veamos el resultado del escrutinio final, que todavía no finalizó, vamos a ver una diferencia parecida en términos de intención de voto.
Hay un fenómeno muy poco estudiado de las encuestas que es la tasa de rechazo. Cada vez, menos gente contesta las encuestas. Las encuestas telefónicas son las que tienen la tasa más alta, con el 90%, y son las más baratas y veloces. Eso condiciona la interpretación de los resultados, pero si uno lee con cuidado y en tendencia, en vez de en híper precisión de un dato, pueden ser útiles como algo complementario.
Alejandro Gomel: ¿Qué modificaciones se les podría hacer a las encuestas?
Hay muchas cuestiones de lo metodológico que deben ser discutidas. Por ejemplo, me sorprende que los encuestadores no publiquen la tasa de rechazo, porque es importante saber si el entrevistado ha necesitado encontrar a 10.000 personas para que le contesten 2.000. También creo que el tipo de pregunta puede ser modificado.
Luego, creo que el grado de urgencia debería revisarse. No confío mucho en las encuestas que son de 48 horas porque están fuertemente estacionalizadas. Es mucho más interesante tener un campo mayor.
Además, son mejores las encuestas presenciales que las telefónicas porque permiten un diálogo más abierto. Pierre Bourdieu decía que lo peor de las encuestas es cuando le preguntan a la ciudadanía cosas que nunca se han preguntado. Es importante repensar ese tipo de cuestiones, principalmente porque se han convertido en un arma y cualquiera dice lo que le conviene.
Al mismo tiempo, no fallan tanto. Hemos hecho un estudio recopilando todas las encuestas de los últimos 10 años publicadas en América latina, y en Uruguay, por ejemplo, los resultados eran parecidos y con márgenes de error comprensibles.
AG: ¿La centralidad de Cristina tiene que ver con que no aparezcan figuras nuevas en el peronismo?
Por un lado, sí creo que hay figuras nuevas, como Axel Kicillof. Él tiene un cargo institucional sumamente importante en la Argentina, volvió a ganar las elecciones de la provincia de Buenos Aires y es una figura de talla nacional e internacional. Juan Grabois también tiene una notoriedad en la agenda pública relevante.
Pero esta ecuación es una de difícil respuesta porque cuando hay una figura de la envergadura de Cristina Fernández de Kirchner, o como la de AMLO, Evo Morales, Rafael Correa o Angela Merkel, se hace más difícil la aparición de otros liderazgos.
Me imagino que la figura de Leo Messi en el Barcelona, con jugadores como Xavi e Iniesta, no permitía que emergieran otros. Hasta que esas viejas glorias no se fueron, otros no pudieron surgir. En la política argentina estamos en un impasse interesante de renovación generacional. En España por ejemplo, ese cambio se dio hace 12 años, y en Argentina estamos en ese momento.
Elizabeth Peger: A diferencia de Cristina, que emerge como la principal referente de la oposición, Mauricio Macri parece tener un escenario un poco más sombrío…
Macri está en el impasse de ser fagocitado o no por otra fuerza política. Además, por las características propias de Mauricio Macri, tiene mayores deficiencias en términos carismáticos, de contenido y de defensa de las ideas.
Con la presencia de un gobernante como Milei, que no deja debate sin debatir, y con parte de su gente más cercana en la primera línea del actual Gobierno, estamos ante algo que va a ser definitivo para saber si el macrismo terminó y formará parte de una corriente libertaria heterogénea.
Javier Milei es una paradoja. Fue el hijo del desorden político argentino y una consecuencia del caos de la crisis de representatividad política en la Argentina, y a la vez, el padre de un nuevo orden político. Están los mileistas o los antimileistas, y hablo programáticos e ideológicos.
Noelle Neumann planteaba la idea del carro del ganador, que decía que las personas adaptan su discurso a lo políticamente correcto en las encuestas. ¿Cuántos de los que responden hoy adaptan sus pensamientos al humor de época?
Muchísimos. La clave está en cómo se arma el cuestionario para evitar ese sesgo de ganador y de victoria de época. Es usual que la gente responda por lo políticamente correcto, por el sentido común dominante, por un sesgo de conformidad y por el espiral del silencio.
Si usted le pregunta a la mayoría de la sociedad argentina si está en contra de la dictadura militar, el 90% diría que está en contra. En cambio, si se empiezan a discutir los pormenores de ese momento histórico en cuestiones de conflictos políticos, las respuestas serán otras.
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Cuando uno pregunta si está de acuerdo con la política de derechos humanos en términos genéricos, la mayoría responde que sí. Pero si se discuten las tesis de Villarruel, empiezan a haber debates con muchos más matices. Para evitar una respuesta del deber quedar bien, hay que intentar esquivarlo con cuestionarios mejor conformados.
Ayer, en el diario Clarín, el columnista Borensztein marcaba que hay más puntos en contacto entre Trump y Cristina que entre Trump y Milei. ¿Qué crees?
Yo creo que Trump y Cristina no tienen absolutamente nada que ver, más allá de una conciencia genérica sobre el proteccionismo. A partir de ahí, habría que definir todo lo que es proteccionismo. Es paradójico que Milei haya celebrado la victoria de Trump porque sus modelos económicos son diferentes.
De hecho, creo que los poderes del modelo económico de Milei han tenido sus propias interpretaciones. Los industriales que defienden a Milei piden que copie el modelo proteccionista arancelario de Trump, mientras que Milei plantea uno aperturista.
Además, Javier Milei es mucho más global en términos identitarios y no tiene un discurso nacionalista porque creo que busca una inserción global. Donald Trump está planteando lo contrario y eso sí llama la atención. También es verdad que Trump lleva 10 años en la política y Milei sigue siendo un principiante.
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