Juan Carlos Pinto, médico clínico con más de cuatro décadas de trayectoria, fue quien tuvo la difícil tarea de informar a la familia de Diego Armando Maradona sobre su fallecimiento. Después de los intentos por reanimarlo, aquel mediodía del 25 de noviembre de 2020, se dirigió hasta donde estaban sus hijas Dalma, Gianinna y Jana, junto a la exesposa Claudia Villafañe, para comunicarles la noticia.
“Empezaron a decir que no, que había que llevarlo a una clínica. No podían aceptar que había muerto”, relató Pinto durante su declaración ante los jueces Maximiliano Savarino, Julieta Makintach y Verónica Di Tommaso, del Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N° 3 de San Isidro.
Pinto fue el primer profesional en llegar al domicilio del lote 45 en el barrio privado San Andrés, en Benavídez. Allí, respondió a un llamado de emergencia por código rojo y encontró a Maradona recibiendo maniobras de reanimación por parte de la enfermera Dahiana Gisela Madrid (44), el custodio Julio Coria y el vecino y médico Colin Campbell Irigoyen (48).
“Entramos a la casa, una persona le hacía compresiones en el pecho y otra respiración boca a boca. Desplegamos nuestro equipo en la cama y continuamos con la reanimación. No le pudimos hacer una traqueotomía porque tenía mucha rigidez y cuello corto. Vimos que no tenía actividad eléctrica pero por protocolo se sigue dando oxígeno. Hicimos 20 minutos más de reanimación pero el paciente tenía signos de muerte, así que frenamos el protocolo”, recordó.
Consultado por el abogado Nicolás D'Albora, defensor de Nancy Edith Forlini, la coordinadora de la prepaga, sobre una diferencia en su testimonio durante la investigación, Pinto aclaró que la rigidez cadavérica la notó después de aproximadamente 40 a 45 minutos de reanimación.
Luego de confirmar el fallecimiento, salió de la habitación para informar a los familiares de Maradona, quienes aguardaban en el parque, según coincidieron los testigos presentes. Al ver la incredulidad de la familia, Pinto decidió ingresar nuevamente al cuarto.
“Volví a entrar. Había siete médicos de otras ambulancias. Estuvimos reanimándolo unos 10 minutos hasta que salí y les dije 'ya está muerto, no hay otra cosa para hacer'”, expresó.
Los profesionales de la salud que participaron en la reanimación establecieron el horario de fallecimiento alrededor de las 13:15. “No es la hora que murió el paciente sino la hora que yo determino que está muerto”, precisó Pinto.
Pinto fue quien firmó el certificado de defunción a las 13:15, al tiempo que le comunicó a la familia la triste noticia: "No querían aceptar que había muerto", relató. El médico señaló que utilizó un desfibrilador para reanimarlo, pero no tuvo éxito.
"Hacía rato que estaba muerto. Más de dos horas aproximadamente. Lo digo por varias razones: por los signos de rigidez que tenía, su postura cadavérica, que se hace más manifiesta a partir de las dos horas, y porque tenía manchas cadavéricas en la espalda", expuso.
Durante la cuarta audiencia en los tribunales de San Isidro, también brindó su testimonio Colin Campbell Irigoyen (48), cirujano y vecino del barrio privado San Andrés. Campbell Irigoyen fue el primer médico en llegar a la casa que habitaba Maradona ya que vivía en una casa cercana a la del exfutbolista.
"Llegué, le estaban haciendo maniobras de reanimación y me sumé con un tensiómetro y un estetoscopio. Ya estaba muerto desde hacía un par de horas", sostuvo Campbell Irigoyen, quien era vecino de Maradona en el country San Andrés, de la localidad de Tigre. Además, fue el primer facultativo que arribó a la residencia donde se encontraba el exjugador. "Lo vi frío y no reaccionaba a nada", agregó el médico.
Campbell Irigoyen habría llegado al lugar a partir de una llamada del psicólogo Carlos Díaz, quien es uno de los siete imputados por el presunto homicidio simple con dolo eventual de Maradona. Díaz se había contactado con la guardia para averiguar si había un médico en el barrio cerrado que se pueda acercar y revisar al '10'.
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