El presidente de Rusia, Vladimir Putin, sobrevivió a un intento de asesinato poco después de comenzar su guerra en Ucrania el pasado 24 de febrero, según afirmó el jefe de la inteligencia ucraniana, Kyrylo Budanov.
El funcionario dijo que Putin fue “atacado... por representantes del Cáucaso”, una región que incluye Armenia, Azerbaiyán, Georgia y partes del sur de Rusia, “hace unos dos meses”. Y si bien fue “un intento absolutamente fallido, realmente sucedió...”, aseguró Budanov.
El intento de magnicidio (el quinto que tiene como blanco a Putin de los últimos 20 años) “no tuvo éxito” y “no hubo publicidad sobre este evento, pero se llevó a cabo”, afirmó el jefe de los espías ucranianos, quien sin embargo no lo vinculó con la guerra contra Ucrania.
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Los temores de Putin de ser víctima de un asesinato crecieron en los últimos tiempos, ya que tiene tiene muchos enemigos bien establecidos en la región por conflictos anteriores.
Unos años atrás, el líder ruso le dijo al cineasta Oliver Stone que hubo cinco intentos de asesinato en su contra, y que la única razón por la que está vivo es porque se ocupa personalmente de su propia seguridad.
Putin se desplaza con su propio escuadrón de francotiradores, cuya función es “localizar a los tiradores y matarlos antes de que puedan apretar el gatillo contra el presidente”, según The Sun.
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"Hago mi trabajo y los oficiales de seguridad hacen el suyo y todavía se desempeñan con bastante éxito", dijo Putin, de 69 años, en el documental de Stone.
Se cree que el presidente ruso se obsesionó tanto con la idea de que alguien lo matara que está gobernando directamente desde un búnker secreto del que solo sale para actividades de alto nivel.
Y dentro del bunker, la vigilancia no hace más que intensificarse.
Paranoia y soledad en el búnker secreto
Los conocedores aseguran que los integrantes de la guardia privado de Putin, contratados para protegerlo, son los únicos a los que se les permite acercarse físicamente lo suficiente dentro de su residencia secreta.
Ex espía de la KGB (el servicio secreto soviético), Putin conoce bien los métodos de espionaje y asesinato.
Desconfiado, contrató a un equipo de personas cuya misión es probar su comida antes de comerla, convencido de que podría estar envenenado, y ordenó guantes especiales para proteger su piel de una posible exposición a sustancias asesinas.
Incluso el momento de su baño matutino diario ya no es sagrado, ya que su equipo debe analizar el agua varias veces al día para verificar si hay niveles químicos sospechosos.
En abril, Putin apareció escoltado por un funcionario que cargaba el “maletín nuclear”, con el que puede lanzar un ataque de forma remota, al funeral de un político de extrema derecha.
Los dolientes fueron retirados de la sala cuando ingresó a presentar sus respetos, en una movida que, según observadores, demostró su temor a ser asesinado.
Desde el inicio de la invasión a ucrania, “Putin pasa gran parte de su tiempo solo, meditando sobre la guerra y pensando en una estrategia sobre el terreno, lo que es alarmante para Rusia porque la historia nos dice que esto es exactamente lo contrario de lo que debería estar haciendo”, dijo Mark Galeotti, profesor de la Escuela de Estudios Eslavos y de Europa del Este de la University College London y autor de 24 libros sobre Rusia, incluida una biografía de Vladimir Putin.
“Putin no tiene absolutamente ninguna experiencia militar significativa, a pesar de que (como muchos políticos) no puede pasar un tanque o un avión de combate sin hacer una pausa para una sesión de fotos”, dijo Galeotti. “Es más un fanboy militar que un genio militar”.
A la hora de trabajar, los principales ministros principales, los asesores y los ayudantes con los que solía consultar con frecuencia deben mantenerse a distancias exageradas. Las reuniones ya no se pactan con anticipación, y se deciden sobre la hora, y generalmente realiza videoconferencias en lugar de los encuentros cara a cara, ya que le da control sobre lo que escucha y lo que no.
Crecientes amenazas: de la muerte de Putin se habla dentro y fuera del Kremlin
En marzo, el exjefe de las Fuerzas Armadas británicas Richard Kemp dijo que la OTAN y sus aliados occidentales “no deberían descartar” la posibilidad de asesinar a Putin para acabar de una vez tanto con la guerra como con su régimen.
El coronel Kemp, que comandó las tropas británicas en Afganistán, dijo que Putin representa una “amenaza permanente y mortal” para el mundo y asesinarlo podía ser un acto “desagradable”, pero podría ayudar a salvar miles de vidas.
“La OTAN debería considerar todas las opciones para sacarlo del poder. Eso incluiría matarlo, aunque no es probable que sea viable o deseable”, opinó.
Finalmente, a principios de mayo, el ex general estadounidense Jack Keane dijo que Putin está “desesperado” por permanecer en el poder y que “hará cualquier cosa” por aferrarse al gobierno porque está seguro de que su sucesor querrá asesinarlo.
En el Kremlin, muchos altos funcionarios se animan a deslizar, anónimamente, que el presidente ruso está “en peligro real” de ser aniquilado por altos mandos militares, de inteligencia y de seguridad por el catastrófico desempeño de Rusia en la guerra de Ucrania.
ds