Este domingo 24 de noviembre el aire en Uruguay estará cargado de expectativa. Las urnas volverán a abrirse, y dos nombres acapararán todas las miradas: Yamandú Orsi, del Frente Amplio (FA), y Álvaro Delgado, del Partido Nacional (PN). Tras una primera vuelta donde Orsi se alzó como el más votado con 44% de los sufragios (1.071.000 votos), y Delgado quedó relegado con 26,8% (655.000 votos), el país se prepara para un duelo decisivo.
El 27 de octubre pasado, el Frente Amplio celebró no sólo la victoria de su candidato, sino también el haber alcanzado la mayoría parlamentaria en el Senado. Sin embargo, a pesar del notable crecimiento de cinco puntos respecto a 2019, aún le falta cruzar la línea de llegada. Para Orsi, el desafío está en conquistar cerca de 80.000 nuevos votos que lo catapulten a la Presidencia. En cambio, Delgado se aferra al apoyo de los partidos aliados que integran la coalición gobernante, como el Partido Colorado, que logró 16% de los votos (392.000), Cabildo Abierto y el Partido Independiente, sumando un total que podría rozar los 1.155.000 votos.
Encuestas y tensiones: el peso de los indecisos
La lógica política sugiere que la maquinaria oficialista cerrará filas, pero en política, las certezas son un bien escaso.
Los sondeos encendieron luces de alerta en el comando de Delgado. Todas las encuestas publicadas hasta ahora dan por ganador a Orsi, aunque con márgenes estrechos, de entre 2% y 4%. Sin embargo, el 10% de indecisos se perfila como el gran factor determinante. Cada movimiento de campaña, por nimio que parezca, será crucial en estas horas finales.
Economía, seguridad y la lucha por el relato
El único debate presidencial, realizado el pasado 17 de noviembre, fue una pieza de relojería bien aceitada: sin sobresaltos, ambos candidatos expusieron sus planes con precisión quirúrgica. Sin embargo, las diferencias quedaron expuestas en dos temas cruciales: economía y distribución de los ingresos.
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Orsi hizo foco en el crecimiento económico con redistribución y apeló a cifras concretas: denunció que más de 500.000 uruguayos sobreviven con 500 dólares al mes o menos. Su propuesta estrella: aumentar salarios, fortalecer el agro, potenciar la industria y las PYMES, y revitalizar el turismo. Pero no quedó ahí. Orsi prometió bajar la edad jubilatoria a 60 años y aumentar las jubilaciones mínimas para igualarlas con los salarios, entre otras medidas orientadas a los sectores más progresistas del electorado.
Delgado, en cambio, apostó por la continuidad de las políticas económicas del actual presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou, y enfatizó la estabilidad lograda pese a crisis como la pandemia y la sequía. Además, mostró indicadores de crecimiento como un escudo frente a las críticas y prometió reforzar áreas clave, como la educación inicial y la seguridad.
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Curiosamente, el capítulo de la seguridad fue el único que logró hacer coincidir a ambos candidatos bajo una misma premisa: se deben modernizar las fuerzas policiales.
A medida que el domingo se acerca, Uruguay camina sobre la cuerda de una elección que podría redefinir su rumbo político. Por un lado, un Frente Amplio revitalizado busca volver al poder tras la pausa del gobierno nacionalista. Por el otro, Delgado intenta consolidar una coalición fragmentada, con la sombra de Lacalle Pou como peso simbólico y político.
NG / Gi