Desde su regreso a la Casa Blanca, Donald Trump volvió a poner en el foco de la geopolítica la posibilidad de apoderarse de Groenlandia, ya sea a través de la compra o la coerción económica y militar. En medio del disgusto europeo por sus declaraciones, en su primer día de mandato el presidente republicano reafirmó que Estados Unidos podría tomar el territorio autónomo danés por "razones de seguridad nacional", alegando una supuesta injerencia china y rusa en la región.
Sin embargo, un factor fundamental podría convertir esta ambiciosa adquisición en una mala inversión: Groenlandia se está derritiendo a un ritmo alarmante. La capa de hielo de la isla, la segunda más grande del mundo, se está agrietando más rápido de lo que los científicos habían pronosticado en línea con el calentamiento global, lo que podría afectar no solo a su valor estratégico, sino también a su estabilidad y recursos naturales.
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La ecuación entre la adquisición de la isla y el deshielo, en tanto, podría condicionar la ambición territorial de Trump. El flamante presidente estadounidense además se presenta como detractor de las iniciativas globales para combatir la crisis climática, incluida la retirada del Acuerdo de París que firmó apenas asumió la presidencia el pasado 20 de enero.
Groenlandia en peligro: el deshielo acelerado
Recientemente, un estudio publicado en la revista Nature Geoscience reveló que la capa de hielo de Groenlandia se está fracturando a una velocidad mucho mayor que en años anteriores. Entre 2016 y 2021, las grietas en los bordes de los glaciares de flujo rápido aumentaron considerablemente en tamaño y profundidad. Este fenómeno, reza la publicación, está asociado con el calentamiento global, que acelera el derretimiento de los glaciares y genera fracturas más profundas en la masa de hielo.
El principal autor del estudio, el glaciólogo Tom Chudley, señaló que "en un mundo en calentamiento, esperaríamos ver más grietas formándose". "Esto se debe a que los glaciares se están acelerando en respuesta a las temperaturas más cálidas del océano, y porque el agua de deshielo que llena las grietas puede forzar fracturas más profundas en el hielo", indicó el profesor de la Universidad de Durham.
Además, Chudley, que tiene un doctorado en Estudios Polares de la Universidad de Cambridge, destacó que “por primera vez, podemos observar aumentos significativos en el tamaño y la profundidad de las grietas en los glaciares de flujo rápido en los bordes de la capa de hielo de Groenlandia, en escalas de tiempo de cinco años o menos”.
Las grietas, en tanto, aumentaron en volumen, en algunos casos hasta un 25%, lo que indica una aceleración del proceso de deshielo. En palabras del científico, "las grietas no solo se están extendiendo hacia el interior de la capa de hielo, sino que se están volviendo más grandes y profundas, lo que acelera aún más el movimiento del hielo hacia el mar". Según los investigadores, este proceso está impulsado por el agua de deshielo que se infiltra en las grietas y provoca la ruptura del hielo, lo que contribuye a un círculo vicioso de mayor flujo glaciar.
Por su parte, el profesor Ian Howat, coautor del estudio y director del Centro de Investigación Polar y Climática Byrd de la Universidad Estatal de Ohio, advirtió que "a medida que las grietas crecen, alimentan los mecanismos que hacen que los glaciares de la capa de hielo se muevan más rápido, impulsando agua y calor al interior de la capa de hielo y acelerando el desprendimiento de icebergs en el océano". Para Howat, esta aceleración en el movimiento del hielo es un "efecto dominó" que podría desencadenar una mayor pérdida de hielo y una aceleración del aumento del nivel del mar.
La obsesión de Trump con Groenlandia
Desde que asumió la presidencia, Trump mostró un interés constante en Groenlandia, incluso sugiriendo en varias ocasiones la adquisición de la isla, una idea resistida tanto por los groenlandeses como por el gobierno de Dinamarca en varias ocasiones.
En su primer mandato, las tensiones alcanzaron su punto máximo cuando, en 2019, Trump causó un escándalo internacional al anunciar su intención de "comprar Groenlandia". La propuesta fue rechazada de inmediato por el gobierno danés, que tiene potestad de la isla bajo el status de territorio autónomo, pero Trump no desistió de su idea, y la reavivó al inicio de su segundo mandato en 2025.
Antes de asumir la presidencia el 20 de enero pasado, Trump aseguró que Groenlandia es esencial para la "seguridad nacional" de Estados Unidos, ya que su ubicación estratégica en el Ártico es clave para controlar rutas comerciales y recursos naturales. Además, admitió su intención de adquirir la isla bajo la excusa de la injerencia china y rusa en la zona.
Sin embargo, las acciones recientes de Trump fueron más allá de las palabras. En su primer día como presidente, Trump se comunicó con la primera ministra groenlandesa, provocando una crisis diplomática con Dinamarca. La llamada fue descrita como "horrenda" por fuentes dentro de la Unión Europea, quienes temen que Trump esté dispuesto a recurrir a la coerción económica o incluso militar para tomar control de la isla por la fuerza.
Esta actitud "agresiva" del presidente estadounidense también generó una gran preocupación a nivel internacional, especialmente en Europa, donde muchos ven en la propuesta de Trump una amenaza no solo a Groenlandia, sino a la estabilidad geopolítica global, una postura que se vio reforzada con su intención de apoderarse del Canal de Panamá.
Trump y el dilema de adquirir una isla que se derrite
El interés de Trump en Groenlandia, motivado por su ubicación estratégica y sus recursos minerales no explotados, parece estar en conflicto no solo con los europeos sino con los recientes avances científicos sobre el deshielo de la isla. A pesar del negacionismo impulsado por Trump respecto a la crisis climática, el calentamiento global está alterando profundamente la estabilidad de la isla y su valor estratégico, según reportaron los investigadores de la Universidad de Durham.
En tanto, si la capa de hielo continúa derritiéndose a este ritmo, la isla podría perder muchas de sus ventajas geopolíticas que interesan al magnate republicano impulsor de la idea de "hacer a Estados Unidos grande de nuevo" (MAGA, en inglés). Las reservas de minerales y tierras raras que Trump considera esenciales podrían volverse más difíciles de acceder debido a la inestabilidad ambiental. Además, la aceleración del flujo de hielo hacia el océano podría generar riesgos adicionales, como el desprendimiento de icebergs gigantes y cambios en las rutas marítimas que podrían afectar el comercio internacional.
En este contexto, la compra de Groenlandia podría convertirse en una "mala adquisición" para Estados Unidos. El costo económico de mantener un territorio que se está derritiendo rápidamente podría ser mucho más alto de lo que Trump anticipó. Además, las implicaciones ecológicas y geopolíticas del cambio climático podrían cambiar completamente las reglas del juego en el Ártico, haciendo que la isla pierda su valor como activo estratégico.