INTERNACIONAL
asume mañana en washington

Trump vuelve: muchos celebran, otros temen que llegue con ánimo de revancha

Vuelve a la Casa Blanca para un segundo mandato. El magnate asumirá mañana en una ceremonia en el interior del Capitolio, y no en las escalinatas, como es tradición, por el frío inclemente de Washington. Muchos celebran el regreso, otros tantos temen que llegue con ansias de revanchas. Como ya demostró con la concreción del acuerdo para el cese del fuego en Gaza y el regreso de los rehenes israelíes, el controvertido multimillonario está listo para ejercer el poder.

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Recargado. Trump regresa con la intencion de hacer bailar al mundo el rock de Donald. | afp

El ácido animador televisivo Bill Maher, que suele destrozar con sus críticas también a los demócratas, se mofaba durante la última campaña presidencial de un típico bailecito de Donald Trump en los escenarios proselitistas, donde se balanceaba hacia uno y otro costado con sus pies en el mismo lugar, los brazos hacia arriba en L y las manos en puño. “Parece como si estuviera masturbando a dos tipos a la vez”, se reía Maher.

A partir de mañana, el masturbador múltiple se sentará en el sillón de jefe de la Casa Blanca, una posición tan poderosa que cualquiera de sus gestos o decisiones tiene implicaciones concretas en la vida de millones de personas, posiblemente –y en diferentes medidas– en las de cada uno de nosotros en este planeta.

Todos los que se burlaban de este complicado personaje ahora están recalculando, estudiando si conviene seguir en la trinchera anticapitalista, pasarse de bando o esperar hasta que aclare. Del otro lado, ejércitos de oportunistas derechistas y conservadores apuestan a recuperar el poder perdido durante la tibia presidencia del débil Joe Biden, ya eyectado del poder en Washington. Ni la llegada de Barack Obama a la presidencia en enero de 2009 después de ocho caóticos años de George W. Bush provocó tanto temor y expectativa como el regreso de Trump a la Casa Blanca, donde el empresario de 78 años, residió entre enero de 2017 y de 2021.

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Para muchos, el retorno de Trump es apenas otra pieza del avance de la ultraderecha que ya ejercen desde el poder líderes como Javier Milei en Argentina o Giorgia Meloni en Italia. Para otros, es símbolo del hartazgo de parte de los electorados frente al exceso de wokismo y las voces que desde la izquierda quieren enseñarle a todo el mundo qué está bien y qué está mal.

I’ll be back. Sea como sea, Donald is back, como un Terminator. Queda saber si será el viejo modelo T-800 que interpretó Arnold Schwarzenegger, que volvía para proteger a los humanos, o el malvado y más sofisticado T-1000 (Robert Patrick en el filme de 1991), enviado para terminar el trabajo de hacer pomada a los rebeldes que luchaban contra la corporación digital de protointeligencia artificial Skynet.

Los analistas están divididos: algunos aseguran que Trump regresa con ansias de venganza y que arrasará con cualquier avance progresista, woke o no, y que alimentará más y mejor los intereses de los multimillonarios.

Otros creen que el exprotagonista del reality show The Apprentice es ahora un hombre más maduro, con experiencia, que buscará imponer su propia agenda, como siempre, pero con un ojo puesto en la posteridad: todos hablan, por ejemplo, de su ilusión de quedarse con el Premio Nobel de la Paz por poner fin al conflicto en Medio Oriente.

Los principales puntos a observar no son muchos: ¿qué hará Trump con la guerra en Ucrania y el involucramiento de EE.UU. en la OTAN? ¿Modificará las reglas impositivas para beneficiar a sus amigos ricos? ¿Cederá ante sus sostenedores más retrógrados y perforará las iniciativas de lucha contra el calentamiento global? Cuando busque solucionar la crisis migratoria, ¿se ensañará con los cientos de miles de latinos flojos de papeles que forman una de las principales bases de fuerza de trabajo en el país? Una cosa es firmar decretos que favorezcan a Elon Musk o a Jeff Bezos, otra muy distinta será, eventualmente, ver imágenes de la deportación de indocumentados que llevan años trabajando duro en el país y formaron sus familias “estadounidenses”.

Cuando faltan horas para que este personaje muchas veces desagradable, otras divertido y en general interesante vuelva a la presidencia, las pistas sobre su segundo mandato son tenues, aunque hay algunas esperanzas.

Por ejemplo, conversando con el Wall Street Journal, otro de los multimillonarios icónicos del país, Bill Gates, el cofundador de Microsoft, contó que tuvo una cena con Trump en la que hablaron de posibles vacunas contra el VIH y la polio. En los días de la pandemia de coronavirus, recordó el empresario y filántropo, Trump “aceleró la innovación en materia de vacunas, así que le pregunté si tal vez se podría hacer lo mismo ahora” en los frentes del VIH y de la polio, “y creo que ambos nos emocionamos bastante”. Gates, cuya fundación invierte cantidades de dinero en apoyar el desarrollo de esas posibles vacunas, reveló que al presidente electo “le fascinó escuchar lo que se podría hacer para maximizar la posibilidad de que durante los próximos cuatro años se logre ese increíble hito”, dijo Gates sobre la posible erradicación de la polio.

Se viene el infierno. Que Trump llega con poder suficiente para imponer su voluntad (tanto para concretar iniciativas beneficiosas o para avanzar con una agenda oscurantista, por cierto) quedó claro antes de que vuelva al Salón Oval: como reclamó en la campaña, y después de ser elegido en los comicios de noviembre de 2024, los rehenes secuestrados por el grupo islamista palestino Hamas durante el ataque terrorista del 7 de octubre de 23 en el sur de Israel comenzarán a volver a casa. Si Hamas no entrega a los secuestrados, “se desatará un infierno” sobre la Franja de Gaza (donde, para decir la verdad, el infierno ya lo desataron las Fuerzas de Defensa de Israel), advirtió Trump en los primeros días del año.

En pocas semanas, Trump logró lo que Biden no pudo en los meses de guerra en el enclave palestino: forzar la mano del primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, y de los líderes de Hamas que quedan con vida.

Recargado. Previendo lo que va a pasar en Medio Oriente a partir del 20 de enero, el portal israelí Globes tituló su artículo “Cuando Trump te pide que saltes” (el resto de la frase sería... se salta).

Ya “estamos viendo el efecto Trump”, le dijo al diario el analista Yoel Guzansky, del Institute for National Security Studies. “A pesar del precio político” que el primer ministro “probablemente tendrá que afrontar como consecuencia”, y que ya se está viendo en los crujidos dentro de la coalición de gobierno por la posible salida de sus socios más a la derecha, como Itamar Ben Gvir.

Un Trump recargado vuelve a entrar a la Casa Blanca, adonde llega con intenciones de que el mundo se ponga a bailar el rock de Donald, con una banda más afiatada.

Marcha en contra a dos días de asumir

Agencias

Miles de personas se manifestaron en las calles de Washington ayer contra las políticas anunciadas por Donald Trump y su Partido Republicano, dos días antes de que el millonario vuelva a la Casa Blanca.

La Marcha del Pueblo fue organizada por un colectivo de movimientos por los derechos civiles y la justicia social, incluyendo el grupo detrás de la Marcha de las Mujeres que atrajo a cientos de miles de personas a la capital estadounidense antes de la primera asunción de Donald Trump en 2017.

Los manifestantes protestan contra una serie de temas que consideran bajo ataque por Trump y los líderes de su partido, incluyendo el acceso al aborto, el cambio climático, protecciones contra la violencia armada, y los derechos de los inmigrantes. Los participantes se reunieron en tres parques antes de caminar hasta el Memorial de Lincoln para un acto.

Otras marchas similares están planeadas en diferentes sitios de Estados Unidos, incluyendo Nueva York.

La protesta se produce luego de que el nuevo “zar fronterizo” de Trump, Tom Homan, dijera a Fox News que una “gran redada” tendría lugar en el país poco después de que Trump juramente su cargo el lunes. En su segundo mandato tras perder las elecciones contra Joe Biden en 2020, Trump planea deportar a millones de migrantes indocumentados.