El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó este martes 29 de abril una proclama que concede una compensación para los fabricantes de automóviles que importan piezas y ensamblan vehículos en Estados Unidos. El republicano firmó el decreto para limitar el impacto de los aranceles "superpuestos": el arancel del 25% sobre los automóviles importados anunciado previamente entró en vigor el 3 de abril, mientras que el arancel del 25% sobre las piezas de automóviles está programado para el 3 de mayo.
La tarifa aduanera del 25% para un vehículo importado no se sumará al 25% aplicado al acero o al aluminio, dijo un funcionario del Departamento de Comercio. El Gobierno también otorgó a la industria un período de gracia de dos años para mover las cadenas de suministro a Estados Unidos. Para todos los vehículos fabricados y vendidos en Estados Unidos que utilicen piezas importadas los fabricantes que paguen el 25% de aranceles podrán recuperar una parte del dinero.
La medida ofrece un "compensación" para una parte de los aranceles sobre las piezas de automóviles utilizadas en vehículos ensamblados en Estados Unidos, equivalente al 3,75% del precio sugerido de venta al público de la producción estadounidense del fabricante durante el próximo año, y al 2,5% de la producción estadounidense del año siguiente. Esto equivale a eximir del 15% del valor de los automóviles ensamblados en Estados Unidos de los aranceles en el primer año y al 10% del valor en el segundo año, según una hoja informativa de la Casa Blanca.
Los fabricantes reconocieron que el período de dos años “de gracia” debería ser suficiente, al menos en teoría, para establecer una cadena de suministros propia en Estados Unidos. La proclama reducir "la dependencia estadounidense de las importaciones extranjeras de automóviles y piezas de automóviles”, explicó la Casa Blanca. Datos oficiales mostraron que en 2024, los estadounidenses compraron un total de 16 millones de vehículos, de los cuales la mitad fueron importados. Además, entre los ocho millones de vehículos ensamblados en Estados Unidos, el contenido nacional promedio fue de aproximadamente entre el 40 y el 50%.
El secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, en una conferencia de prensa, había aclarado horas antes: “El presidente Trump ha tenido reuniones con productores de automóviles tanto nacionales como extranjeros, y está comprometido a traer de vuelta la producción de automóviles a Estados Unidos. Así que queremos dar a los fabricantes de automóviles un camino para hacerlo, de manera rápida, eficiente y creando tantos empleos como sea posible”.
La CEO de General Motors, Mary Barra, había declarado el lunes 28 de abril: “Estamos agradecidos con el presidente Trump por su apoyo a la industria automotriz estadounidense y a los millones de estadounidenses que dependen de nosotros”. Por otra parte, el 21 de abril, una alianza de fabricantes de automóviles de Estados Unidos y el mundo le había mandado una carta al Gobierno norteamericano pidiendo una exención arancelaria similar a la que se le concedió a los productos electrónicos. El texto decía: “Los aranceles sobre las piezas de automóviles perturbarán la cadena de suministro global de automóviles y desencadenarán un efecto dominó que llevará a precios más altos para los consumidores, menores ventas en los concesionarios y hará que el servicio y reparación de vehículos sean más costosos y menos previsibles”.
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El referente republicano anunció este martes 29 de abril, ante una multitud que se reunió para verlo en Michigan: “Solo acabamos de empezar. Aún no han visto nada. Vamos a acabar con la inmigración ilegal. Vamos a recuperar nuestros trabajos y a proteger a nuestros grandes trabajadores de la automoción y a todos nuestros trabajadores”.
Luego, llamó “dormilón” a su antecesor, Joe Biden, e incluso hizo una encuesta con el público para ver qué apodo despectivo podía ponerle al expresidente demócrata de 82 años. Además acusó a los medios de comunicación de ser “mentirosos”, llamó a los jueces “comunistas”, y definió a los opositores demócratas como “chiflados de extrema izquierda”.
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Sobre su campaña antimigrantes, el presidente remarcó: “Hemos logrado la frontera más segura de la historia de Estados Unidos, con diferencia. Escuchen esto, (este año) solo entraron tres personas, y eso porque estaban enfermas”.
Trump acusó a otros líderes estadounidenses de "enviar su dinero para defender las fronteras de naciones extranjeras lejanas", y, luego declaró, en referencia a sí mismo: "Por fin hay un presidente que defiende nuestras fronteras y nuestra nación".
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