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Trump, eufórico en su primer acto después de sobrevivir al atentado

El republicano se presentó también por primera vez con su compañero de fórmula, el senador J.D. Vance. Dijo que tomó “una bala por la democracia” y bromeó que le debe la vida a la inmigración porque esquivó la bala que le dispararon por observar un gráfico sobre el tema. De buen humor, broméo que “los demócratas no saben quién será su candidato, y nosotros tampoco”, en alusión a la presión para que Joe Biden desista. Si lo hace, la vice Kamala Harris se ve como la favorita.

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Confiado. El magnate fue consagrado candidato en la semana en la convención y eligió al senador Vance como su compañero de fórmula. | afp

Donald Trump protagonizó ayer su primer y triunfal acto de campaña a una semana de sobrevivir a un intento de asesinato, el primero también que realizó junto a quien es su compañero de fórmula republicano, el senador por Ohio J.D. Vance, en el que no dejó de provocar a sus rivales demócratas, que enfrentan el dilema de la tambaleante postulación del presidente Joe Biden, que resiste la presión de gran parte del partido para que ceda su lugar.

“Ellos no tienen idea de quién será su candidato, y nosotros tampoco. Es un problema”, dijo Trump en medio de las risas de los asistentes al acto en el Van Andel Arena de Grand Rapids, en el estado de Michigan.  

En otro gesto muy poco frecuente, defendió a la prensa de los abucheos de la multitud al referirse a la cobertura del atentado. “No, no, dijo, lo cubrieron muy bien. No podían creer lo que estaban viendo”, explicó. 

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El mitin representó un momento notable, con Trump regresando al escenario exactamente una semana después de que un joven de 20 años, en un tejado de Pensilvania, intentara matarlo con un rifle.

Trump aseguró que “recibí una bala por la democracia” y sostuvo que sus rivales eran muy poco democráticos al tratar de sacar a Biden de la lista. 

A diferencia de la convención republicana, cuando eligió un tono sombrió para referirse al atentado, y pese a que había asegurado que no volvería a referirse al ataque, el magnate eligió ayer un modo más leve y se refirió al gráfico sobre migrantes –uno de los ejes de su campaña– y explicó por qué ese interés: “Le debo la vida a la inmigración”.

Trump está hablando más alegremente sobre el atentado contra su vida que en su discurso en la convención, donde sonó sombrío. Hablando del gráfico de inmigración que miró antes de que volaran las balas la semana pasada, dice: “Le debo la vida a la inmigración”, una declaración acertada sobre su carrera política, que construyó en gran parte con afirmaciones exageradas o directamente falsas sobre los flujos migratorios en la frontera sur, y destacó cuánto le gustaba el gráfico por el que giró la cabeza para verlo y así evitó que la bala que le rozó la oreja penetrara en su cráneo: “Creo que voy a dormir con él”, bromeó. 

Durante la semana, el candidato, de 78 años, mientras tanto utilizó la recién terminada Convención Nacional Republicana para demostrar un control absoluto sobre el partido. “Tenía a Dios de mi lado”, dijo al explicar por qué no le había pasado nada. 

Demócratas. Y por el lado demócrata, mientras la campaña de Joe Biden insiste en que sigue siendo el candidato, Kamala Harris parece confirmarse como su eventual reemplazante si el presidente decide finalmente ceder a la presión cada vez mayor del partido y abandona su candidatura para la reelección en noviembre frente a un fortalecido Donald J. Trump. 

Los índices de popularidad de la vicepresidenta van en aumento y los demócratas parecen converger, al menos “por cansancio”, en su nominación si el presidente decide dar un paso atrás. Lo que no está claro es el mecanismo por el que la vicepresidenta, que integra la fórmula junto Biden, pasaría al primer lugar del “ticket” demócrata. 

Una voz influyente dentro del partido, la exspeaker de la Cámara de Diputados, Nancy Pelosi, hizo saber que no estaría de acuerdo con una eventual coronación “automática” de Harris, y preferiría algo similar a una especie de miniprimaria. 

“Si Biden decide abandonar la carrera, tendrá que haber acciones rápidas. No creo que podamos pasar por una coronación. Una especie de miniprimarias, incluso con el control de los expresidentes Obama y Clinton, debería sea el camino”, afirmó la congresista demócrata Zoe Lofgren, aliada de Pelosi, y cuyas declaraciones se sabe que recibieron la bendición de la extitular de la Cámara baja. 

Pelosi piensa que esa sería una solución más democrática, que reflejaría las encuestas, motivaría a los votantes y permitiría que la larga “bancada” de demócratas avanzara y brillara. Un proceso de nominación competitivo también fortalecería a Harris si la vicepresidenta prevalece sobre sus rivales. 

Sin embargo, aunque muchos la apoyan, la hipótesis de una miniprimaria entraña bastantes riesgos. El  primero es que pasar por alto a Kamala corre el riesgo de alienar el voto afroamericano, el núcleo duro del electorado demócrata. Por no hablar del caos que podría estallar en la convención de agosto, que ya promete ser tensa en medio de las decenas de manifestaciones pro-Gaza previstas.

Además de Kamala, entre los posibles sustitutos de Biden para la presidencia se encuentran los gobernadores de Michigan, Pensilvania y California, Gretchen Whitmer, Josh Shapiro y Gavin Newsom, respectivamente. Sin embargo, no está claro si están interesados, considerando que, al ser vistos como figuras emergentes del partido, es mucho más lógico pensar que apuntan a las elecciones presidenciales de 2028 y no están interesados en “quemarse” en una elección, como la de noviembre, que no se ve muy fácil, por decir lo menos.

Sin embargo, el caos en la convención podría estallar incluso si Biden decide no irse. Los delegados que se han comprometido a votar por él –pero que no están obligados a hacerlo– podrían decidir seguir las preferencias dictadas por los pesos pesados del partido, como los líderes del Senado y de la Cámara, Chuck Schumer y Hakeem Jeffries, y rechazar la nominación del presidente. Un escenario que solo podría utilizarse como último recurso si el mandatario se obstina en permanecer en la carrera en contra de los deseos de gran parte del partido.

Biden, en tanto, continuaba ayer su convalecencia del covid-19 en su residencia privada de Delaware, en el este del país. A los 81 años, el veterano gobernante es blanco de múltiples llamados dentro del Partido Demócrata para que abandone su candidatura en medio de dudas sobre sus capacidades cognitivas y su salud física.

Según el Washington Post, perdió incluso el apoyo del influyente Barack Obama, de quien fue vicepresidente, quien también cree que debería “considerar seriamente la viabilidad de su candidatura”, según allegados al expresidente (2009-2017). Unos veinte legisladores demócratas ya hicieron el mismo pedido públicamente, y algunos incluso quieren una convención partidaria abierta para elegir un sustituto.

Unidad entre republicanos. Una salida de Biden de la carrera podría, de todos modos, desestabilizar a los republicanos, que se verían obligados a revisar su estrategia electoral, ampliamente detallada durante los cuatro días de la convención realizada esta semana en Milwaukee.

Hasta ahora, el estado de salud de Biden es eje central en la campaña republicana y las piezas de propaganda electoral con un presidente que comete gafes, tartamudea o se tropieza se multiplican.

Con 78 años, Trump se cuidó de atacar a Biden por su estado de salud el jueves durante su discurso en la convención, en la cual fue oficialmente nominado como candidato. Los argumentos podrían volverse en su contra si Harris, de 59 años, se convierte en su rival.

Pero el eje de la campaña “no cambiará fundamentalmente”, sostuvo Jason Miller, un consejero cercano a Trump. “Biden, Kamala Harris u otro demócrata de la izquierda radical son todos responsables de la destrucción de nuestra economía”, opinó Miller, destacando también lo que los republicanos consideran una “crisis” por la migración ilegal a través de la frontera con México.

Fueron esos los temas centrales abordados por Trump en una convención que resultó ser un gran éxito para el líder de la derecha estadounidense.