Rusia reivindicó el sábado la reconquista de la penúltima localidad aún bajo control de Ucrania en la región rusa de Kursk, por lo que Moscú recupera casi totalmente este territorio, objeto de una ofensiva de Kiev en el verano boreal de 2024.
“Durante operaciones ofensivas, las unidades del grupo de tropas Norte liberaron la aldea de Oleshnia, en la región de Kursk”, informó el Ministerio de Defensa ruso en Telegram.
Con la toma de este pequeño pueblo fronterizo, ya solo queda otro, el de Gornal, aún bajo control del ejército ucraniano en la región de Kursk.
El jefe del Estado Mayor ruso, Valery Gerásimov, celebró este sábado el avance de sus tropas y afirmó que habían recuperado más del 99% del territorio ocupado por Ucrania en Kursk.
“En las zonas de la región de Kursk donde las fuerzas armadas ucranianas realizaron una incursión, la mayor parte del territorio está ahora liberada. Eso equivale a 1.260 kilómetros cuadrados, el 99,5%”, declaró Gerásimov al presidente ruso, Vladimir Putin, en una reunión transmitida por la televisión pública.
Los soldados ucranianos lanzaron una ofensiva en Kursk en agosto de 2024, en respuesta a la que lanzó Moscú en Ucrania en febrero de 2022, tomando por sorpresa a las tropas rusas y apoderándose de más de 1.000 kilómetros cuadrados. El hecho se volvió un símbolo de la confianza de las tropas ucranianas.
Sin embargo, a lo lardo de marzo las fuerzas rusas comenzaron a avanzar con un gran poder de fuego de artillería y blindados. Así fueron retomando amplias áreas, y los ucranianos se vieron obligados a retirarse.
Las tropas de Moscú se encuentran ahora en la frontera y amenazan la región ucraniana de Sumi, justo del otro lado, donde ya realizaron varis incursiones.
En las últimas semanas, los bombardeos se han vuelto más frecuentes en Sumi, en el nordeste de Ucrania, a unos 30 km de la frontera rusa. Ahora ya es parte de la línea de frente, lo que llena de temor a sus habitantes.
“Cuando caen misiles balísticos o hay explosiones, saltas con cada detonación”, cuenta Sofía Stasiuk, una periodista de 20 años que saca fotos de los edificios destruidos a su alrededor.
Las sirenas de alerta suenan pocos minutos después y los habitantes se refugian en el lugar más cercano: la Academia Bancaria, un edificio lila y azul que el domingo pasado quedó sin ventanas al ser alcanzado por varios misiles.
En Telegram, los grupos que monitorean los bombardeos rusos advierten de una amenaza de misil balístico proveniente de la vecina región de Kursk. Así, por las redes sociales, muchos se enteran de los inminentes ataques rusos.
El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, afirmó recientemente que las tropas rusas se preparan para lanzar una nueva ofensiva en la región, y se teme que sea de gran escala.
La zona, además, ya estuvo parcialmente ocupada durante varios meses por Rusia al inicio de la invasión de febrero de 2022. Hubo hechos atroces cometidos por los soldados rusos, según contaron los pobladores.
En agosto de 2024, el territorio fue también el punto de partida de la audaz ofensiva militar ucraniana sobre la región rusa de Kursk, lo que dio algo de esperanza. Ahora, la situación de revirtió.
“La situación no mejora, empeora”, afirma desde un refugio el director del museo regional, Vladislav Terentiev. “Somos una zona fronteriza, esta guerra siempre existió y siempre existirá”, suspira. No puede imaginar abandonar su ciudad, donde se dio a sí mismo la “misión” de preservar el patrimonio cultural.