Nicolás Maduro encerró al presidente de Brasil. Lula no puede condenarlo, pero tampoco reconocerlo.
En primer lugar, no puede pedirle al venezolano que verifiquen las actas electorales del proceso, porque, en Brasil, jamás se han podido certificar todos los votos, urna por urna.
En segundo lugar, Lula, que está maniatado al MST, al Partido de los Trabajadores y no puede ser directamente frontal. ¿Cómo puede ir más allá y hacer exigencias duras como las que hicieron gobiernos como Washington, o la Unión Europea, si él mismo, con el Foro de San Pablo, siempre ha defendido el derecho a la autogestión de los pueblos, sin intromisión de terceros?
Y en tercer lugar, si Lula empieza a ser más frontal en su condena a Maduro, como muchos le exigen, automáticamente la oposición brasileña va a cuestionarlo. “¿Ahora estás de acuerdo con lo que nosotros siempre defendimos?”. Jair Bolsonaro es uno de los más encarnizados críticos de Nicolás Maduro.
Hay una sola cuestión que tal vez pueda obligar a Lula a mover sus piezas: la migración venezolana. Esta semana, el Ministerio de Defensa puso a sus tropas en alerta en la frontera, preparadas para recibir a los venezolanos que quieran venir a Brasil. Pero hay rumores, temores, de que a esa gente le impidan salir. Y ahí, pueda que exista una situación que implique a Brasil directamente y que Lula tenga que involucrarse.
*Analista político brasileño.
