El mandatario de Ecuador, Daniel Noboa, y su rival, Luisa González, prometen unas elecciones reñidas para mañana. Los candidatos cerraron sus campañas empatados según los sondeos. Una encuesta de Comunicaliza, aunque todas las consultoras llegaron a resultados similares, deja a Noboa con una intención de voto del 41,5%, y a González con un 41,1% (17,5% para “no sabe”, “no contesta”, “en blanco” o “nulo”).
Los candidatos cerraron el jueves sus campañas en el convulso puerto de Guayaquil, espejo de la cerrada diferencia que los separa de cara al balotaje presidencial de mañana. Capital económica, centro de operaciones del narcotráfico, cuna de Noboa y bastión del expresidente socialista Rafael Correa –padrino político de González–, Guayaquil es el símbolo de un país divido y crispado.
Tras una reñida primera vuelta, en la que Noboa se antepuso por menos de un punto porcentual, los candidatos quemaron sus últimos cartuchos para cazar votos de indecisos en una nación donde el sufragio es obligatorio.
Bajo una fuerte lluvia y ante varios miles de simpatizantes en el centro porteño, la abogada de 47 años apeló a las mujeres para “dejar atrás estos días oscuros” y les pidió apoyo para convertirse en la primera presidenta electa en el país. “En este año y medio (de gobierno de Noboa), la violencia, la pobreza y el desempleo han sido más profundos en nosotras las mujeres”, aseveró González, quien ofreció préstamos de hasta 40 mil dólares e interés de un dígito para las madres solteras como ella.
En un coliseo cubierto, el presidente dio otro de sus brevísimos discursos custodiado por militares armados y acompañado por su madre, la congresista más votada. “El ecuatoriano no quiere más guerra, quiere esperanza”, dijo vestido de jeans y camiseta violeta del color de su partido.
La desinformación impulsada por un uso sofisticado de la inteligencia artificial, enconados debates y los frecuentes dardos entre los candidatos, marcaron este período electoral. También una creciente violencia con un asesinato cada hora entre enero y febrero, el inicio de año más sangriento desde que se tiene registros. Durante la campaña de casi tres semanas “hubo más ataques que propuestas de los dos lados”, se queja en Quito Roberto Cruz, un trabajador independiente de 50 años.
Con 37 años, Noboa, uno de los presidentes más jóvenes del mundo, usó las redes sociales como principal plataforma de propaganda política. Trepado en un tanque de guerra con chaleco y casco antibalas, en una maratón de 10 kilómetros junto a su esposa, rasgueando la guitarra o en una sesión de tatuajes, el gobernante mezcla una imagen de mano de hierro contra el crimen y personalidad juvenil. También ataca al correísmo como el culpable del crecimiento de la violencia por su trato indulgente contra las bandas.
González apela a su carrera hecha a pulso y de mujer de pueblo que conoce las dificultades del ecuatoriano promedio. Con frecuencia critica el capital millonario de Noboa, hijo de un magnate bananero, y asegura que está desconectado de los problemas de los más pobres.
Tras el reñido primer turno del 9 de febrero, Noboa denunció irregularidades en el conteo de los votos, pese a que observadores internacionales lo descartaron.