La Vuelta Ciclista a España, una de las competiciones más prestigiosas del calendario internacional junto al Tour de Francia y el Giro de Italia, se vio este domingo envuelta en un episodio inédito: la suspensión de su última etapa en Madrid.
A solo 50 kilómetros de la meta en la Plaza de Cibeles, centenares de manifestantes irrumpieron en el recorrido con banderas palestinas y pancartas contra el equipo Israel Premier Tech, obligando a neutralizar la prueba.
El alcalde José Luis Martínez-Almeida, que esperaba a los corredores en la llegada, fue tajante: “Hoy ha triunfado la violencia por encima del deporte”.
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Madrid era la última etapa del itinerario de esta 80° edición de la competencia, que ya sufrió cortes y alteraciones por las protestas pro-palestinas. La participación del conjunto israelí, propiedad del empresario Sylvan Adams, hijo de un sobreviviente del Holocausto y presidente del Consejo Judío Mundial, generó repudio desde el inicio de la Vuelta. Aunque el equipo acortó su nombre a “Premier Tech” para minimizar la polémica, las protestas no cesaron.
En Bilbao, una etapa se redujo antes de lo previsto. En Valladolid, los ciclistas recorrieron apenas 12 de los 27 kilómetros programados. Madrid, punto final de esta 80° edición, fue el escenario más tenso: el operativo desplegó más de 1.500 agentes, incluso superior al de la cumbre de la OTAN en la capital peninsular.

Caos en el centro madrileño
La organización intentó desviar el trazado varias veces, pero la presión en las calles se impuso. En la Plaza Colón, manifestantes derribaron vallas y marcharon por el Paseo de la Castellana. Más tarde, detrás del Palacio Real, bloquearon la ruta de los ciclistas con una pancarta que rezaba “Abajo el Estado de Israel”.
En el Paseo del Prado se escucharon disparos y choques entre la Policía Nacional y los manifestantes. Los cánticos eran contundentes: “¡No es una guerra, es un genocidio!” y “¡Esta Vuelta la gana Palestina!”.
La ceremonia prevista para coronar al danés Jonas Vingegaard, vencedor de la competencia, nunca se realizó.
Los policías, desplegados en masa tras los incidentes que ya venían complicando la Vuelta por la presencia del equipo Israel-Premier Tech, intentaron contener a la gente. Pero enseguida las vallas cayeron una tras otra y una marea de manifestantes ocupó la calzada. Hubo unos segundos de tensión y susto, pero luego el clima se relajó: familias enteras, con chicos en cochecitos y abuelos incluidos, caminaron por la calle escoltados por los agentes, que optaron por no intervenir.
Tensiones políticas
El episodio escaló rápidamente al plano político. Desde Málaga, el presidente Pedro Sánchez expresó: “Reconocimiento y respeto a los deportistas, pero también nuestra admiración a un pueblo como el español que se moviliza por causas justas como la de Palestina”.
En contraposición, el líder opositor conservador Alberto Núñez Feijóo responsabilizó directamente al Gobierno: “El presidente del Gobierno está orgulloso del comportamiento de unos pocos que para manifestar su apoyo a Gaza han lanzado vallas a la Policía Nacional, sin garantizar la seguridad del personal de organización, corredores y periodistas. Yo no”.

Feijóo calificó la suspensión de la Vuelta como “un ridículo internacional televisado en todo el mundo”.
Mientras los operarios desmontaban el podio en Cibeles, Martínez-Almeida acusó al Ejecutivo de alentar las movilizaciones radicales: “Ningún ciclista es responsable de lo que sucede en Gaza. Hoy Madrid ha sido testigo de una violencia que pone en peligro a los participantes, a los madrileños y a nuestras fuerzas de seguridad”.
Protestas en el corazón de Madrid
Desde que la Vuelta pisó suelo español -tras arrancar en Italia- la carrera estuvo marcada por protestas en apoyo a Palestina. Hubo caídas de corredores, etapas recortadas y cambios de recorrido para intentar esquivar los disturbios.
En un país donde la causa palestina tiene un fuerte arraigo, las movilizaciones coinciden además con un momento de máxima tensión diplomática: el presidente Pedro Sánchez anunció recientemente medidas para “poner fin al genocidio en Gaza”, lo que encendió aún más el cruce con el gobierno de Benjamin Netanyahu.
GD / EM