El arzobispo de Canterbury, Justin Welby, sorprendió al mundo con su decisión de renunciar a su cargo, tras una serie de graves acusaciones sobre su manejo de los casos de abuso infantil en la iglesia Anglicana de Inglaterra.
El anuncio se produjo después de la publicación de un informe que reveló cómo la Iglesia, bajo la conducción de Welby, encubrió durante años los abusos cometidos por John Smyth, un abogado vinculado a la institución, quien fue responsable de abusar sexualmente de más de 130 chicos en el Reino Unido y en África.
"Está muy claro que debo asumir la responsabilidad por el largo y traumático período comprendido entre 2013 y 2024", dijo Welby, quien ocupó el cargo de arzobispo de Canterbury durante más de una década.
En su declaración, el titular de la sede primada de la iglesia Anglicana expresó su "profunda vergüenza" por los fracasos en la protección de las víctimas y asumió "la responsabilidad personal e institucional" del encubrimiento ocurrido durante su mandato. Según el informe, quedó probada su "falta de acción" frente a los abusos cometidos por Smyth, quien se dedicaba, entre otras cosas, a organizar campamentos de vacaciones para los chicos de la iglesia a través de una fundación benéfica.
Detalles de la renuncia del arzobispo de Canterbury
El caso de John Smyth fue revelado por primera vez en 2017 a través de un documental de la cadena británica Channel 4, que destapó un patrón de abuso sistemático y una serie de encubrimientos por parte de la Iglesia de Inglaterra. Desde entonces, la institución ordenó una investigación interna que reveló detalles estremecedores del caso.
Según el informe "Makin", el abuso de Smyth comenzó en la década de 1970 y continuó hasta mediados de la década de 2010, abarcando tanto el Reino Unido como Zimbabue y Sudáfrica, donde el abogado vinculado a la Iglesia se trasladó para evadir a la Justicia en el marco de la indagatoria por las denuncias que realizaron varias familias.
Smyth, quien presidía una organización benéfica vinculada a la Iglesia, utilizaba su posición para organizar campamentos de vacaciones en los que cometía sus abusos. El informe concluyó que la Iglesia conocía de los hechos desde 2013, pero los responsables decidieron mantener silencio y proteger a los perpetradores en lugar de actuar en favor de las víctimas. “Es posible que Smyth sea el abusador en serie más prolífico asociado con la Iglesia de Inglaterra”, señala el informe, destacando el sufrimiento físico, sexual y psicológico infligido a los menores.
Una presión insostenible
La dimisión de Welby no fue un acto aislado, sino el resultado de una creciente presión de diversos sectores de la Iglesia, de la clase política británica y de las propias víctimas. La publicación del informe de Makin, que evidenció la falta de acción ante los abusos, desató una ola de críticas y peticiones de dimisión. De hecho, tres miembros del Sínodo General, el órgano rector de la Iglesia, lanzaron una petición que alcanzó más de 12.500 firmas en apenas unos días.
Los principales críticos incluyeron a la reverenda Helen-Ann Hartley, obispa de Newcastle, quien calificó la posición de Welby como "insostenible". "Es muy difícil para la Iglesia seguir teniendo una voz moral cuando no hemos puesto en orden nuestra propia casa", dijo Hartley, pidiendo la renuncia del arzobispo.
Por su parte, el primer ministro británico, Keir Starmer, aunque evitó comentar directamente sobre la dimisión de Welby, fue contundente en su condena del caso. "Son acusaciones horribles, y mis pensamientos están con las víctimas, quienes fueron gravemente abandonadas", señaló Starmer durante una conferencia en Bakú, Azerbaiyán, donde se encontraba participando en la COP29.
Presionado, Justin Welby consultó con el rey Carlos III previo a tomar su decisión. En su renuncia, expresó su pesar y asumió la responsabilidad de los errores cometidos bajo su liderazgo. "Los últimos días han renovado mi profundo sentimiento de vergüenza por los fallos históricos de la Iglesia en materia de protección", reconoció el arzobispo. Sin embargo, también indicó que, a pesar de los avances en la mejora de los protocolos de protección, la institución había fallado gravemente al no actuar a tiempo para evitar los abusos de Smyth.
Asimismo, Welby detalló que había creído erróneamente que, tras ser informado de los abusos en 2013, "se tomarían las medidas adecuadas". "Cuando me informaron en 2013 y me dijeron que se había notificado a la policía, creí que se tomaría una resolución apropiada", explicó en su declaración, en la que también expresó su compromiso con las víctimas de los abusos, señalando que "la Iglesia debe seguir avanzando hacia una protección más efectiva".
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La sombra del abusador y los "fallos sistemáticos" de la iglesia de Inglaterra
El caso de John Smyth se convirtió en un símbolo del fracaso institucional de la Iglesia de Inglaterra, que, durante décadas, permitió que su nombre y su poder protegieran a quienes cometían abusos dentro de sus filas. El informe Makin, que detalló el sufrimiento de las víctimas y el encubrimiento de los abusos, dejó claro que la Iglesia permitió que Smyth estuviera libre durante años, sin ser investigado ni juzgado, pese a las denuncias que ya circulaban.
El abogado y defensor de víctimas, Alan Collins, expresó que la dimisión de Welby era esperada, pero que lo fundamental ahora era que la institución enfrentara las consecuencias de sus fallos sistemáticos en la protección de los menores. "La atención debe centrarse en cómo la Iglesia de Inglaterra falló tan terriblemente a sus víctimas durante más de 40 años", dijo Collins, subrayando que la renuncia de Welby no debía ser vista como una solución, sino como un primer paso para abordar los profundos problemas de la institución.
Más allá del golpe al honor de la Iglesia anglicana, diversos líderes religiosos, como el arzobispo de York, Stephen Cottrell, resaltaron que la dimisión de Welby es "lo correcto y honorable". En su declaración, Cottrell instó a la Iglesia a seguir adelante con los "cambios necesarios", en particular en lo que respecta a la protección de las víctimas y la independencia de los protocolos de salvaguardia.
Por su parte, los grupos de sobrevivientes expresaron su satisfacción por la renuncia, pero también dejaron claro que se trata de un proceso que apenas está comenzando. "Esperamos que haya más dimisiones. El arzobispo no debe ser el chivo expiatorio", señalaron desde la Casa de Sobrevivientes, una organización que apoya a las víctimas de abusos dentro de la Iglesia.
CD / Gi