A sus 88 años, el papa Francisco se enfrentó esta semana a una de las crisis de salud más serias de su pontificado a raíz de una bronquitis que derivó en su internación en el Hospital Gemelli de Roma. Si bien en los últimos días su situación mejoró, su cuadro continuaba siendo "complejo".
Antes de que empeorara su cuadro clínico, el sumo pontífice tomó dos decisiones clave en lo que podría ser la recta final de su papado, con la mirada puesta en la sucesión y las posibles repercusiones políticas que su enfermedad pudo haber desencadenado.
La noticia de la hospitalización de Francisco no fue una sorpresa total, dado que había lidiado con problemas respiratorios en el pasado. Sin embargo, esta vez, la gravedad de su condición, junto con su edad avanzada, causó una creciente preocupación tanto dentro del Vaticano como fuera de él.
El Vaticano en alerta por la salud del Papa Francisco
La enfermedad de Jorge Bergoglio se complicó en los últimos días, con los médicos informando que la bronquitis había evolucionado a una "infección polimicrobiana" que puso su salud en un estado "complejo", un escenario que derivó en cadenas de oración a nivel mundial pero también preocupación por la sucesión del obispo de Roma.
Las constantes actualizaciones médicas del Vaticano reflejaron la seriedad de su estado, mientras que el Papa, con su carácter decidido, siguió adelante con su labor de continuar con su legado reformista de la institución.
Las decisiones clave de Francisco para la sucesión papal
A tal fin, antes de ser hospitalizado Francisco tomó decisiones cruciales para influir en el rumbo de la Iglesia en caso de su eventual partida, que abriría un nuevo cónclave para definir al sucesor, un proceso con múltiples connotaciones tanto religiosas como políticas dentro del Vaticano.
Un ejemplo claro de ello fue la extensión del mandato del cardenal Giovanni Battista Re, de 91 años, como decano del Colegio Cardenalicio; y de su vice, el cardenal argentino Leonardo Sandri, de 81, ordenada por Francisco a principios de febrero. Estas medidas, que el Papa tomó de forma anticipada y sin la intervención de los cardenales para elegir a un nuevo decano, tuvo implicaciones políticas de alto impacto.
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El cardenal Re, un veterano operador vaticano, tuvo una influencia significativa en los preparativos y en las conversaciones previas a la elección del próximo Papa. A pesar de que tanto él como Sandri no podrían participar en el cónclave por cuestiones de edad, es considerado una figura neutral y respetada dentro del Vaticano, y podría ayudar a que el proceso de sucesión se llevara a cabo de manera ordenada y conforme a los deseos de Francisco.
Al respecto, fuentes cercanas al Vaticano señalaron que la extensión del mandato de Re, quien supervisaría los preparativos para el cónclave, fue una maniobra para asegurar que el proceso de elección del próximo Papa se desarrollara sin contratiempos. "El período previo al cónclave es más importante porque es allí donde se lleva a cabo el cabildeo", dijo consignó una fuente citada por el medio El Político.
En tanto, se especuló que, con este movimiento, Francisco deseaba evitar que figuras más jóvenes y más identificadas con sectores conservadores del Vaticano, como el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado y uno de los cardenales papables, asumieran roles más protagónicos en el cónclave. Particularmente dada la política "progresista" que imprimió en su papado y que generó un campo de tensiones ideológicas entre liberales y conservadores a nivel mundial. En este sentido, las decisiones del Papa previas a su internación podrían tener un impacto importante en la configuración futura de la Iglesia en caso de que su salud se complique aún más.
La preocupación por la salud del papa Francisco
Desde que asumió el papado en 2013, Francisco fue un líder dinámico, conocido por su estilo accesible y por llevar la iglesia católica hacia una dirección progresista, por lo que no estuvo exento de críticas y polémicas tanto dentro como fuera de la institución. Sin embargo, la constante lucha contra la fragilidad de su salud, exacerbada por un problema pulmonar previo que le costó la extirpación de un lóbulo, aumentó las dudas sobre su capacidad para continuar con la intensiva carga de trabajo que implica ser el representante de la santa sede.
Francisco enfrentó dolorosos problemas de movilidad a raíz de dolencias en su rodilla y diversas complicaciones de salud que lo obligaron a delegar más tareas a sus colaboradores cercanos. Aunque siguió siendo un hombre de gran energía, se vio obligado a moverse en silla de ruedas y a menudo se lo vio debilitado en sus apariciones públicas, lo que generó especulaciones sobre su futuro inmediato. En este contexto, las medidas que tomó para garantizar la estabilidad del Vaticano, y de paso proteger su legado, se volvieron aún más significativas.
A lo largo de su papado, Francisco intentó modernizar la Iglesia Católica. Desde su llegada al Vaticano, impulsó un enfoque más inclusivo en torno a temas como la participación de las mujeres en roles de liderazgo dentro de la Iglesia, y el reconocimiento de la comunidad LGBT+, medidas que le ganaron tanto seguidores como detractores. Enfrentándose a una oposición constante de sectores conservadores, Francisco también lideró la lucha contra los abusos sexuales dentro de la Iglesia en el marco de una escalada de casos que salieron a la luz y provocaron indignación mundial.
Con su salud cada vez más comprometida, el Papa pareció estar priorizando la consolidación de sus reformas, tratando de afianzar las estructuras que permitirían que sus cambios perduraran incluso después de su partida. La designación de figuras clave como la hermana Raffaella Petrini, quien se convirtió en la primera mujer gobernadora de la Ciudad del Vaticano, marcó otro paso en este proceso de modernización que buscó transformar el papel de la Iglesia en el siglo XXI.
El Papa Francisco padece neumonía bilateral y el Vaticano dijo que su cuadro es "complejo"
El Papa Francisco habló en varias ocasiones sobre la posibilidad de renunciar si su salud se lo impedía, como lo hizo su antecesor, Benedicto XVI. Aunque no se confirmó si estaba considerando dimitir, sus recientes movimientos y declaraciones, sumados a su delicada salud, reavivaron el debate sobre su sucesión.
Los observadores del Vaticano coincidieron en que, si bien fue difícil predecir el futuro inmediato del Papa con su reciente hospitalización, la presión sobre su salud podría estar acercando el fin de una era que fue tan transformadora como conflictiva, lo que abriría paso a las tensiones en torno a la sucesión de uno de los puestos más importantes en términos de liderazgo global.
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