Un nuevo estudio develó que los microplásticos que se desprenden de distintos productos cotidianos aparecen cada vez más en el pescado que se consume a diario, a través de la contaminación por microfibras.
Se trata de un estudio realizado por la Universidad Estatal de Portland (PSU), en el Laboratorio de Ecología Costera Aplicada de la PSU y dirigida por Elise Granek, profesora de ciencias ambientales y gestión, donde exigieron adoptar medidas tecnológicas para frenar la contaminación plástica en el medio ambiente.
El trabajo se basa en estudios realizados en el pasado, donde se detectó la presencia de microplásticos en ostras y navajas que se encuentran en el Pacífico. Esta investigación, sin embargo, se enfocó en peces y crustáceos de consumo cotidiano. El objetivo del trabajo fue desde un principio abordar la contaminación de microplásticos y de qué manera estos llegan hasta los consumidores.
De acuerdo a la revista especializada SciTechDaily, el equipo "cuantificó partículas antropogénicas, materiales producidos o modificados por humanos, que encontraron en el tejido comestible de seis especies que son económica o culturalmente importantes en Oregón: pez roca negro, bacalao, salmón Chinook, arenque del Pacífico, lamprea del Pacífico y camarón rosado".
Los microplásticos, la última amenaza para la salud humana
A partir de esa muestra compararon concentraciones de partículas en distintos niveles tróficos para conocer qué y cuánto afectaba al tejido comestible. Las muestras fueron tomadas directamente de barcos pesqueros, supermercados y vendedores de mariscos.
Hallazgos en la investigación sobre la contaminación por microplásticos
Los investigadores encontraron 1.806 partículas sospechosas en 180 de 182 muestras individuales, y la zona de las fibras fueron las más contaminadas.
El trabajo se publicó en la revista Frontiers in Toxicology y allí se detalló que el camarón rosado tuvo la mayor concentración de partículas en tejidos comestibles.
En el otro extremo, el salmón chinook presentó las concentraciones más bajas, seguido del pez roca negro y el bacalao.
“Descubrimos que los organismos más pequeños que muestreamos parecen estar ingiriendo más partículas antropogénicas no nutritivas”, dijo Granek.
Y agregó: “Los camarones y los peces pequeños, como el arenque, están comiendo alimentos más pequeños como el zooplancton. Otros estudios han encontrado altas concentraciones de plásticos en el área en la que se acumula el zooplancton y estas partículas antropogénicas pueden parecerse al zooplancton y, por lo tanto, ser absorbidas por los animales que se alimentan de zooplancton”.
Los resultados de los distintos muestreos localizaron la presencia de partículas en los tejidos comestibles de las especies marinas y de agua dulce de Oregón. “Es muy preocupante que las microfibras parezcan trasladarse del intestino a otros tejidos, como los músculos”, afirmó Susanne Brander, ecotoxicóloga y profesora asociada de la Facultad de Ciencias Agrícolas de la Universidad Estatal de Oregón. Además, agregó que "tiene amplias implicaciones para otros organismos, incluidos posiblemente los humanos también”.
Microplásticos: la amenaza invisible que invade la vida
Los autores destacan, sin embargo, que las personas no deben alejarse de los mariscos en particular, ya que los microplásticos pueden estar en el agua, la cerveza, el pollo o las hamburguesas vegetarianas.
“Si desechamos y utilizamos productos que liberan microplásticos, estos llegan al medio ambiente y son absorbidos por los alimentos que comemos”, explicó Summer Traylor, que dirigió el proyecto. Y contundente, cerró: “Lo que arrojamos al medio ambiente termina en nuestros platos”.
Gi