El primer ministro israelí, Benyamin Netanyahu, afirmó que renunciar a atacar Rafah, en el sur de Gaza, implicaría “perder la guerra” contra Hamas, con el cual los últimos contactos en vistas a una tregua “no han sido muy prometedores”, según Qatar, uno de los mediadores.
Rafah, en el extremo sur de Gaza, es el último gran núcleo de población del estrecho territorio en el que no han incursionado las tropas israelíes.
Cerca de 1,4 millones de palestinos se refugiaron en la localidad huyendo de los bombardeos israelíes en el resto del territorio y malviven ahora en precarios campamentos a lo largo de la cerrada frontera con Egipto.
Ante una posible ofensiva en Rafah, los tres mediadores en el conflicto, Estados Unidos, Qatar y Egipto, intensificaron esta semana los esfuerzos para lograr un alto el fuego. Pero a pesar de las advertencias de la comunidad internacional,
Netanyahu insiste en que el ejército entrará en la localidad, incluso si se logra un acuerdo con el movimiento islamista para liberar a los rehenes capturados el 7 de octubre en Israel. “Aunque lo logremos, entraremos en Rafah”, sentenció en una rueda de prensa retransmitida por televisión.
El primer ministro qatarí, Mohammed bin Abdulrahman al Thani, quien se reunió esta semana con ambas partes en conflicto, advirtió que los esfuerzos para una tregua se vieron obstaculizados por la insistencia de “muchos países” de que un alto el fuego debe incluir más liberaciones de rehenes.
“Los patrones de los últimos días no han sido muy prometedores”, admitió durante la Conferencia de Seguridad de Múnich, en Alemania.
Negociaciones. La guerra estalló el 7 de octubre, después de que Hamas se infiltrara en el sur de Israel, dejando a 1.160 muertos, en su mayoría civiles, según un balance establecido por la AFP en base a datos oficiales israelíes. Los comandos islamistas también capturaron a 250 personas, 105 de las cuales fueron canjeadas por 240 presos palestinos en una tregua de una semana a fines de noviembre. Israel afirma que 130 personas permanecen retenidas y que treinta de ellas murieron en cautiverio.
En respuesta al ataque, Israel lanzó una ofensiva en Gaza que ya ha dejado 28.858 muertos, en su mayoría mujeres y menores, según el Ministerio de Salud del gobierno de Hamas, que gobierna el enclave desde 2007.
El conflicto ha devastado gran parte de este territorio y obligó a 1,7 millones de personas, casi el 80% de la población, a abandonar sus hogares, según la ONU. Israel también impuso un asedio “total” que provoca escasez de alimentos, agua, medicamentos y combustible.
Hamas amenazó con salirse de las conversaciones a menos de que entre más ayuda humanitaria en el norte del territorio, donde las ONG han advertido del riesgo de hambruna. “No se puede negociar mientras el hambre asola al pueblo palestino”, afirmó a la prensa internacional una fuente del grupo islamista, que pidió no ser identificada ya que no está autorizada para hablar del tema.
El jefe de Hamas, Ismail Haniyeh, reiteró la demandas del grupo que incluyen un alto el fuego, la retirada del ejército israelí, el levantamiento del bloqueo y la garantía de un refugio seguro para los desplazados.
Pacientes atrapados. Netanyahu también rechaza las iniciativas de algunos gobiernos occidentales para el reconocimiento unilateral de un Estado palestino, sin esperar a un acuerdo de paz negociado entre ambas partes. “Después de la terrible masacre del 7 de octubre, no puede haber mayor recompensa para el terrorismo que esa y eso impedirá cualquier futuro acuerdo de paz”, afirmó.
Miles de israelíes protestaron ayer en Tel Aviv, acusando a su gobierno de abandonar a los rehenes. El gobierno tiene “las manos manchadas de sangre” gritaron algunos de los manifestantes, insistiendo en la importancia de las negociaciones.
Israel anunció la detención de cien presuntos implicados en actividades “terroristas” durante una operación militar en el hospital Nasser de Khan Younis, uno de los principales hospitales de Gaza.
La incursión acrecentó el temor por los pacientes y el personal atrapados en el establecimiento, uno de los últimos centros médicos que sigue operativo. Según el Ministerio de Salud de Gaza, al menos 120 pacientes y cinco equipos médicos están atrapados sin agua, comida ni electricidad en este hospital.
Los combates en las inmediaciones provocaron cortes de electricidad que pararon los generadores.
Debido a ello, seis pacientes murieron por falta de oxígeno, aseguró el ministerio, añadiendo que también “hay bebés recién nacidos en riesgo de morir”.
El ejército israelí entró el jueves en el hospital alegando que recibió “informaciones creíbles” de que rehenes capturados por Hamas en el ataque del 7 de octubre estuvieron retenidos en el centro y que en el lugar podría haber cadáveres de algunos secuestrados fallecidos en cautiverio.
Israel acusa a Hamas de operar desde hospitales, algo que niega el movimiento palestino, considerado como una organización “terrorista” por Israel, Estados Unidos y la Unión Europea.