El silencio de la madrugada en la avenida Riazanski, al sureste de Moscú, fue interrumpido por una explosión seca y contundente. El teniente general Igor Kirillov, jefe de las Fuerzas de Defensa Nuclear, Biológica y Química de Rusia, salía de su domicilio junto a su ayudante cuando una bomba colocada en un monopatín eléctrico detonó a escasos metros de ellos. Ambos murieron en el acto.
El Comité Investigador de Rusia confirmó los detalles del atentado en un comunicado que apenas ofrece respuestas.
El dispositivo, de una potencia equivalente a 300 gramos de trilita, no sólo destrozó la entrada del bloque residencial, sino que también alteró completamente la calma habitual del vecindario. Al amanecer, la escena era un paisaje caótico: investigadores, expertos forenses y agentes de seguridad se desplegaban entre escombros y acordonaron la zona.
La vocera del Comité de Instrucción, Svetlana Petrenko, apenas pudo confirmar lo obvio: “Se están llevando a cabo actividades de investigación y búsqueda para establecer todas las circunstancias en torno a este crimen”.
Las acusaciones y el rol de Kirillov en la guerra de Ucrania
El nombre de Kirillov no era ajeno al foco internacional. Al frente de las fuerzas de defensa radiológica, química y biológica desde 2017, el teniente general acumulaba denuncias y acusaciones, especialmente desde el inicio de la operación militar rusa en Ucrania en febrero de 2022.
La víspera del atentado, el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) lo había acusado públicamente de coordinar el uso de armas químicas prohibidas en el campo de batalla. Según el organismo ucraniano, desde el inicio del conflicto, se registraron más de 4.800 ataques con este tipo de armamento, en su mayoría mediante granadas K-1.
Las conferencias de prensa de Kirillov solían ser escenarios donde, con tono marcial, denunciaba la existencia de “laboratorios biológicos estadounidenses” en Ucrania. Su figura, condecorada con el título de Héroe de Rusia, representaba la oficialización de esas acusaciones en el discurso del Kremlin.
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Este martes, Kirillov tenía previsto reunirse con periodistas para abordar nuevamente temas sensibles relacionados con la defensa química y biológica.
Mientras los servicios de seguridad rusos se concentran en las pistas del atentado, las miradas apuntan hacia Ucrania.
Fuentes citadas por el periódico Kommersant no tardaron en sugerir que los servicios secretos ucranianos podrían estar detrás del ataque. Para Moscú, Kirillov no era sólo un oficial de alto rango; era un símbolo clave en la narrativa oficial sobre la guerra.
La operación militar rusa, que ya se extiende por casi tres años, consolidó pequeñas pero constantes ganancias territoriales, con Rusia controlando actualmente cerca de una quinta parte de Ucrania.
NG/LT