Los nuevos dirigentes de Siria prometieron el jueves instaurar un "Estado de derecho" tras años de abusos bajo el presidente Bashar al Asad, derrocado en una ofensiva relámpago liderada por islamistas.
Después de una operación fugaz de 11 días, una coalición de movimientos rebeldes, dominada por el grupo sunita radical Hayat Tahrir al Sham (HTS), tumbó el domingo a Al Asad, que huyó a Rusia.
La comunidad internacional está preocupada por el trato que estos gobernantes puedan dar a las numerosas minorías que viven en Siria y varios países han pedido una gobierno "inclusivo".
El portavoz del gobierno sirio, Obaida Arnaut, aseguró el jueves a AFP que los nuevos dirigentes quieren instaurar un "Estado de derecho".
"Todos los que cometieron crímenes contra el pueblo sirio serán juzgados conforme a las leyes", dijo Arnaut.
El nuevo poder va a "congelar la Constitución y el Parlamento" durante un período de transición, en principio de tres meses, agregó.
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"Se formará un comité jurídico y de derechos humanos para examinar la Constitución e introducir enmiendas", indicó el portavoz.
Preguntado por las libertades personales y religiosas, Arnaut afirmó que "nosotros respetamos la diversidad cultural y religiosa en Siria".
El G7, que reúne a las principales potencias occidentales, hizo saber que apoyará un gobierno "inclusivo" y exigió que respete los derechos de las mujeres y las minorías.
El secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, viajó a Jordania para abordar la nueva situación en el país, arrasado y dividido tras 13 años de guerra, e hizo también un llamado a una "transición inclusiva".
Tras la visita de Blinken, que ya está en Turquía para la próxima etapa de su gira, Jordania anunció que el sábado acogerá una cumbre sobre Siria con ministros de Exteriores y diplomáticos de Estados Unidos, Europa, los países árabes y Turquía.
Por su parte Israel justificó los cientos de bombardeos de los últimos días contra instalaciones militares en Siria como una medida para evitar que "elementos terroristas" se apoderen de ellos.
Blinken aseguró que Israel no quiere que los equipos del ejercito sirio caigan en "malas manos", pero indicó que Washington está hablando "con Israel" y con "otros" sobre "qué camino seguir".
Además, en los últimos días, insurgentes apoyados por Turquía libraron combates con las fuerzas prokurdas en el norte de Siria, donde las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), dominadas por los kurdos y apoyadas por Estados Unidos, controlan amplias regiones.
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El miércoles, con la mediación de Estados Unidos, ambas partes pactaron una tregua.
Blinken recordó este jueves que las FDS son "esenciales" para evitar que resurja en Siria el grupo yihadista Estado Islámico (EI).
Para calmar los temores de la comunidad internacional, el primer ministro sirio, Mohamad al Bashir, nombrado hasta el 1 de marzo, quiso mostrarse tranquilizador.
"Garantizaremos los derechos de toda la población y de todas las confesiones en Siria", prometió en una entrevista al diario italiano Corriere della Sera publicada el miércoles.
Bashir también instó a los millones de sirios en el exilio a volver para "reconstruir" el país, de mayoría árabe sunita, pero donde cohabitan numerosas comunidades étnicas y religiosas.
HTS asegura que rompió con el yihadismo, pero sigue en la lista de organizaciones "terroristas" de varios países occidentales, incluido Estados Unidos.
Unos seis millones de sirios, o sea un cuarto de la población, huyeron del país desde 2011, cuando la represión de protestas prodemocráticas desembocó en una guerra que ha causado más de 500.000 muertos.
La agencia humanitaria de las Naciones Unidas declaró el jueves que más de un millón de personas, principalmente mujeres y niños, fueron desplazados en Siria desde que los rebeldes lanzaron la ofensiva.
"Al 12 de diciembre, 1,1 millón de personas fueron desplazadas en el país desde el inicio de las hostilidades el 27 de noviembre. La mayoría son mujeres y niños", declaró la oficina de Asuntos Humanitarios de la ONU (Ocha), en un comunicado.
Tras la caída del clan Al Asad, que gobernó con mano de hierro durante más de medio siglo, los habitantes en Damasco no esconden su júbilo.
"Viendo la gente en las calles, tenemos la impresión que estábamos todos presos bajo tierra y que ahora salimos a la luz del día", dice Razan al Halabi, de 38 años.
LM/HB