Después de pasar 286 días en la Estación Espacial Internacional (EEI), los astronautas Butch Wilmore y Suni Williams finalmente regresaron a la Tierra. Sin embargo, las impactantes imágenes de su llegada han despertado preocupación entre los expertos, ya que su apariencia frágil y demacrada refleja las duras consecuencias de una estadía prolongada en el espacio.
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Los astronautas fueron rescatados en la cápsula SpaceX Crew Dragon, y al aterrizar, el equipo médico tuvo que asistirlos para que pudieran salir y acostarse en camillas, ya que sus cuerpos debilitados no soportaban el peso de la gravedad terrestre. Ahora, serán sometidos a una rigurosa evaluación médica en el Centro Espacial Johnson de la NASA, donde se analizarán los efectos de su larga permanencia en microgravedad.
Pasar meses en un entorno sin gravedad tiene consecuencias drásticas en el cuerpo humano. Entre los problemas más preocupantes se encuentran la atrofia muscular, la pérdida ósea, el deterioro de la visión y los efectos neurológicos.
Pérdida muscular y ósea
En el espacio, la ausencia de gravedad hace que los músculos se debiliten rápidamente. A pesar de que los astronautas realizan hasta dos horas diarias de ejercicio, esto no es suficiente para prevenir la pérdida de masa muscular y densidad ósea. Según estudios de la NASA, un astronauta de entre 30 y 50 años puede perder hasta la mitad de su fuerza muscular tras seis meses en el espacio.
Al regresar a la Tierra, los astronautas suelen sufrir lo que la NASA llama “piernas de pollo”, una condición en la que sus extremidades inferiores se ven delgadas y debilitadas debido al desplazamiento de líquidos y la falta de uso muscular. Esta fragilidad los deja propensos a fracturas y problemas articulares, lo que requiere semanas de rehabilitación para recuperar movilidad y fuerza.
Problemas de visión y deterioro cognitivo
Otro de los efectos más alarmantes de la microgravedad es el síndrome neuroocular asociado a los vuelos espaciales (SANS), causado por la acumulación de líquidos en la cabeza. Esta condición afecta la forma del ojo, inflama el nervio óptico y puede provocar visión borrosa o pérdida de la vista.
Además, los cambios en la presión cerebral, el estrés y la falta de sueño pueden generar un deterioro cognitivo temporal, afectando la memoria, la capacidad de atención y la toma de decisiones. Si bien estos efectos suelen revertirse con el tiempo, los científicos aún estudian su impacto a largo plazo en la salud de los astronautas.
Pérdida de peso y problemas metabólicos
Mantener una alimentación adecuada en el espacio no es tarea fácil. Las náuseas, la alteración del olfato y el gusto, así como la dificultad para preparar alimentos, suelen provocar pérdida de apetito y peso.
Quiénes son Butch Wilmore y Suni Williams, los astronautas varados de la NASA
En noviembre, imágenes de Suni Williams mostraron una notable pérdida de peso, lo que llevó a la NASA a tomar medidas para estabilizar su estado nutricional. Sin embargo, la astronauta desmintió estos rumores y aseguró que, en realidad, había ganado músculo.
Daño por radiación y riesgo de cáncer
Otro riesgo grave para los astronautas es la exposición prolongada a la radiación espacial. En solo una semana en la EEI, el cuerpo humano recibe una dosis de radiación equivalente a un año entero en la Tierra.
La radiación en el espacio puede dañar el ADN y aumentar el riesgo de cáncer, enfermedades cardiovasculares y trastornos neurológicos. Los expertos advierten que los astronautas que pasan largos períodos en el espacio deben ser monitoreados de por vida para detectar posibles efectos a largo plazo.
Un largo proceso de recuperación
Para contrarrestar estos efectos, la NASA ha desarrollado un programa de rehabilitación intensivo que dura al menos 45 días. Este proceso incluye ejercicios personalizados, seguimiento médico y apoyo nutricional para ayudar a los astronautas a recuperar la fuerza muscular, la densidad ósea y el equilibrio corporal.
A pesar de estos desafíos, la exploración espacial sigue siendo clave para el futuro de la humanidad. Misiones como esta permiten a los científicos estudiar cómo se adapta el cuerpo humano en condiciones extremas y encontrar soluciones para los futuros viajes a Marte y más allá.
LV / Gi