El 13 de octubre de 2023, menos de una semana después del devastador ataque de miembros de Hamas contra el sur de Israel, donde los islamistas palestinos mataron a 1200 personas, tomaron decenas de rehenes y se sacaron fotos asesinando, violando y torturando ancianos y mujeres, un extraño artículo se publicó en el diario Maariv, que se edita desde Tel Aviv. La nota, firmada por Jacob Nagel, un oficial retirado de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) con el grado de brigadier general y ex asesor del primer ministro Benjamin Netanyahu, adelantaba que los servicios de inteligencia ya estaban preparando una lista de los militantes de Hamas que habían llevado a cabo la matanza en la zona fronteriza con la Franja de Gaza.
Del tema no se volvió a hablar mucho más, al menos no de forma tan explícita. Sin embargo, cuando se están por cumplir quince meses de la invasión islamista, ya está bien claro que las FDI, el Mossad y otras fuerzas israelíes en efecto pusieron en marcha una nueva campaña de venganza, en este caso contra Hamas y, de paso también Hezbollah, el grupo pro-iraní con base en el sur del Líbano.
Lo que distingue a esta campaña de las dos anteriores (la cacería de nazis lanzada después de la Segunda Guerra Mundial y el asesinato de los responsables de la masacre de atletas israelíes en los juegos olímpicos de Munich de 1972) es sin duda la tecnología: los israelíes saben mucho de inteligencia artificial, de ciberseguridad y de espionaje. Son, además, implacables. La combinación resultó ideal y no solo están cayendo -en combate o asesinados a distancia- los líderes de Hamas sino también los militantes de bajo rango que pasaron por las ciudades y los kibutzim del sur del país a sangre, fuego y violencia.
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Después de más de catorce meses de combates en Gaza, la cacería no se detiene y se puede seguir a través de los comunicados que las FDI difunden en abundancia a través de su cuenta de Telegram. Por ejemplo, el domingo último, 29 de diciembre, uno de esos textos informaba que el ejército de Jerusalén y los servicios de inteligencia habían "eliminado a catorce terroristas de Hamas, seis de los cuales se infiltraron en territorio israelí el 7 de octubre" de 2023.
El comunicado contenía detallada información. En una de las operaciones, soldados de la brigada Givati "asaltaron un punto de reunión terrorista" el 27 de noviembre último en la zona de Jabaliya, donde -en base a reportes de inteligencia- pudieron localizar y "eliminar al terrorista Mohammed Abd al-Hamid Salah", quien "se infiltró en territorio israelí y participó en la masacre del 7 de octubre".
Durante otra incursión en Jabaliya, pero del 26 de noviembre de 2024, murieron Zaher Abd Rabbo Mohammed Shahab y Ali Magad Ali Ramadan, también señalados como participantes de la invasión del 7/10. Finalmente, "hace aproximadamente un mes, el terrorista Mohammed Hamouda, que se había infiltrado en territorio israelí y participó en la masacre del 7 de octubre, fue eliminado" por soldados de la brigada Kfir, completó el comunicado de las FDI.
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En otros casos, la información es más completa. En enero de 2024, por ejemplo, las FDI reportaron la muerte durante una incursión aérea de Adil Mismah, uno de los comandantes de la fuerza Nukhba de Hamas, quien encabezó la matanza en el kibutz Kissufim. Ya a fines de octubre de 2023, apenas semanas después del ataque islamista, los voceros militares israelíes anunciaron la caída de Nasim Abu Ajina, un líder de Hamas, considerado responsable de las masacres en el kibutz Erez y en el moshav Netiv HaAsara.
De Eichmann a Mahmoud Hamshari
La campaña de limpieza de jefes nazis necesitó, en cambio, de años de trabajos de investigación, búsquedas entre papeles perdidos y de asesinos escondidos como se mostró, por ejemplo, en el recordado filme Odessa, de 1974, lanzado en algunos países de América Latina como Los archivos de Odessa. El trabajo de perseguir a los jerarcas nazis estuvo a cargo de personajes de tremenda paciencia, como Simon Wiesenthal, pero también incluyó operaciones espectaculares como el secuestro, en Argentina, de Adolf Eichmann, uno de los arquitectos del sistema de asesinato industrial del Holocausto. Eichmann, como se recuerda, fue levantado por agentes del Mossad y del Shin Bet en la periferia norte de Buenos Aires y llevado de manera clandestina, e ilegal, a Israel, donde fue juzgado en Jerusalén y ejecutado el primer día de junio de 1962.
El proceso de venganza por Munich 72 también fue complejo, pero de alguna manera estableció la política de estado israelí de asesinatos selectivos que sigue hasta hoy con víctimas ilustres en los últimos meses como Yahya Sinwar e Ismail Haniyeh, de Hamas, y Hassan Nasrallah, de Hezbollah.
Todo comenzó el 4 de setiembre, en medio de la segunda semana de los juegos de la ciudad alemana, cuando un comando palestino entró a la villa olímpica para secuestrar deportistas israelíes. En el primer contacto mataron a dos miembros de la delegación israelí y lograron capturar a otros nueve. La desastrosa intervención de las autoridades alemanas, incluyendo el fiasco de las fuerzas de seguridad en el aeropuerto de Fürstenfeldbruck, derivó en la ejecución de los nueve olímpicos israelíes y la muerte de un policía germano y cinco de los terroristas del grupo palestino Septiembre Negro.
Otros tres extremistas fueron capturados durante la fallida operación de rescate pero el gobierno alemán los liberó para destrabar el secuestro de un avión de Lufthansa en octubre de 1974.
La resolución del caso enfureció a la entonces primera ministra de Israel, Golda Meir, quien ordenó poner en marcha el operativo Cólera de Dios para asesinar a los responsables, directos o indirectos, de la matanza. Sin internet ni computadoras portátiles, la campaña se desarrolló al estilo de la vieja guardia del espionaje, como se puede ver en el filme Munich, de Steven Spielberg, que recibió muchas críticas por su credibilidad pero que presenta una buena descripción del ambiente de la inteligencia de la época.
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Cólera de Dios terminó con la vida de varios terroristas palestinos, pero los agentes del Mossad se mandaron varias macanas también, incluyendo el famoso asesinato por error de un camarero marroquí, Ahmed Bouchiki, en Noruega.
Otro caso famoso fue el de Mahmoud Hamshari, en ese entonces representante de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en Francia, en una acción que se puede contar como la precuela de los pagers que explotaron en el Líbano en 2024 o la caída de Yahya Ayyash, el fabricante de bombas en jefe de Hamas, quien murió en su ley cuando una carga explosiva en su teléfono celular estalló junto a su oído en enero de 1996 en el norte de Gaza.
Hamshari también cayó por atender el teléfono, un aparato de los '70 en su departamento de París que los agentes del Mossad habían rellenado con explosivos. El representante de la OLP quedó gravemente herido y falleció un mes después, en enero de 1973, en un hospital de la capital francesa.
Algoritmos en Gaza
Si bien la invasión de Hamas del 7/10 fue un desastre para las FDI y una vergüenza para los servicios de inteligencia que no supieron preverla, al menos los espías estaban ya bien preparados -aunque todavía no lo sabían- para la nueva campaña de venganza, la tercera del estado de Israel. Ya no tenían que lidiar con viejos papeles en alemán para capturar nazis o recorrer Europa con información poco confiable para asesinar a los responsables de la matanza de Munich.
Como dijo Nagel en aquella columna en Maariv, el gobierno de Jerusalén puso manos a la obra apenas se empezaron a contar los muertos de octubre. La ventaja es que los servicios de inteligencia cuentan ahora con enormes cantidades de datos relevados en Gaza, tanto durante las guerras previas contra Hamas como de parte de informantes, satélites y aparatos electrónicos de escucha, entre otras fuentes.
Israel, señaló Nagel pocos días después de la masacre perpetrada por Hamas, "necesita castigar" al grupo islamista, "desde sus líderes hasta el último participante en la ola de asesinatos y matanzas, no importa cuánto tiempo lleve y dónde se escondan". Y las FDI y los servicios de inteligencia están cumpliendo.
Los elementos con los que cuentan los israelíes están a años luz de los de Wiesenthal o los espías de la operación Cólera de Dios. Ya en octubre de 2023 se hablaba de sistemas de inteligencia artificial, como el Fire Factory, diseñado para "seleccionar objetivos aéreos y emprender ataques dirigidos", según comentaba en aquel momento la agencia Bloomberg.
Pero la magnitud del aparato informático activado por Israel para descabezar a Hamas fue delineada recién en estos días en un larguísimo reportaje del Washington Post, titulado "Israel construyó una 'fábrica de inteligencia artificial' para la guerra. La desató en Gaza".
"Después del brutal ataque de Hamas el 7 de octubre de 2023, las Fuerzas de Defensa de Israel inundaron Gaza con bombas, basándose en un banco de datos compilado minuciosamente a lo largo de los años, que detallaba direcciones residenciales, túneles y otras infraestructuras críticas para el grupo militante", escribió la reportera Elizabeth Dwoskin.
Pero, con el paso del tiempo, añadió la nota publicada a fines de diciembre, la base de datos se fue quedando sin información y, "para mantener el ritmo vertiginoso de la guerra, las FDI recurrieron a una elaborada herramienta de inteligencia artificial llamada Habsora -o 'el Evangelio'- capaz de generar rápidamente cientos de objetivos adicionales".
Los críticos de las FDI aseguran que estos sistemas informáticos terminan provocando la muerte de más civiles, incluyendo muchos que pierden la vida a causa de fallas en los algoritmos. Voceros del ejército israelí, consultados por el Washington Post, enfatizaron que, "en todo caso, estas herramientas minimizan los daños colaterales y aumentan la precisión del proceso dirigido por humanos".
Aunque los números de víctimas provistos por el "ministerio de Salud" de Gaza, que es controlado por Hamas, una organización que no es famosa precisamente por decir la verdad, no son muy creíbles (los islamistas hablan de 45.000 muertos, en su mayoría mujeres y niños), lo cierto es que entre la violencia de las FDI y la costumbre de los terroristas de esconderse entre los civiles, la situación en Gaza es horrible.
Pero es en ese triste escenario que la inteligencia artificial está haciendo su entrada a lo grande en el frente bélico.
Dwoskin señaló que el software del Evangelio cuenta con un sistema de aprendizaje automático construido sobre cientos de algoritmos predictivos, que permite a los soldados "consultar rápidamente una gran cantidad de datos".
"Al revisar una gran cantidad de datos de comunicaciones interceptadas, imágenes satelitales y redes sociales, los algoritmos arrojan las coordenadas de túneles, cohetes y otros objetivos militares -agregó el reporte-. Las recomendaciones que sobreviven al veto de un analista de inteligencia son depositadas en el banco de blancos" a atacar.
Además, utilizando el sistema de reconocimiento geográfico del software, los soldados pueden "descubrir patrones sutiles, incluidos cambios minúsculos en años de imágenes satelitales de Gaza" capaces de sugerir, por ejemplo, que Hamas "enterró un lanzacohetes o cavó un nuevo túnel en tierras agrícolas, comprimiendo el trabajo de una semana en 30 minutos".
La nota del Post recordó la existencia de otro dispositivo, el Lavender, de aprendizaje automático y del que ya se habló bastante anteriormente, que está en condiciones de preparar puntuaciones porcentuales "para predecir la probabilidad de que un palestino sea miembro de un grupo militante, lo que permite a las FDI generar rápidamente un gran volumen de objetivos humanos potenciales".
"Otros programas algorítmicos tienen nombres como Alchemist, Depth of Wisdom, Hunter y Flow, el último de los cuales permite a los soldados consultar varios conjuntos de datos y no se había informado anteriormente", indicó el diario de la capital estadounidense.
Son todas herramientas que, para bien o para mal, las FDI y los servicios de inteligencia israelíes están usando para llevar a cabo esta campaña de venganza contra Hamas, contra sus principales líderes y contra los oficiales de rango más bajo. Como adelantó la columna de Nagel, Israel se puso rápidamente a preparar "la base de datos de los criminales" de Hamas, con el objetivo de seguir el ejemplo de Estados Unidos y los jefes de al Qaeda, incluyendo a Osama bin Laden, después de los ataques del 11 de setiembre de 2001.
Y, al parecer, esto no corre solamente para Hamas, Hezbollah o la dirigencia del régimen iraní. El 26 de diciembre, poco después de que la aviación israelí lanzó una incursión sobre blancos islamistas en Yemen en represalia por los cohetes que vienen cayendo sobre la zona de Tel Aviv, llegó también una advertencia para los hutíes.
"Acabamos de ver una operación precisa de la Fuerza Aérea atacando objetivos estratégicos de los hutíes en Yemen", comentó el ministro de Defensa, Israel Katz. "Como dijimos, a quienquiera que dañe a Israel, lo dañaremos. Cazaremos a todos los líderes de los hutíes y los golpearemos como hicimos en otros lugares. Nadie -aseguró Katz- podrá escapar del largo brazo de Israel", que cuenta con tanques, aviones F-35... y algoritmos.