Con el comercio internacional afectado por los aranceles que Donald Trump impuso a las importaciones de bienes brasileños, el presidente Luis Inácio Lula da Silva decidió emprender viaje hacia países de Asia en un cambio de coordenadas económicas y geopolíticas. Hoy desembarcó en Japón, donde lo recibirá el emperador Naruhito y la emperatriz Masako. Luego tendrá múltiples reuniones con el mundo empresarial y el sindical.
También se encontrará con el primer ministro Shigeru Ishiba con quién, señaló, va a “firmar acuerdos estratégicos en ciencia y tecnología, salud y educación. Es una alianza para fortalecer la innovación y el crecimiento” completó. Por último, el jueves continúa viaje a Vietnam, la segunda nación asiática que visitará en esta gira.
La relación bilateral tiene hoy la categoría de Sociedad Estratégica Global, un vínculo que pretenden ampliar en forma considerable en este aniversario 130 de la amistad entre ambos países. “Espero que crezca mucho nuestro flujo comercial. Aguardo que Japón venda más para Brasil y que Brasil venda más para Japón. Sabemos que Tokio importa 60% de los alimentos que consume. Y Brasil se ha transformado en un shopping center de alimentos del planeta”. Lula avanzó un paso más al dar un cariz político a la alianza. Fue cuando señaló que espera “más amistad, más democracia y más multilateralismo”.
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Sobran razones para imaginar un rápido incremento del intercambio: primero, porque Brasil cuenta con la mayor población de origen nipón, fuera del país asiático. Estiman que alcanzan a dos millones de habitantes, la mayoría concentrados en San Pablo. En segundo lugar, ya existe un intercambio comercial proficuo: fueron 11.000 millones de dólares en 2024, con un superávit comercial a favor de los brasileños de 145 millones. Las exportaciones al mercado japonés se componen de carne de aves, carne porcina, celulosa, café, mineral de hierro y aluminio. Precisamente estos dos últimos ítemsque hoy son vendidos a Estados Unidos, deben perder ese mercado a partir del 2 de abril próximo cuando entren en vigencia los aranceles de 25% decididos por el jefe de la Casa Blanca.
Por eso, el mandatario brasileño insiste en que el total del comercio “es poco para los tamaños de Brasil y Japón. Estoy llevando varios ministros, sindicalistas y parlamentarios, porque queremos atraer inversiones japonesas hacia nuestro país. También buscamos que las empresas brasileñas puedan hacer sociedades con las japonesas, especialmente en el área de la transición energética”.
Pese al comentario del líder brasileño, sobre el presuntamente “escaso” intercambio de comercio, Japón es uno de los principales y más tradicionales ejes de exportaciones para Asia. Está en noveno lugar entre los inversores extranjeros en Brasil, con más de 35.000 millones de dólares. La industria automotriz es la que ha recibido los principales aportes de capital japonés. Sin ir más lejos, hubo un acuerdo con Toyota realizado en 2024 por el cuál la compañía desembolsará 2.000 millones de dólares hasta 2030. En cuanto a Honda, la firma comprometió 710 millones para ampliar sus instalaciones
Estos días serán muy exigentes para el jefe de Estado. Este martes tendrá que participar en el Foro Empresarial Brasil-Japón, donde estarán presentes CEOs de grandes compañías del área de alimentos, del agronegocio, de las bebidas pero también del sector aeroespacial. Y por la tarde, se verá con el premier nipón, Ishiba, a quien conoció el año pasado en la reunión del G20 realizada en Río de Janeiro. Ambos deben firmar, entre otros, extensos acuerdos en tecnología, como combustibles sustentables, pesca y recuperación de tierras agrícolas.