INTERNACIONAL
opinión

La izquierda que Maduro no representa

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Boric. “El chavismo no es de izquierda y es una dictadura”, dijo el líder chileno. | afp

El decreto del Tribunal Supremo de Venezuela, que validó la “victoria” de Nicolás Maduro en las elecciones del pasado 18 de julio, generó una dura respuesta del presidente Gabriel Boric. El mandatario chileno calificó al régimen como una “dictadura”, dijo que Chile no reconoce el “falso triunfo” autoproclamado por Maduro y, más tarde, lanzó una frase para el bronce: “Esa no es la izquierda que a mí me representa”.

En su cuenta de X, Boric publicó: “Hoy (jueves) el TSJ de Venezuela termina de consolidar el fraude. El régimen de Maduro obviamente acoge con entusiasmo su sentencia que estará signada por la infamia. No hay duda (de) que estamos frente a una dictadura que falsea elecciones, reprime al que piensa distinto y es indiferente ante el exilio más grande del mundo”.

Si bien esta es la reacción que debería tener cualquier presidente comprometido con la democracia, sorprende que haya sido un mandatario de izquierda el primero en calificar abiertamente y sin complejos de dictadura a Maduro, ante el burdo y último intento del régimen venezolano de erigirse como un gobierno con credenciales democráticas. 

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A nivel regional, la arremetida de Boric aumenta la presión internacional contra la dictadura de Maduro y fija un estándar democrático para los otros presidentes de la región, especialmente para los gobiernos de izquierda que han apostado por acciones más tibias, como la propuesta del mandatario brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, de repetir las cuestionadas elecciones. La postura del presidente chileno subraya la importancia de cuidar y fortalecer la democracia, evitando que los ideales de justicia social se vean eclipsados por la tolerancia hacia regímenes autoritarios.

Es de esperar que su declaración aliente a otros líderes de izquierda a adoptar una postura más firme y sin distinciones en materia de derechos humanos y que impulse un debate más amplio sobre el papel de la izquierda en la región y su relación con las dictaduras.

Aunque sigue sin reconocer el triunfo de Edmundo González, la crítica de Boric al régimen chavista termina legitimando a la oposición venezolana que en las últimas semanas ha emprendido una campaña internacional para develar el fraude electoral y para se les reconozca como ganadores de estas elecciones.

Con esta apuesta audaz, el mandatario chileno, de paso, se posiciona como un líder progresista comprometido con los principios democráticos y los derechos humanos, en Chile y el mundo; permitiéndole crear una nueva narrativa en la política regional, donde el compromiso con el resguardo de la democracia se convierte en un criterio importante para las alianzas políticas. 

Cabe consignar que esta no es la primera vez que Boric muestra un firme compromiso con la democracia. Precisamente una de las razones por las que llegó a la presidencia fue por haber apoyado el acuerdo constitucional que le dio una salida política a la revuelta de 2019, en contra de su propio sector político.

A nivel doméstico, no está tan claro el efecto que tendrá la apuesta de Boric, tanto en lo político como en lo electoral.   

Si bien en la coalición de centroizquierda, Socialismo Democrático, que integran el Partido Socialista (PS), el Partido por la Demócrata (PPD), el Partido Radical (PR) y el Partido Liberal (PL) se cuadraron con la posición del presidente, al igual que su partido, el Frente Amplio; el Partido Comunista (PC) optó por mantener silencio, manteniendo su histórico apoyo al régimen.  

El “Factor Venezuela” ha provocado tensiones entre las distintas almas del gobierno y podría seguir profundizado esta división a un punto sin retorno, en medio de las elecciones municipales y de gobernadores de octubre próximo.

Hace una semana el presidente del PC chileno, Lautaro Carmona, abordó el peligro de disolución en el que entró la alianza de Gobierno, luego que el timonel del PPD, Jaime Quintana, considerara complejo renovar el pacto con el PC, en tanto no cambiaran de posición sobre el régimen de Maduro. El presidente de los comunistas les respondió que si consideran que este tema es una “causa mayor que permitir que el proceso de batallas democráticas siga adelante”, tendrán que darle explicaciones al país, al tiempo que afirmó que, al asociar el régimen de Maduro a una dictadura, se está blanqueando la dictadura de Pinochet.

¿Terminará este tema gatillando la salida de los comunistas del gobierno? ¿O se terminarán cuadrando por la postura del presidente Boric? No es tan evidente, pero cualquiera sea la decisión del PC, lo cierto es que el efecto se reflejará en el resultado de las elecciones de octubre próximo, donde el voto obligatorio y extranjero tendrán una gran incidencia.

En la oposición, en tanto, la jugada de Boric enreda, toda vez que obliga a valorar el desmarque del mandatario de la dictadura chavista y acota la crítica a la falta de reconocimiento de triunfo de González. Aunque hay quienes creen que en los próximos días el mandatario nuevamente caerá en contradicciones y relativizaciones respecto de esta condena. Por lo mismo, seguramente, desde la derecha optarán por subirle el precio a la apuesta del mandatario y lo presionarán para que tome acciones más concretas para empujar el retorno de la democracia a Venezuela y evitar una nueva ola migratoria.

Con todo, es importante reconocer que el frontal cuestionamiento de Boric al régimen venezolano es un acto de coraje que merece reconocimiento, aunque requiere consistencia en el tiempo.

En un continente donde los principios democráticos a menudo se ven comprometidos, su decisión de calificar a Maduro como dictador es un recordatorio de la importancia de mantener una postura firme en defensa de la democracia y los derechos humanos. Es un llamado a la reflexión para todos aquellos que están en política y que creen en un futuro más justo y equitativo. Una lección de que la verdadera madurez política se manifiesta en la valentía de defender lo que es correcto, por sobre las ideologías y sin importar las presiones internas o externas.

Necesitamos fortalecer y cuidar la democracia en la región. Es importante que la izquierda latinoamericana, que en el último tiempo ha coqueteado e instrumentalizado la violencia política, saque lecciones y tome este hito como ejemplo. Necesitamos sistemas políticos que sean rigurosos en la defensa de los derechos humanos y la democracia, distanciándose de cualquier forma de autoritarismo. La democracia es el bien más preciado de una sociedad moderna, justa y equitativa. Tenemos que defenderla y ser muy duros con quienes la vulneran y la ponen en riesgo.

* Director Comsulting