La guerra comercial entre Estados Unidos y China recrudeció este lunes y golpeó a los mercados financieros. La incertidumbre generada por la entrada en vigor de nuevos aranceles de represalia chinos sobre productos estadounidenses llevó a la bolsa de Nueva York a registrar su peor jornada en varios meses. El índice S&P 500 retrocedió un 2,7% y marcó su caída diaria más pronunciada del año, mientras que el Nasdaq perdió un 4%, impulsado sobre todo por un descenso del 15% en las acciones de Tesla y otras grandes tecnológicas.
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Desde Washington, el secretario de Comercio, Howard Lutnick, afirmó este domingo que “no habrá recesión en Estados Unidos”. Según Lutnick, los aranceles globales impulsados por Estados Unidos llevarán eventualmente a que otros países reduzcan sus propias barreras comerciales.
Pero el propio presidente Trump, entrevistado en Fox News, evitó descartar la posibilidad de que Estados Unidos entre en recesión este año. El republicano argumentó que sus medidas constituyen un cambio profundo que implicará inevitablemente un “período de transición”. Trump defendió sus decisiones señalando que durante décadas EE.UU. había sido “estafado” en materia comercial. “No permitiremos más que nos estafen con los aranceles”, sentenció.
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Los aranceles impuestos por China sobre productos estadounidenses intensifican la guerra comercial entre las dos principales economías del mundo. Se trata de una represalia directa tras la reciente decisión del gobierno estadounidense de elevar al 20% los aranceles sobre numerosas importaciones chinas.
Las nuevas tarifas del gigante asiático incluyen aumentos del 10% al 15% sobre una amplia gama de productos estadounidenses, entre ellos soja, maíz, carnes vacunas, frutas, verduras, productos lácteos, mariscos y algodón. La elección de estos productos agrícolas no es casual: China apunta directamente a sectores clave para la economía estadounidense, especialmente en estados agrícolas que tienen gran peso político en Washington.
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Además, en paralelo a las medidas comerciales, China elevó una denuncia formal ante la Organización Mundial del Comercio (OMC), acusando a EE.UU. de violar las reglas comerciales internacionales. También inició una investigación antimonopolio contra la empresa tecnológica estadounidense Google, sumando un nuevo frente de tensión en la disputa bilateral.
Un portavoz de la Asamblea Popular Nacional de China, declaró que “los últimos aranceles de Trump han alterado la seguridad y estabilidad de las cadenas industriales y de suministro globales”.
Para la Argentina, este escenario presenta simultáneamente oportunidades y amenazas. Por un lado, la menor compra de productos agropecuarios estadounidenses por parte de China podría aumentar la demanda de productos argentinos como soja, maíz y carnes. Por otro lado, la incertidumbre global generada por la guerra comercial afecta negativamente la estabilidad financiera internacional, generando mayor volatilidad cambiaria y sobreprecio del financiamiento externo para economías emergentes, incluyendo a Argentina.
En definitiva, la nueva escalada de tensión comercial entre EE.UU. y China coloca a Argentina en una posición delicada. El gobierno argentino deberá aprovechar con prudencia las oportunidades comerciales que surgen, mientras se protege de los riesgos financieros generados por esta confrontación económica global que, lejos de resolverse, parece profundizarse aún más.
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