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RELACIONES EXTERIORES

La disputa entre Lula da Silva y Javier Milei: causas y consecuencias

El inicio de “la extrema frialdad” remonta a la época de la contienda electoral argentina, cuando Milei hizo una reseña ofensiva de Lula: calificó al mandatario de Brasil de “corrupto y comunista”, un gesto fuertemente anti diplomático.

Luiz Inácio Lula da Silva
Luiz Inácio Lula da Silva | Agencia Afp

La acritud en las relaciones presidenciales, en este caso entre el brasileño Lula da Silva y su colega argentino Javier Milei, tienen siempre una causa de origen pero también consecuencias para los países involucrados. El inicio de “la extrema frialdad” remonta a la época de la contienda electoral argentina, cuando Milei hizo una reseña ofensiva de Lula: calificó al mandatario de Brasil de “corrupto y comunista”, un gesto fuertemente anti diplomático; y tomó como factor de justificación de sus opiniones la “prolongada prisión” entre abril de 2018 y noviembre de 2019 sufrida por el jefe de Estado.

No fue el único motivo de desapego entre ambos: “El Loco”, como lo bautizaron en Brasil, cursó a último momento la invitación para el día de su asunción al jefe del Ejecutivo brasileño. Días antes había convidado a Jair Bolsonaro, que no estaba en el poder hacía un año. Esto causa extrañeza, porque a menos que se tratara de alguien que no lee diarios, no se informa por la TV ni por la radio, o no tiene asesores que lo mantengan al tanto, como político Milei tenía que conocer el feroz conflicto entre Lula y su antecesor. Es más, debía haber contado con informaciones sobre el intento de Golpe de Estado que sufrió el líder brasileño el 8 de enero de 2023, con invasiones a los edificios del poder en Brasilia, la Capital Federal, por parte de las huestes bolsonaristas.

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En una entrevista concedida hoy a UOL, uno de los mayores portales periodísticos de este país, Lula confirmó que en Borgo Egnazia, donde a principios de junio se realizó la cumbre del G7, no tuvo intercambios con Milei, a pesar de ambos estar presentes en la reunión. “No conversé con el presidente de la Argentina, porque pienso que el tiene que pedirle disculpas a Brasil y a mí dado que habló demasiadas estupideces”. Con todo, bueno es reconocer que si bien las distancias presidenciales son gigantes, las relaciones diplomáticas y económicas entre ambos países se mantienen relativamente fuertes.

Es el propio jefe del Palacio del Planalto, sede gubernamental brasiliense, el que quiso diferenciar las situaciones. “La Argentina es un país muy importante para Brasil, y Brasil lo es para Argentina. No es un presidente de la República el que va a crear cizaña entre las dos naciones: el pueblo argentino y el pueblo brasileño son más importantes que sus presidentes”.

Según el portavoz de Milei, el periodista Manuel Adorni, “el presidente no hizo nada de lo que tenga que arrepentirse, al menos por ahora”. Desde el punto de vista de la Casa Rosada, “no tiene por qué pedir perdón”. En cierto modo, no deja de ser cierto: Lula no puede exigirle a su colega que pida disculpas públicamente. Además, se sabe que la canciller Diana Mondino, llevó a Itamaraty personalmente una carta de Milei a Lula, donde se retractaba de epítetos del pasado.

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Hay un momento clave que se aproxima en cuanto a la mejora en los vínculos bilaterales. Es la cumbre del Mercosur en Asunción, el 19 de julio. Es cierto que esa cúpula puede verse complicada a la luz de los acontecimientos de hoy en Bolivia: el presidente Luis Arce denunció un “movimiento irregular” de los militares, comandado por el ahora ex jefe del Ejército, Juan José Zúñiga. La destitución del general tuvo que ver con su amenaza de detener al ex presidente Evo Morales. Las posiciones sobre este asunto pueden juntar o dividir las fuerzas entre brasileños y argentinos.

Otro asunto conflictivo es el de los más de 60 brasileños, condenados por delitos de ataque y destrucción de edificios de los tres poderes en Brasilia –el Planalto, el Congreso y la Corte Suprema- en el intento golpista de Bolsonaro y sus adláteres; que se han refugiado en nuestro país. Es un tema complicada y, hasta ahora, el gobierno de Milei ha hecho lo que le han pedido: informar a la cancillería brasileña los nombres de 62 de ellos. Lula pide la extradición de los culpados; pero no es un tema simple, ya que la legislación argentina y del Mercosur es “restrictiva” cuando se trata de casos políticos.