La caída del régimen de Bashar al-Asad desencadenó una mezcla de euforia, incertidumbre y miedo tanto en Siria como en el resto de la región. Tras más de una década de guerra civil, el mandatario sirio, que había gobernado el país desde el año 2000, huyó de Damasco el pasado domingo ante el avance de grupos paramilitares de la oposición, entre los que se encontraba el influyente grupo islamista Hayat Tahrir al-Sham (HTS).
El caótico escenario puso fin a más de cinco décadas de gobierno de la dinastía fundada por el padre de Bashar, Hafez al Asad. El colapso de los Asad, que habían gestionado un sistema represivo para aplacar a la disidencia, provocó todo tipo de reacciones. Desde celebraciones entre los refugiados sirios, festejos en cárceles donde liberaron presos políticos.
Pero también desató la incertidumbre sobre el futuro político del país y el impacto en el mapa de poder en Medio Oriente, considerando los actores que se vieron involucrados en conflictos bélicos, desde Israel a Hezbolá o el propio Irán. En tanto, los responsables del derrocamiento de al-Asad designaron las autoridades para promover un gobierno de transición que "evite el colapso" del país devastado por una guerra civil que provocó 500 mil muertos, millones de desplazados y una economía arruinada a lo largo de trece años.
La transición en Siria
Al día siguiente de la ofensiva relámpago que les permitió tomar Damasco, los rebeldes designaron a Mohamed al-Bashir como primer ministro interino, quien hasta ahora estaba al frente del gobierno de Salvación nombrado por Hayat Tahrir al Sham (HTS) en zonas bajo su control en Idlib.
Para continuar con la transición, el líder de los rebeldes sirios, el islamista Abu Mohamed al Jolani, se reunió el lunes con el primer ministro saliente, Mohamed al Jalali, para coordinar el "traspaso de poder". Tras una serie de conversaciones, se pusieron de acuerdo en materializar "una transferencia de poder" que "evite que Siria entre en un estado de caos".
"Nuestras fuerzas están completando el control de la capital y preservando las propiedades públicas. El nuevo gobierno iniciará sus trabajos inmediatamente después de su formación", dijo a través de Telegram después de un encuentro entre Al Jalali y el líder de HTS, Abú Mohamed al Golani.
Además, el líder islamista, que cambió su aspecto físico en el último mes y utilizó ropa militar de tinte "occidental", aseguró que Siria será un país inclusivo donde se respeten las minorías. En esa línea, prometió que detendrá a los que "propaguen las diferencias sectarias" y "amenacen a miembros de minorías". También dijo que no impondrá un código de vestimenta obligatorio para las mujeres y que garantizará "las libertades individuales" de todos los ciudadanos del país.
"Está totalmente prohibido interferir con la vestimenta de las mujeres o imponer cualquier petición relacionada con su apariencia o forma de vestir, incluidas reclamaciones relacionadas con la modestia", indicó.
La reacción internacional
Las reacciones internacionales ante la caída de Bashar al-Assad fueron diversas. Mientras que algunos países celebraron el fin de una dictadura que dejó un saldo de cientos de miles de muertos y millones de desplazados, otros mostraron su preocupación por las implicaciones de un vacío de poder en la región.
Desde Europa, varios países han expresado su apoyo a una transición pacífica en Siria. El primer ministro de Bélgica, Alexander De Croo, destacó que "la caída de al-Assad abre la puerta a una nueva era para Siria, una que debe ser guiada por el respeto de los derechos humanos y la voluntad del pueblo sirio", según citó AFP.
Sin embargo, la situación no se perfila a ser tan clara, especialmente por la situación humanitaria. La ONU, por su parte, urgió a que cualquier transición política en Siria sea inclusiva y garantice la justicia para las víctimas de las atrocidades cometidas por el régimen. "La comunidad internacional debe unirse para garantizar que los responsables de crímenes de guerra enfrenten la justicia", declaró el portavoz de la ONU, Stephan Dujarric, el pasado lunes.
Por su parte, los gobiernos de Irán y Rusia, principales aliados de Assad durante el conflicto, demostraron signos de incomodidad ante su caída. Rusia, que siempre apoyó al régimen de Damasco en el Consejo de Seguridad de la ONU, se pronunció con cautela ante las noticias sobre la fuga de Assad, afirmando que "no puede confirmar" los rumores de que el ex presidente haya huido a Moscú.
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El parlamento de Siria afirmó este lunes que va a "aceptar la voluntad del pueblo" y en la Plaza de los Omeyas de Damasco muchas personas se congregaron desde temprano para celebrar. "Nunca pensamos que esta pesadilla fuera a terminar", dijo Rim Ramadan, de 49 años, que acudió a la rotonda donde muchos sirios agitaron la bandera con tres estrellas rojas, símbolo de la oposición siria. Al Jolani afirmó el domingo desde la mezquita de los Omeyas de la capital siria que el triunfo de los rebeldes lo era "para toda la comunidad islámica".
Por su parte, Israel, que comparte frontera con Siria, envió tropas a una zona tampón en el este de los Altos del Golán, una zona montañosa que ocupó ilegalmente en 1967 y anexionó años después, en lo que el canciller Gideon Saar describió como una acción "limitada y temporal" por "razones de seguridad".
Pero esa movilización de tropas israelíes "constituye una violación" del acuerdo de retirada de 1974 entre Israel y Siria, advirtió este lunes la ONU. "No debe haber fuerzas ni actividades militares en la zona de separación", señaló Dujarric.
Por su parte, Estados Unidos sostuvo que esa incursión debe ser "temporal". El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, afirmó que la parte del Golán sirio anexionada por Israel pertenecería a su país "para toda la eternidad". El canciller israelí también afirmó que Israel había atacado "armas químicas" en Siria, para evitar que cayeran "en manos de extremistas".
El futuro de Siria y los refugiados
Mientras tanto, en países como Turquía, Líbano y Jordania, donde se encuentran millones de refugiados sirios, predomina una sensación de cautela. En Estambul, miles de sirios salieron a las calles para celebrar la noticia de la caída del régimen, ondeando banderas opositoras. "Es como si la guerra hubiera terminado para siempre", afirmó un joven refugiado sirio en Turquía, citado por BBC. "Hoy, por fin podemos soñar con regresar a casa", agregó.
Sin embargo, no todos comparten el mismo optimismo. Rasha, otra refugiada siria que reside en Berlín, expresó sentimientos encontrados al respecto. "Aunque me da alegría saber que Assad ya no está, no sé si es seguro regresar aún", dijo al medio británico. "El miedo a las represalias, a las tensiones sectarias, y la incertidumbre sobre lo que pasará con nuestra casa me hacen dudar".
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"Llevamos mucho tiempo oprimidos", afirmó la mujer que señaló que todavía hay detenidos en los sótanos y que necesitan los códigos de las puertas para entrar.
En tanto, la reconstrucción del país, sumido en una crisis económica profunda, será otro desafío monumental. Organizaciones como Amnistía Internacional advirtieron que los retornos deben ser voluntarios, dignos y seguros.
Por su lado, el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH), una organización con sede en Reino Unido que monitorea el conflicto, estimó el domingo que al menos 910 personas, entre ellas 138 civiles, murieron desde el inicio de la ofensiva de los rebeldes el 27 de noviembre.
Según los expertos, el gobierno de Al Asad no pudo sostenerse sin el apoyo de sus aliados, ya que su principal respaldo, Rusia, está centrado en Ucrania, e Irán y el movimiento libanés Hezbolá están desgastados por sus enfrentamientos con Israel. Con el régimen derrumbado y un futuro político incierto, la pregunta que se plantea es qué dirección tomará Siria dado que la transición política no será sencilla.
A medida que la coalición de rebeldes liderada por Hayat Tahrir al-Sham (HTS) toma el control del país, las divisiones internas podrían desencadenar nuevos conflictos. Además, la presencia de actores internacionales con intereses contrapuestos -como Rusia, Irán y las potencias occidentales- augura que la reconstrucción de Siria será un proceso largo y difícil.
cd / ds