En un giro dramático en la escalada de violencia en Medio Oriente, Israel confirmó la muerte de un alto oficial de Hezbolá como consecuencia de su ataque aéreo del pasado viernes en Beirut. Se trata de Ibrahim Aqil, comandante interino de la unidad de élite del grupo islamista libanés, quien habría sido asesinado en el marco de la operación "selectiva".
Según un comunicado de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), Aqil era considerado un jugador clave en las operaciones militares de Hezbolá a través de su fuerza especial Radwan, lo que lo convirtió en un objetivo estratégico en el contexto bélico en el que está sumergido el país desde el 7 de octubre de 2023.
Aunque Hezbolá no confirmó oficialmente su muerte de Akil, el grupo reaccionó con fuerza, lanzando más de cien cohetes hacia Galilea Occidental y un importante centro de inteligencia israelí en el norte del país. Su asesinato fue el segundo de un alto comandante de Hezbolá desde el inicio de la guerra en Gaza, después de otro ataque israelí en Beirut que en julio mató a Fuad Shukr, un importante jefe de operaciones del movimiento.
Este ataque fue considerado como una represalia directa por el bombardeo israelí del pasado jueves que, según reportes de la Agencia Nacional de Noticias del Líbano, dejó al menos ocho muertos y 59 heridos en la capital libanesa.
Imágenes del lugar del ataque aéreo mostraron severos daños en varias edificaciones, generando caos en un vecindario denso. Equipos de rescate trabajaron para remover escombros y buscar posibles víctimas, mientras el Ministerio de Salud libanés reportó un aumento en el número de heridos.
Los efectos del bombardeo de Israel al Líbano
La operación que llevó a cabo Israel para dar con el cabecilla de Hezbolá se llevó a cabo en medio de un clima de creciente tensión en la frontera con el Líbano. Las FDI describieron su acción como un "ataque selectivo", enfocándose en un objetivo de alto perfil. Según fuentes militares, el ataque impactó en varios lugares del sur de Líbano, con bombardeos que también alcanzaron once localidades fronterizas.
"El ataque aéreo israelí mató al comandante de la Fuerza Radwan, Ibrahim Aqil, el segundo al mando de su fuerza armada", dijo una fuente cercana a Hezbolá citada por AFP. El hombre también era intensamente buscado por Estados Unidos, al considerarlo "miembro principal" de otra organización que se atribuyó el atentado a la embajada de 1983, que mató a 63 personas.
Tras el ataque, la respuesta de Hezbolá no se hizo esperar. Aproximadamente 120 proyectiles fueron lanzados desde Líbano hacia el norte de Israel, lo que provocó alarmas en los territorios ocupados de los Altos del Golán y Alta Galilea. Aunque algunos de estos proyectiles fueron interceptados, los restos provocaron incendios, mientras que no se reportaron heridos en el lado controlado por Israel.
Los ataques a los beepers en el Líbano
Este ataque aéreo de Israel en territorio libanés no solo dirigió la guerra hacia la frontera norte, poniendo una pausa en la Franja de Gaza, sino que se sumó a un contexto de violencia creciente, que incluyó dos explosiones de dispositivos de comunicación en Beirut a principios de semana.
Estos incidentes, que causaron 37 muertes y más de 2.900 heridos, fueron condenados por el gobierno libanés, que los calificó como violaciones a la soberanía nacional y solicitó una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU.
Hezbolá, por su parte, culpó a Israel de estos ataques y prometió represalias, lo que intensificó aún más la tensión en la región. Los enfrentamientos entre las tropas israelíes y los milicianos de Hezbolá aumentaron considerablemente desde el inicio de la guerra en Gaza el 7 de octubre. Aunque Israel centró su poder de fuego en el enclave palestino, también dirigió sus ataques a la frontera norte con Líbano, controlada por Hezbolá.
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Temor por una mayor escalada en la región
La situación actual generó un clima de miedo y ansiedad entre la población civil de ambos lados. Residentes en el sur del Líbano expresaron su angustia ante la intensidad de los bombardeos, con testimonios que reflejaron el impacto emocional y físico que la violencia causó en sus vidas.
"Vivimos con el temor de una guerra más amplia, no sabemos a dónde ir", compartió una residente de Marjayoun, cercana a la frontera.
Una parte de la comunidad internacional, aquella liderada por Estados Unidos, intentó mediar para evitar que el conflicto de Gaza se expandiera y se convirtiera en una "guerra regional total". Antony Blinken, secretario de Estado de EE. UU., instó a todas las partes a "actuar con moderación" y "evitar acciones que pudieran agravar aún más la situación".
En esa línea se expresó Stéphane Dujarric, portavoz del secretario general de la ONU, Antonio Guterres. El funcionario dijo que estaban "por supuesto, muy preocupados por la creciente escalada" y pidió "máxima moderación" de todas las partes.
Por su parte, el cuestionado primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, retrasó un día su prevista partida a Estados Unidos, donde tenía previsto dirigirse a la Asamblea General de las Naciones Unidas, debido a la situación en el frente norte, según informó un funcionario.
Más temprano el viernes, Hezbolá dijo que había atacado al menos seis bases militares israelíes con salvas de cohetes después de un bombardeo que los habitantes del sur del Líbano describieron como entre los más feroces hasta el momento.
cd cp
