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Hamas quería atacar en 2022, pero lo postergó para sumar a Irán y Hezbollah

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7 de octubre. La inteligencia israelí no supo comprender las señales del ataque que se avecinaba. | cedoc

Hamas planeaba lanzar sus ataques terroristas a finales de 2022, pero los postergó en un intento de sumar a Irán y a Hezbollah, para darles aún más envergadura y así descerrajar el golpe más devastador contra Israel en los cuarenta años de historia de la milicia islámica palestina.

Lo sostuvo el New York Times, que asegura haber tenido acceso a las actas de reuniones secretas de Hamas obtenidas por el ejército israelí, que revelan con detalle cómo se planeó el ataque terrorista, que finalmente se lanzó el 7 de octubre de 2023. 

Según los documentos, Yahya Sinwar, el líder militar de Hamas y hoy el número uno de la organización trató infructuosamente de que Irán y Hamas se incorporaran a la ofensiva, a la que llamaba El Gran Proyecto, para así lanzar un ataque más amplio a Israel, mientras sus milicianos realizaban su incursión sorpresa a través de la frontera. 

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De acuerdo con el New York Times, los documentos también muestran que Sinwar buscó desde un comienzo una respuesta israelí a los ataques que provocara una conflagración regional que finalmente causara el colapso del Estado judío. 

Las minutas fueron descubiertas en una computadora hallada a finales de enero por soldados israelíes mientras registraban un centro de comando subterráneo de Hamas en Khan Younis, en el sur de Gaza, del que los líderes del grupo habían escapado recientemente.

Los documentos de las diez reuniones de planificación muestran que Hamas utilizó como argumento para convencer a Irán y Hezbollah a sumarse a los ataques “la situación interna” de Israel, lo que sería una alusión a la agitación interna, con oleadas de masivas protestas en las calles y una fuerte polarización social, que había provocado el proyecto de reforma judicial impulsado por el premier Benjamin Netanyahu.

Otros factores del contexto que influyeron, de acuerdo con los documentos, fueron el deseo de Hamas de interrumpir los esfuerzos para normalizar las relaciones entre Israel y Arabia Saudita, la ocupación israelí de Cisjordania y los intentos de Israel por ejercer un mayor control sobre el recinto de la mezquita de Al Aqsa en Jerusalén, sagrado tanto en el Islam como en el judaísmo y conocido por los judíos como el Monte del Templo, que se habían incrementado con la llegada al gobierno de sectores ultrarreligiosos.

El líder supremo de Irán, el Ayatollah Ali Khamenei, ha negado públicamente que Irán haya tenido algún rol en el ataque del 7 de octubre. Y la inteligencia estadounidense sostiene que líderes claves del régimen de los ayatolás fueron tomados por sorpresa. Sin embargo, los líderes de Hamas han hablado en términos generales sobre el apoyo que han recibido de sus aliados regionales.

Como se sabe, Irán finalmente atacó a Israel directamente solo meses después, luego de que las FDI mataran en Teherán al líder político de Hamas, Ismail Hanniyeh. Y Hezbollah comenzó a disparar cohetes hacia Israel al día siguiente, el 8 de octubre, un enfrentamiento que se convirtió en guerra total por decisión de Israel, que después de demoler la infraestructura del grupo palestino en Gaza, se concentró en la milicia libanesa, a la que le ha matado ya cientos de combatientes y a su líder icónico, Nasrallah, y bombardea masivamente sus bastión en el sur de Beirut.

En lo que sí tuvo éxito Hamas fue en engañar a Israel. El New York Times revela que en las primeras horas del 7 de octubre oficiales de inteligencia israelíes detectaron que los combatientes de Hamas habían realizado una maniobra inusual, pero no les pareció importante. “Se estima que Hamas no está interesado en una escalada ni en entrar en una confrontación en este momento”, sostiene un memorando ultrasecreto que circuló poco después de las 3 de la mañana, al que el diario tuvo acceso.

Menos de tres horas después, comenzó el ataque.