INTERNACIONAL

Gala Díaz Langou: "No hay que eliminar el estado, hay que lograr que funcione"

La directora del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y Crecimiento (CIPPEC), que integra los grupos del G20, habló sobre el rol estatal en Argentina y la misión que tienen los formuladores de políticas sociales de proponer soluciones para los grandes desafíos que enfrenta el mundo.

Directora del CIPPEC Gala Díaz Langou
Directora del CIPPEC Gala Díaz Langou | Gtlza. CIPPEC

Gala Díaz Langou, directora del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y Crecimiento (CIPPEC) integra los grupos del G20, abocados a cuestiones sociales. Allí participan más de un centenar de Think Thank, además de científicos y académicos, de los países integrantes del bloque. En esta nueva cumbre que se realizará en noviembre próximo en Brasil, la misión de estos formuladores de políticas sociales consiste en proponer soluciones para los grandes desafíos que enfrenta el mundo.

A principios de julio presentaron una lista amplia y larga de recomendaciones al G20, que abarcan desde el combate al hambre a la transformación digital, la reforma de la economía global y la crisis climática. Ya fueron elevadas al staff de sherpas, los encargados en adelante de negociar con las diferentes delegaciones, lo que será la declaración final. Estos grupos, seis en total, abordan también la construcción de políticas fiscales progresistas, de modo que promuevan la equidad social y la inclusión. Todo deberá encajar desde la perspectiva de los derechos humanos. “Abogamos también por mitigar y prevenir los impactos de la pobreza y el hambre, a través de proyectos de sistemas alimentarios, y las garantías de acceso universal a la salud y la educación”, señaló la especialista en una entrevista concedida a este medio.

Díaz Langou admitió, durante la conversación con esta periodista, que en la Argentina “estamos lejos de tener las capacidades requeridas para hacer frente a este tipo de problemas, que además son globales. Esto implicará asumir la articulación internacional, que difiere de la que estamos acostumbrados”. Añadió, en ese sentido, que las respuestas no pasan “por eliminar los Estados; sino por hacerlos funcionar”.

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 —¿Puede el G20 dar respuestas a las demandas sociales del mundo actual, como las guerras, el hambre, la falta de vivienda, la salud y la educación? ¿O se trata apenas de un foro de declaraciones, que no aporta resultados?

—Hay que entender que los problemas sociales, que enfrentan los países que forman parte del G20, también los sufre el resto del mundo. No son propios de cada país; se trata de situaciones compartidas más allá de las fronteras; y, por lo tanto, también requieren ser tratados globalmente para que la solución sea lo más efectiva posible. En particular, en la agenda social del G20, lo que vemos hoy es un retroceso respecto a logros de períodos anteriores. En el objetivo de desarrollo sustentable, la erradicación del hambre en el mundo está peor que hace cuatro años atrás. Esto indica cómo se amplificaron las desigualdades durante la pandemia; y el impacto que esto ha tenido en el hecho de que muchas personas vivan episodios de hambre.

Gala Díaz LangouGala Díaz Langou
Gala Díaz Langou

—¿Solo la pandemia explica que ahora estemos más atrasados que en el pasado en  cuanto a lograr el objetivo de paliar el hambre?

—Estamos hablando de cosas muy básicas y realmente creemos que se precisa una acción mucho más fuerte para la resolución de estos problemas. Creo que Lula está empujando el asunto, en el marco de su presidencia del G20. En particular, el tema del hambre es una de las prioridades a que coloca sobre la mesa en articulación con la Alianza Global contra el Hambre que se conformó. Pero también hay otras demandas y dentro de ellas, ciertamente, la de salud es una de las prioridades. El presidente Lula da Silva impulsó, en su presidencia del G20, un grupo de trabajo específico entre los Gobiernos por el tema de cuidados, entendiendo que es una de las puntas del ovillo de las situaciones sociales que tenemos: de la pobreza en general y, en particular, de la pobreza en la infancia. Estos son los temas que venimos abordando en el T20, que es el grupo de interés conformado por los think tanks de los países miembros, para brindar ideas basadas en la evidencia al G20. En el Grupo 1, que colidero junto con una colega brasilera, estamos planteando estos días recomendaciones concretas. De hecho, hemos tenido una conferencia organizada en el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) de Brasil para presentar ya una síntesis de las recomendaciones. Es bastante novedoso que nuestras propuestas estén ya disponibles en julio. Este es el octavo G20 en el que participo y nunca han estado antes de septiembre u octubre. Esto nos exigió una gran dinámica de trabajo que tendrá un beneficio: va a permitir una incorporación temprana de las iniciativas en el armado de las declaraciones de los líderes, lo que puede enriquecer el debate: ahora tenemos varios meses de acá a noviembre, cuando tenga lugar la cumbre presidencial, para realmente aportar los conocimientos que venimos poniendo sobre la mesa. A los delegados les abre el camino para negociar mejor la solución.

—¿Cree que el proceso de negociación podrá ser más eficiente?  

—Las recomendaciones están concluidas y a principios del mes se presentaron a los sherpas. No sé si los del G20 están todos de acuerdo con la iniciativa de Brasil, especialmente del presidente Lula da Silva. Pero asumo que sí. En todo caso hay interés por parte de las delegaciones de escuchar algunas de las recomendaciones de los grupos. Después hay que ver cuánto de esto se plasma en las negociaciones reales.

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—Esta es una de las recomendaciones que está planteada por el T20. Además de los temas sociales hay otros temas más ligados a la vida económica, que tiene la necesidad de repensar la arquitectura tributaria. Justamente también está centrado en reformar la arquitectura financiera internacional, con el impulso a una política fiscal progresista para reducir las desigualdades y acá te abre un marco bastante amplio. Incluye claro los cambios climáticos, y en este sentido se pone el foco en las corporaciones que más contaminan.

—¿Se habló en algún momento de poner impuesto a empresas multinacionales?

—Básicamente lo que se busca es tener una mirada más amplia de la arquitectura financiera, no tanto la discusión de impuestos específicos, sino el marco en el cual se dan estos impuestos. Lo que prevalece es la intención de estimular el crecimiento económico, tratando de reducir algunas brechas y tratando de mejorar los puntos de situación social problemáticos.  Nuestro foco siempre está puesto en cómo seguir empujando un mayor nivel de desarrollo a nivel global a partir de instrumentos financieros y económicos.

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Y en esta mirada, ¿qué de todo esto será compatible on los estándares de transición verde? ¿Hubo algún análisis sobre la situación de las emisiones y el hecho de que hayan incrementado en vez de disminuir?

—Ahora se está discutiendo exactamente ese tema, hay muchísima polémica en torno a éste y creo que van a haber presentaciones de varios trabajos. Creo que el G20 que viene incorporará formalmente los temas verdes. Hay expertos de primer nivel e investigadores que han venido de distintos lugares del mundo. Ayer se presentó un libro de cómo impacta la política exterior brasileña en el planeta, y el cuidado del clima. Fue escrito por tres de los organizadores de las recomendaciones al G20.

 —Las políticas públicas, fiscales, sanitarias, educativa, y de reducción de las emisiones de CO2, que figuran en las recomendaciones, ¿no exigen acaso un Estado consolidado, capaz de enfrentar las tres dimensiones?

—Yo creo que, en Argentina, si a eso va tu pregunta, nos enfrentamos con el Estado en sus distintos niveles. O sea, tenemos una administración pública y nacional. Hay 24 provincias y más de 2000 municipios. Y a ellos nos referimos cuando decimos Estado en Argentina. Pero es ineludible aceptar, que no tenemos las capacidades que podríamos lograr para hacer frente a este tipo de problemas, que además son problemas globales y que requiere una articulación muy distinta a lo que estamos acostumbrados. Pero no hay que eliminar los Estados. Hay que hacerlos funcionar.

Nuestra mirada parte de concentrarnos en las instituciones; para mejorar lo que no funciona, y sobre todo trabajar en la planificación y en lo que necesariamente debe hacer cada Estado para sumar capacidades. ¿Tenemos que eliminar o reducir el Estado a su máxima expresión? No. Eso no resuelve el problema de la ineficacia que vemos. Sino que además potencia el avance de estos problemas que enfrentamos en esta discusión. La estamos viendo mucho en Argentina, pero al mismo tiempo es cuestión que se viene dando también en otros países. O sea, cada vez son más las discusiones que compartimos, tanto de parte de Brasil como de los países de Europa, por el avance de la extrema derecha.

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 —Hay un tema que es la cobertura y organización de los sistemas de salud. ¿A qué se refiere con eso?

—Lo que nos mostró la pandemia fue el acceso muy desigual a la salud en general y creemos que hay un espacio para promover la cooperación global en lo que es la transferencia de tecnología, en el acceso a la vacunación y a los medicamentos.

Los  asuntos sanitarios deben basarse en el acceso a los servicios, en particular, para las poblaciones más vulnerables. Lo que se está buscando es crear la infraestructura y que se comparta la coordinación en el marco de contextos de crisis, que es lo que nos faltó durante la pandemia. Sobre la salud en general, creemos que hay un espacio para que foros internacionales como el G20 puedan promover la cooperación global, en lo que se refiere a la transferencia de tecnología en cuestiones como la vacuna y medicamentos.

En síntesis, el plan es priorizar la cobertura universal en salud y la organización de sistema sanitario. También se busca apostar la creación de un fondo para el acceso global a vacunas y que pueda desplegar la prevención en última instancia en el contexto de crisis por pandemias.