INTERNACIONAL
ESTADOS UNIDOS

Freno judicial a Donald Trump por deportaciones exprés de venezolanos bajo ley de guerra

(DESDE NUEVA YORK) El presidente estadounidense invocó la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798, usada por última vez durante la Segunda Guerra Mundial, para emitir la orden de expulsión, pero el sábado un juez federal la suspendió, al parecer cuando ya estaba en marcha el proceso de traslado a El Salvador.

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El Salvador | AFP

El presidente estadounidense Donald Trump invocó este fin de semana una ley de 1798, denominada Ley de Enemigos Extranjeros (Alien Enemies Act), para ordenar la deportación inmediata y sin audiencias de inmigrantes venezolanos acusados de pertenecer a la banda criminal Tren de Aragua. La decisión, altamente controversial por la naturaleza excepcional del decreto y sus implicaciones legales, ha generado críticas, demandas judiciales y cuestionamientos sobre sus potenciales efectos en América Latina, especialmente en países receptores de inmigrantes venezolanos como Argentina.

El polémico decreto presidencial se basa en la Ley de Enemigos Extranjeros, utilizada históricamente sólo en contextos bélicos o conflictos armados contra países declarados oficialmente enemigos de los Estados Unidos, como ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial con ciudadanos alemanes, japoneses e italianos. Sin embargo, en este caso particular, Trump aplicó la ley a venezolanos acusados de pertenecer al Tren de Aragua, una organización criminal conocida por tráfico humano, drogas y violencia extrema.
La orden permitiría al gobierno deportar a cualquier inmigrante al que acuse de ser miembro de la banda, sin necesidad de cumplir con los procedimientos migratorios habituales, además de eliminar otras garantías legales previstas por el derecho penal para las personas afectadas.

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Ante esta acción, la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU) presentó rápidamente una demanda judicial para bloquear las deportaciones, argumentando que la ley no es aplicable en ausencia de un conflicto armado o una amenaza real de invasión militar. El juez federal James Boasberg respaldó esta postura, decretando de inmediato que se suspendan todas las deportaciones bajo esta normativa y ordenando que se regrese al país a cualquier inmigrante venezolano que ya hubiera sido deportado bajo esta controvertida interpretación legal.

Durante la audiencia celebrada el sábado por la tarde, Boasberg indicó que actuaba con urgencia porque el gobierno ya estaba trasladando inmigrantes venezolanos a El Salvador y Honduras para su detención. De hecho, El Salvador había acordado recibir hasta 300 migrantes designados como miembros de pandillas por la administración Trump. “No creo que pueda esperar más y debo actuar”, declaró el juez, añadiendo que “una breve demora en su remoción no causa ningún daño al gobierno” y ordenando que cualquier avión en vuelo regrese inmediatamente.

La administración Trump reaccionó con dureza al fallo judicial. Drew Ensign, abogado representante del gobierno, indicó en la audiencia que revelar detalles operativos de las deportaciones comprometería la seguridad nacional, mientras que altos funcionarios gubernamentales insistieron en la necesidad de tomar medidas firmes contra amenazas externas. Tras la audiencia, el gobierno presentó una apelación.

En una declaración posterior, la fiscal general Pam Bondi sostuvo que el juez había priorizado a “terroristas por encima de la seguridad de los estadounidenses” y puesto “al público y a las fuerzas del orden en riesgo”. Bondi agregó que “el Departamento de Justicia está firme en sus esfuerzos por trabajar con la Casa Blanca, el Departamento de Seguridad Nacional y todos nuestros aliados para detener esta invasión y hacer que Estados Unidos vuelva a ser seguro”.

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Este episodio tiene especial relevancia para Argentina debido a la numerosa comunidad venezolana que reside en el país, que en los últimos años ha crecido considerablemente debido a la crisis humanitaria en Venezuela. Una eventual profundización de políticas migratorias restrictivas en Estados Unidos podría incrementar indirectamente la presión migratoria hacia países latinoamericanos, incluyendo a Argentina.

Además, el empleo del término “invasión” por parte del presidente Trump para justificar el uso de esta legislación ha causado alarma en diversos sectores sociales, al considerarse que podría fomentar discursos xenófobos en otros países. En Argentina, donde la integración de la comunidad venezolana ha sido hasta ahora mayoritariamente exitosa, existe el riesgo de que se repliquen o intensifiquen discursos anti migratorios, especialmente en contextos económicos complejos como el actual.

El debate judicial generado en Estados Unidos promete ser extenso y complejo, con potenciales implicaciones que van más allá de sus fronteras. La disputa podría escalar incluso hasta la Corte Suprema, poniendo a prueba hasta dónde puede llegar el poder ejecutivo estadounidense en la interpretación y aplicación de leyes históricas ante situaciones consideradas como amenazas a la seguridad nacional.

Para Argentina, esta controversia es especialmente significativa, no sólo por sus consecuencias inmediatas en la dinámica migratoria regional, sino también por la posible influencia que pueda tener en los discursos políticos internos sobre inmigración, seguridad y derechos humanos.