Tanto palestinos como israelíes celebraron este jueves el anuncio del nuevo| entre Israel y Hamas en la Franja de Gaza, el mayor paso hasta ahora para poner fin a dos años del último capítulo de la guerra. El acuerdo contempla la liberación de los 48 rehenes restantes —de los cuales se estima que una veintena siguen con vida—, a cambio de 2.000 prisioneros palestinos, una retirada parcial del ejército israelí y el ingreso de ayuda humanitaria a la Franja.
Este principio de acuerdo surgió de la propuesta de 20 puntos impulsada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y prevé la liberación de los rehenes israelíes que siguen con vida a cambio de la excarcelación de cerca de 2.000 palestinos. La liberación de los cautivos "debería poner fin a la guerra", declaró el canciller israelí, Gideon Saar; mientras que el referente de Hamas, Khalil al Hayya, afirmó que obtuvo "garantías de los mediadores hermanos y de la administración de Estados Unidos confirmando que la guerra llegó a su final".
Para entrar en vigor, el acuerdo debía ser validado el jueves por el gabinete de seguridad israelí, condicionado por figuras de la ultraderecha que reniegan del acuerdo y promueven la anexión de Gaza, Cisjordania y Jerusalén este. Por su parte, el primer ministro Benjamin Netanyahu, perseguido por la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra y de lesa humanidad, celebró "un gran día para Israel".
Testimonios desde Gaza: "Cautela"
En la Franja de Gaza, la tregua fue recibida con una mezcla de alivio, dolor y recelo. "Una vez que escuchamos la noticia sobre la tregua, nos sentimos felices", dijo Ibrahim Shurrab, desde el campamento de Muwasi, cerca de Jan Yunis. "Le pedimos a Dios que la felicidad continúe para nosotros y para nuestro pueblo palestino, y que podamos regresar a nuestros hogares a pesar del dolor y el sufrimiento", agregó en diálogo con AP.
Nevin Qudeeh expresó: “Sentí el mayor alivio desde que la guerra estalló hace dos años. Estaré aún más feliz cuando pueda regresar a casa. Estamos quedándonos en las calles”.
En Deir al-Balah, chicos y adolescentes festejaron con silbidos y gritos de “Allahu Akbar”, mientras columnas de humo todavía eran visibles en el norte de Gaza por ataques israelíes realizados incluso después del anuncio de la tregua, lo que profundizó el repudio internacional. Según el Ejército israelí, esos ataques formaron parte de la “fase de transición” hacia nuevas líneas de despliegue.
A pesar de las celebraciones espontáneas en Jan Yunis, muchos palestinos residentes de Gaza mantienen la desconfianza. “Estoy feliz e infeliz”, resumió Mohammad Al-Farra. “Hemos perdido a mucha gente, seres queridos, hogares. La situación es muy difícil”. Taghreed al-Jabali, desplazada de Jan Yunis, agregó: “No sabemos si sentirnos felices o tristes. Se perdió toda una generación. Se perdieron dos generaciones, no solo una”.

Reacciones de familiares de los rehenes israelíes
Del otro lado del muro que separa al enclave palestino, en Tel Aviv las familias de los cautivos festejaron con cánticos y música en la Plaza de los Rehenes. “No puedo respirar, no puedo explicar lo que siento... es una locura”, dijo Einav Zaugauker, madre de Matan, uno de los secuestrados. “Matan vuelve a casa. Vuelve a mí, a nuestro país. Tengo miedo de despertarme y descubrir que es un sueño”, escribió también en sus redes sociales.
Ynet Tala Horkin, madre del rehén Maxsim, señaló: “Estoy feliz, confundida, mi cabeza no puede procesar toda la información. Tuve a Maxsim cuando tenía 16 años y medio, no me acuerdo de mí misma sin él".
El optimismo, sin embargo, no es generalizado. “Todavía no me doy cuenta de que está a punto de suceder”, advirtió el argentino-israelí Itzik Horn, padre de Eitan Horn, uno de los últimos rehenes. “Recién cuando lo vea, sabré que se acabó”.

Recuerdos de treguas incumplidas
El escepticismo tiene antecedentes concretos. La psicóloga Fidaa al Araj, desde Deir al Balah, dijo al diario El País que “la capacidad de creer en un alto el fuego definitivo es muy pequeña”. Recordó la tregua acordada en enero pasado que fue rota por Israel para evitar, según señaló, avanzar a una segunda fase que implicaba cesar las operaciones militares. “¿Qué garantías hay ahora?”, se preguntó.
Mohamed, periodista desde el campo de refugiados de Nuseirat, fue contundente: “No soy optimista. La última tregua se violó. Ahora dicen que van a detener los ataques, pero continúan”.
En tanto, la percepción de “promesas incumplidas” es compartida por muchos en Gaza. El bombardeo que mató al periodista Anass al Sharif en agosto, tras haber celebrado simbólicamente la anterior tregua en enero, se convirtió en símbolo del fracaso de aquellos acuerdos.
Alaa Sbaih, una joven de 25 años, envió a El País una imagen de las ruinas de su departamento destruido por un robot militar israelí la noche anterior a la entrada en vigor de la tregua. “Esa casa era la mía”, escribió. “Gracias a Dios que seguimos vivos, pero ya no tengo a dónde volver”.

“La gente celebra haber sobrevivido”
“La alegría que expresan es, en esencia, la de haber sobrevivido al genocidio”, declaró Khalil Abu Shammala, exdirector de la ONG Addameer, ahora desplazado en el sur de Gaza. Sin embargo, advirtió sobre el riesgo de que la tregua sea utilizada para forzar una migración masiva: “Existe la percepción de que Netanyahu ya logró muchos de sus objetivos y que, en la siguiente fase, podría intentar empujar a los palestinos hacia la migración forzosa”.
Faiza, otra desplazada, dice que espera “con los dedos cruzados” poder reencontrarse con sus hijos, evacuados a Egipto antes del cierre del paso de Rafah. “Hemos olvidado cómo expresar la felicidad. Tenemos miedo de caer otra vez en la misma trampa”, confesó en mensajes a El País. Su casa, y las de toda su familia, fueron destruidas. “No habrá casas que recuperar. No habrá familia que recuperar. Por eso pienso en irme a Egipto y empezar de cero”. Pero los gazatíes “ya no se atreven ni a imaginar un futuro en el que el genocidio haya acabado”, señaló Al Araj.
Mientras tanto, 153 camiones con ayuda humanitaria de la ONU, Qatar y la Media Luna Roja cruzaron el paso de Rafah este jueves rumbo a Gaza, donde el bloqueo total por parte de Israel, el uso del hambre como arma de guerra y los desplazamientos de cientos de miles de la ciudad de Gaza motivaron un informe sobre genocidio a cargo de la ONU.
Por su parte, presidente palestino Mahmud Abás celebró el alto el fuego como “un momento histórico”, y declaró: “Tenemos esperanza de poner fin al baño de sangre que afecta nuestro país, ya sea en la Franja de Gaza, en Cisjordania o en Jerusalén Este”. Sin embargo, muchos aún temen un nuevo retroceso. Como dijo Mohamed al-Nashar, de Ciudad de Gaza, citado por AP: “La gente se siente muy cautelosa y temerosa de lo que está por venir”.
CD/DCQ