El papa Francisco rezó este 19 de abril en la basílica de San Pedro, antes de la celebración de la Vigilia del Sábado Santo. El pontífice, que se está recuperando de un grave problema de salud tras haber sufrido una infección respiratoria por la que estuvo 38 días internado, apareció sin las cánulas nasales para el oxígeno y moviéndose en silla de ruedas.
Desde el Vaticano informaron que quiere estar presente el domingo 20 de abril en la bendición Urbi et Orbi, tras la misa en la plaza de San Pedro, pero todo dependerá de su estado de salud. Su presencia está mencionada en el libro de la ceremonia del Domingo de Resurrección y de la posterior bendición desde el balcón de la logia central de la basílica de San Pedro, pero desde la Santa Sede prefieren no dar nada por sentado.
Francisco estuvo ausente en todos los ritos de la Semana Santa vaticana y sólo fue, en la tarde del Jueves Santo, a la cárcel romana de Regina Coeli, para saludar a los presos, una ceremonia que realiza desde el comienzo de su pontificado.
La misa de Resurrección en la plaza de San Pedro será oficiada por el cardenal Ángelo Comastri, mientras que el pontífice aparecería, si su salud se lo permite, para el mensaje de Pascuas desde el balcón, pero el texto lo leerá un colaborador. Luego impartiría la bendición Urbi et Orbi (A la ciudad y al mundo), que se hace exclusivamente en Navidad y en Semana Santa.
El santo padre enfrenta una situación de salud muy compleja por sus problemas respiratorios y fue dado de alta el pasado 23 de marzo. Consultado por los periodistas sobre su estado a la salida de la cárcel de Regina Coeli, respondió, con un hilo de voz desde la ventana del coche que lo trasladaba, “la vivo como puedo”.

El papa Francisco envió las meditaciones del Vía Crucis, pero no pudo estar presente en la tradicional ceremonia
El santo padre escribió las meditaciones que se leyeron el viernes 18 de abril durante el Vía Crucis, pero su complejo estado de salud le impidió estar presente en la caminata.
El Vía Crucis comenzó a las 21:15 horas y pasó por 14 estaciones que representan el camino de Jesús hacía su muerte. Para cada estación, el pontífice escribió un texto. Ante la ausencia del Santo Padre, la oración estuvo a cargo del Cardenal Baldassare Reina, Vicario General para la Diócesis de Roma. “La vía del Calvario pasa por nuestras calles de todos los días. Nosotros, Señor, por lo general vamos en dirección opuesta a la tuya”, arranca la oración preparada por Francisco.

Y, a continuación, expresa que “el Vía Crucis es la oración del que se pone en marcha, interrumpe nuestros recorridos habituales para llevarnos del cansancio a la alegría”.
Los 20.000 asistentes al Vía Crucis rezaron por la paz y la unidad de la Iglesia. Luego, durante un momento de silencio colectivo, Francisco pidió rehacer los lazos de la fraternidad: “Si hoy la Iglesia parece una túnica desgarrada, enséñanos a tejerla de nuevo con tu amor. Tú eres el verdadero Jubileo. Convirtámonos a ti, Jesús, que clavado, todo lo puedes”. Tras estas palabras, los fieles pidieron: “Enséñanos a amar”.
HM / Gi