El iceberg más grande y antiguo del mundo, conocido como A23a, se detuvo el pasado sábado a 70 kilómetros de la isla Georgia del Sur, parte del archipiélago que pertenece a la provincia argentina de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur y está ocupado por el Reino Unido.
El avance del témpano de hielo era observado con atención desde 2020, cuando comenzó a dirigirse hacia el norte desde la Antártida, impulsado por las fuertes corrientes oceánicas. Su trayecto indicaba la posibilidad de que impactara directamente contra la isla y afectara su ecosistema.
La probable colisión del glaciar, que tiene una superficie de 80 kilómetros de longitud y un peso cercano a las 1.000 millones de toneladas, podría afectar el suministro de alimento a los pingüinos y focas bebés.
El temor entre los investigadores del British Antarctic Survey (BAS), especializado en la Antártida, creció en enero de este año, cuando un gran bloque de 19 kilómetros se desprendió del iceberg.
Sin embargo, el pasado 1 de marzo, el iceberg A23a se encalló a 73 kilómetros de la isla ubicada a 1.300 kilómetros de las Islas Malvinas.
De acuerdo al instituto nacional de investigación británico BAS, la posición actual del A23a reduciría los riesgos para el ecosistema de Georgia del Sur. “Si el iceberg sigue encallado esperamos que no afecte de manera significativa la fauna local”, informó el oceanógrafo Andrew Meijers.

En este sentido, se espera que el impacto de la gran masa de hielo en los pingüinos y las focas de la región no sea tan grave como esperaba el organismo británico.
Meijers, director del proyecto Ocean Ice, encargado de la vigilancia por satélite del A23a, explicó que “en las últimas décadas los numerosos icebergs que seguían esta ruta a través del océano Austral se rompieron, se dispersaron y finalmente se derritieron rápidamente”.
Si bien su tamaño disminuye, “a medida que el iceberg se rompe en trozos más pequeños, las operaciones de pesca en la región se vuelven más difíciles o potencialmente peligrosas” indicó el investigador.
Además, advirtió que “los nutrientes elevados por el encallamiento y su deshielo podrían aumentar la disponibilidad de alimento para todo el ecosistema regional, incluidos los pingüinos y las focas”, que dependen de las aguas cercanas para su nutrición.
El impacto del iceberg A23a en la fauna local
El glaciar A23a se desprendió de la plataforma continental antártica Filchner en 1986, y permaneció estancado en el mar de Weddell hasta 2020. En ese momento, comenzó su lento trayecto hacia el norte con las fuertes corrientes del océano Austral.
Desde el 1 de marzo, la masa de hielo se encuentra detenida a una distancia segura de la isla, de acuerdo a los especialistas. Si bien su futuro continúa incierto, es posible que su detención traiga beneficios inesperados para la fauna local.

El investigador Meijers explicó que el derretimiento del glaciar podría aumentar la disponibilidad de alimentos para los animales locales. “Los nutrientes removidos por el encallamiento (del iceberg) y por su derretimiento pueden aumentar la disponibilidad de alimentos para todo el ecosistema regional”, comunicó el oceanógrafo.
Si bien no es posible precisar el trayecto futuro del impactante iceberg, los especialistas creen que el aumento de temperatura de las aguas, la acción de las olas y las mareas provocarán que la enorme masa se fraccione en fragmentos más pequeños para finalmente derretirse.
TV/LT