Es un hecho: la centro-derecha pasó a dominar el mapa electoral de Brasil, en los comicios de este domingo 6 de octubre.
Un conglomerado de partidos de ese sector obtuvo la mayoría de intendentes en las 5.565 ciudades del país. Son el Partido Social Democrático (PSD), el Movimiento Democrático de Brasil (MDB), el Partido Progresista (PP) y el Unión Brasil.
Pero lejos tomar esos resultados como una derrota, para el presidente Luiz Inácio Lula da Silva es un triunfo del oficialismo, ya que todas esas agrupaciones integran la amplia alianza que caracteriza su gobierno.
Fue lo que señaló Alexandre Padilha, ministro de la Secretaría de Relaciones Institucionales, en declaraciones a la prensa, luego de finalizar una reunión del gabinete nacional: “Ese conjunto de partidos tiene ministros en el gobierno federal”, sostuvo; para añadir que “siempre apoyan al gobierno”.
La ultraderecha y la campaña de mentiras
Para el círculo más cercano a Lula, “el tema central de estas elecciones fue la disputa con la extrema derecha de Jair Bolsonaro que, finalmente, quedó más atrás”.
Padilha insistió que “es bueno que varios partidos (del centro y la centroderecha) apoyen a Lula y digo esto porque a veces intentan disminuir nuestro tamaño. Es bueno porque muestra que el gobierno es para la gente”.
Para la segunda vuelta, el 27 de octubre próximo, hubo un compromiso entre todos: apoyar al candidato que enfrente la “ultraderecha de Bolsonaro”. Los centristas, como el ex alcalde de San Pablo Gilberto Kassab, coincidió en parte con ese análisis, al señalar que “el centro venció a la a polarización y hoy es mayor que la derecha”.
La coalición de izquierda encabezada por el Partido de los Trabajadores tuvo este domingo un desempeño razonable en los comicios, si se compara con el año 2020, cuando gobernaba Jair Bolsonaro y Lula da Silva había salido de la prisión unos meses antes.
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Esa alianza llamada Federación Brasil Esperanza, que componen el PT, el Partido Comunista do Brasil (PCdoB) y PV (Verdes), consagró 587 intendentes en la primera vuelta. En particular, el PT logró aumentar su número de alcaldes de 179 elegidos en 2020 a 248 el domingo pasado.
Hubo un partido, el PSDB fundado por Fernando Henrique Cardoso, que cayó literalmente en un pozo. Ellos tuvieron sucesivos gobernadores en el estado de San Pablo, alcaldes de la gran capital paulistana y una difusión federal que en su momento los convirtió en una gran fuerza nacional.
Este año lograron apenas ocupar el 8º lugar entre los partidos con reconocida presencia en Brasil. Es notable como encogió una fuerza política que tuvo durante dos períodos presidenciales a Cardoso comandando el Palacio del Planalto (1995-2002) y que luego fue el gran competidor del PT en las elecciones que consagraron a Lula (2003-2010).
Se ha dicho que la falta de personajes capaces de sustituir a FHC fue uno de los grandes problemas. Otros señalan que también influyó el papel jugado por esta agrupación en el golpe parlamentario contra Dilma Rousseff, en 2016.
Lo cierto es que el Partido de los Trabajadores hoy sustituye, en el gobierno, a la socialdemocracia de los años 90. Tanto que Guilherme Boulos, el candidato de la federación izquierdista, quien pasó a segunda vuelta para enfrentar el derechista Ricardo Nunes, tuvo la mayor cantidad de votos en los barrios de clase media alta de la capital paulista, que tradicionalmente votaban al PSDB.
En las clases medias bajas y pobres los votantes apostaron a Pablo Marcal, que quedó afuera de la 2ª vuelta, y a Nunes, que obtuvo en San Pablo la mayor cantidad de votos.
