Desde Hong Kong
El jefe de Gobierno de Hong Kong, Leung Chun-ying, lanzó ayer un nuevo ultimátum a los estudiantes que se manifiestan en las calles: deben abandonar sus reclamos “para el lunes” o se enfrentarán a un “desalojo forzoso”.
“Las calles deben liberarse –dijo Leung en un discurso por la televisión estatal– para permitir a tres mil empleados públicos llegar a sus trabajos y para que todas las escuelas vuelvan a abrir sus puertas”.
Los grupos congregados en el distrito comercial de Mong Kok vivieron ayer horas de tensión cuando miles de opositores al movimiento Occupy Central rodearon a cientos de jóvenes que pedían elecciones libres. Un cordón policial mantuvo a ambos bandos separados y evitó que provocaciones verbales pasaran a violencia física.
Leung condenó en su mensaje “todo comportamiento de violencia”, y lanzó un llamado a la tranquilidad.
Los activistas acusaron al gobierno de usar a la mafia para dispersar manifestantes. “El gobierno utilizó fuerzas organizadas y bandas de tríadas (la mafia local) para intentar la disuasión de los ciudadanos”, dijo James To Kun-Sun, legislador demócrata.
Los hongkongeses tienen una variedad de quejas y muchas se vuelcan en el movimiento. Esta diversidad en la agenda y la falta de una dirigencia unificada hace que las acciones se descoordinen y no sea posible entablar diálogo con el gobierno. Apenas se ve un objetivo en común: sufragio universal libre.
“Estoy de acuerdo con que haya democracia, pero no con todos los reclamos que hay aquí”, dijo Jack Chan, un estudiante, a PERFIL, luego de recorrer por primera vez el sitio de la protesta.
Mientras alas más duras de los estudiantes amenazan con ocupaciones y violencia, sectores conciliadores buscan alternativas pacíficas para superar la situación.
Los grupos más determinados impiden el acceso a la sede del Ejecutivo local desde el viernes. “Aquí está la manifestación real, en las calles principales se sacan fotos”, dijo Kei Chan, una de las manifestantes.
Los piquetes cancelaron las clases en el centro de la ciudad y dificultan la actividad económica. El gobierno arguye que el principal problema de los reclamos no es la oposición al sistema, sino los inconvenientes para el ciudadano común y a la imagen de esta ciudad como centro global de negocios.
“Nuestra reputación y competitividad estarán bajo riesgo si las operaciones de negocios son afectadas por un tiempo prolongado”, dijo Gregory So, secretario de Comercio de Hong Kong en un discurso ante pymes locales.
Cuando Hong Kong volvió a China en 1997 acordó con Gran Bretaña que el territorio sería autónomo y elegiría a su jefe ejecutivo, su máxima autoridad, por sufragio universal. Sin embargo, el parlamento de Beijing decidió que la votación fuera directa, pero sobre la base de candidatos propuestos por el PC chino. Luego de meses de llamados a negociar y manifestaciones pequeñas, los estudiantes y el movimiento Occupy Central with Love and Peace lanzaron estos bloqueos de calles.