Alois Brunner fue uno de los criminales de guerra nazis más buscados del mundo, fue asesor de la dictadura de los Assad en Siria y terminó muriendo en una de las terribles prisiones del régimen.
Como ayudante del "arquitecto de la Solución Final" Adolf Eichmann, durante la Segunda Guerra Mundial Alois Brunner (1912-2001) supervisó las deportaciones de judíos de países como Francia y Austria y llevó a cabo interrogatorios que supuestamente dejaron manchas de sangre y agujeros de bala en las paredes de su oficina.
Tras la guerra, comenzó una verdadera cacería para dar con Brunner, quien se refugió en Siria bajo la protección del dictador Hafez Al Assad, el padre y antecesor del presidente Bashar Al Assad, que esta semana fue derrocado por grupos rebeldes después de una sangrienta guerra civil.
Brunner había huido a Siria en la década de 1950 desde Alemania Occidental y sirvió más tarde como asesor del régimen sirio sobre tácticas de tortura antes de caer en desgracia y pasar más de una década encarcelado en un sótano ruinoso de Damasco.
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Nacido en Austria en 1912, Brunner se unió al Partido Nazi en 1931 y a las SS en 1938, y dirigió la Oficina Central para la Emigración Judía, con sede en Viena, entre 1939 y 1943, según el centro de investigación del Yad Vashem.
El ex capitán de las SS fue descrito una vez por Adolf Eichmann -quien fue ejecutado en Israel en 1962 después de ser capturado por el Mossad en Argentina- como uno de sus mejores hombres y su "mano derecha".
Eichmann confiaba en él y lo enviaba a supervisar las deportaciones cuando sentía que avanzaban demasiado lentas.
El criminal pasó gran parte de su tiempo capturando y asesinando judíos que habían huido a la relativa seguridad de la zona ocupada por Italia en la Riviera Francesa.
Estaba a cargo del campo de internamiento de Drancy, en las afueras de París, donde se retenía a los judíos capturados en Francia antes de enviarlos a los campos de exterminio. Cuando tomó el control del campo, en 1943, "las condiciones de los reclusos se deterioraron rápidamente y se intensificaron las deportaciones a Auschwitz", dice el Yad Vashem.
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Se cree que envió a campos de exterminio a 128.500 judíos, entre ellos 47.000 de Austria, 44.000 de Grecia, 23.500 de Francia y 14.000 de Eslovaquia. La mayoría fueron asesinados.
El cazador de nazis Simon Wiesenthal escribió en sus memorias en 1989: "Entre los criminales del Tercer Reich que aún siguen vivos, Alois Brunner es sin duda el peor. En mi opinión, fue el peor de todos los tiempos. Mientras Adolf Eichmann elaboraba el plan del Estado Mayor para el exterminio de los judíos, Alois Brunner lo ejecutaba".
El historiador israelí nacido en Estados Unidos Efraim Zuroff lo definió como "un antisemita fanático, un sádico y una persona totalmente dedicada al asesinato en masa del pueblo judío europeo".
Después de la guerra y la caída del nazismo, Brunner se les escapó de las manos a los aliados y salió de Alemania hacia Egipto en 1953 con un pasaporte con el nombre de Georg Fischer.
Trabajó durante un tiempo contrabandeando armas para el movimiento independentista argelino, el FLN, antes de mudarse a Siria al año siguiente. Aunque los servicios de inteligencia israelíes no tardaron en seguir sus huellas, las autoridades sirias negaron su presencia en el país.
Durante la persecución, sobrevivió a intentos de asesinato supuestamente llevados a cabo por el Mossad: recibió dos cartas bomba que le provocaron la pérdida de tres ojos y un dedo.
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Alois Brunner: "Mi único arrepentimiento es no haber asesinado a más judíos".
Los crímenes de Brunner quedaron expuestos cuando Eichmann fue juzgado en Israel en 1962.
Durante el proceso se supo que había intentado organizar el secuestro del Dr. Nahum Goldmann, presidente del Congreso Judío Mundial, para poder intercambiarlo por Eichmann, pero el plan fracasó cuando ex comandantes nazis se negaron a participar y Wiesenthal se enteró.
Aunque nunca fue llevado ante la justicia, en 1954 Brunner fue declarado culpable de crímenes de guerra en ausencia por los tribunales franceses y condenado a muerte. En 2001, otro proceso francés lo condenó a cadena perpetua por la detención y deportación de 345 niños.
En una entrevista con una revista alemana, en 1985, en la que le preguntaron si se arrepentía de algo, Brunner dijo: "Mi único arrepentimiento es no haber asesinado a más judíos".
Dos años después, una entrevista con el diario estadounidense Chicago Sun Times, dijo que no se arrepentía de su participación en el Holocausto. "Todos ellos merecían morir porque eran agentes del diablo y basura humana. No me arrepiento de nada y lo volvería a hacer", dijo Brunner.
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Recibido por Hafez Al Assad, Brunner vivió en la calle George Haddad de Damasco, donde tenía como vecinos a otros criminales nazis prófugos, entre ellos Franz Stangl, ex comandante de los campos de exterminio de Sobibor y Treblinka.
"Brunner acabó en Siria, un régimen que tiene relaciones poco amistosas con los judíos y un historial de derechos humanos bastante despreciable, y participó", dijo Deborah Lipstadt, profesora e historiadora del Holocausto en la Universidad Emory. "No se limitó a pescar durante los siguientes 30 años. Participó y aparentemente asesoró a Assad".
"En una dictadura como Siria, era intocable mientras el dictador no quisiera deshacerse de él", relató el historiador francés cazador de nazis Serge Klarsfeld.
A cambio de la protección del régimen, Brunner asesoró a Assad sobre métodos de vigilancia, tortura e interrogatorio desarrollados por los nazis. Entre estos métodos recomendados estaría la "prensa de hierro", que fue utilizada para aplastar y ejecutar prisioneros.
Otro de los métodos de tortura recomendados por Brunner fue la "silla alemana", un potro de estilo medieval utilizado para estirar la columna vertebral de la víctima.
Brunner "entrenó al círculo más íntimo de Assad. Recibía un salario del régimen de Damasco. El régimen de Damasco lo vestía y lo alojaba", relató el periodista Hedi Aouidj. Además, dijo que Brunner fue efectivamente un empleado del gobierno sirio, donde entrenó al personal de alto nivel de los servicios de inteligencia.
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"Este aparato complejo, dividido en numerosas dependencias que se vigilan y se espían entre sí y que funciona según una compartimentación absoluta, se basa en un único principio: controlar el país mediante el uso del terror sin límites", escribieron Hedi Aouidj y su colega Mathieu Palain.
Después de la caída de Assad, Amnistía Internacional dijo que decenas de personas fueron ejecutadas en secreto cada semana en Sednaya, y estima que hasta 13.000 sirios fueron asesinados entre 2011 y 2016.
Los movimientos de Brunner se volvieron cada vez más restringidos en los años 1980 y 1990 después de que concediera varias entrevistas violando las órdenes del presidente Assad de mantener un perfil bajo.
Brunner estuvo desde 1989 prácticamente bajo arresto domiciliario en su apartamento del barrio diplomático de Damasco y en 1996, Hafez Al Assad ordenó que encarcelaran a Brunner por tiempo indefinido en una prisión "por razones de seguridad".
Según el testimonio brindado por un guardia, "cerraron la puerta y nunca más la abrieron". Se dice que un comandante sirio dio instrucciones a los carceleros: "No maten a este cerdo, pero tampoco intenten mantenerlo con vida".
El criminal vivió en condiciones inhumanas en un sótano. Lo único que tenía para comer eran "raciones del ejército, una porquería, y un huevo o una papa. Tenía que elegir entre una cosa y la otra". El carcelero dijo que "ni siquiera podía lavarse".
Brunner sobrevivió al propio Hafez, quien murió en 2000 y fue sucedido por su hijo Bashar. Y aunque hubo grandes esperanzas de que el ex oftalmólogo fuera diferente, continuó con el régimen de terror de su padre y no entregó a Brunner.
En 2014, el Centro Simon Wiesenthal retiró a Brunner de su lista de criminales nazis más buscados y sus colaboradores. El entonces director del centro, Efraim Zuroff, afirmó que era "casi seguro" de que el ex oficial de las SS había muerto cuatro años antes pero que nunca habían podido verificarlo.
Tres años después, una investigación de la revista parisina Revue XXI confirmó que Brunner murió en 2001 y citó a uno de los guardias de Brunner diciendo que "sufrió y lloró mucho en sus últimos años, [y] todo el mundo lo escuchó".
Según el testimonio recogido por los periodistas Hedi Aouidj y Mathieu Palain, el nazi fue enterrado en un lugar secreto del cementerio Al-Affif de Damasco. "Hasta el final, mantuvo intacto su odio a los judíos, así como su fe en el nacionalsocialismo", dijo Klarsberg.
Las lecciones de tortura y exterminio de Brunner fueron bien adoptadas por los Assad en Siria, cuyo régimen dictatorial de medio siglo terminó esta semana con el derrocamiento y exilio de Bashah Al Assad.
Los investigadores de la ONU dicen que han compilado listas secretas de 4.000 autores de crímenes graves en Siria y esperan que la caída de Bashar al-Assad ayude a garantizar la rendición de cuentas hasta el nivel más alto.
Bajo el reinado del terror de los Assad, los opositores eran enviados a la famosa prisión de Sednaya, cerca de Damasco, de donde provienen miles de testimonios y pruebas de tortura, privaciones, hambruna y ejecuciones sumarias.
La Asociación de Detenidos y Desaparecidos de la Prisión de Sednaya (ADMSP) estima que más de 30.000 personas fueron ejecutadas o murieron como resultado de la tortura, el hambre o la falta de atención médica entre 2011 y 2018.