Como en toda Sudamérica, Ecuador no puede escapar de la polarización y de la clásica disputa entre izquierda y derecha. Hoy vuelven a enfrentarse el presidente y empresario Daniel Noboa y la abogada correísta Luisa González, en un balotaje que se anticipa muy reñido.
Las elecciones también tendrán los típicos condimentos de la región, como el malestar económico de la población, la alta desocupación y la pobreza, con un condimento extra en este país del Pacífico: la violencia inusitada a raíz del crecimiento de las bandas del narcotráfico.
La primera vuelta electoral demostró una polarización total en el país. Noboa sacó el 44,17% y González 44%, una diferencia mínima. Los demás candidatos, incluso los de mayor peso como los que responden a sectores indígenas, apenas llegaron al 5%.
Estos comicios serán también una especie de plebiscito sobre las políticas de Noboa, que viene gobernando desde hace dos años. Joven, de 35 años, e hijo de un empresario bananero, le gusta exhibirse como un liberal de derecha, aprovechando la ola de esta corriente a nivel mundial.
Todo su gobierno lo basó casi exclusivamente en resolver el tema de la inseguridad, que tanto preocupa a los ecuatorianos. Aplicó “mano dura” contra las pandillas de narcotraficantes, pero hasta ahora no logró frenar el derramamiento de sangre.
Ecuador soporta tasas récord de homicidios, extorsiones y todo tipo de delitos producto de las bandas que dominan vastas zonas del país. El dinero y las armas fluyen con fuerza bajo el control de los pequeños carteles, que adquieren la cocaína en Colombia y Perú para procesarla y enviarla a los mercados de Asia, Europa y Estados Unidos, donde el valor se duplica o triplica.
En un intento sobreactuado por demostrar firmeza y luchar contra los carteles, el mandatario declaró el estado de emergencia, sacó a los militares a la calle y llegó a contratar como asesor activo al cuestionado Erik Prince, exjefe de Blackwater, la compañía de mercenarios estadounidense. Varias veces se lo vio a Prince liderando operativos militares en Guayaquil.
El propio Noboa apareció con chaleco antibalas encabezando algún despliegue policial. Pero los ecuatorianos siguen frustrados por la falta concreta de resultados. En los dos primeros meses del año hubo 1.500 homicidios, el inicio de año más sangriento de las últimas décadas.
A esto se suman algunos problemas tradicionales en la región, como las falencias económicas, los problemas fiscales del Estado, la corrupción y la falta de empleo, que también influyen entre los votantes, muchos de los cuales aún le dan crédito a Noboa.
La producción petrolera, que en su momento ayudó al país a elevar su nivel de ingresos, viene en caída. Desde 2020, la producción de crudo no supera los 500 mil barriles diarios debido a la falta de inversión y la caída del precio.
Esto llevó la deuda pública al 57% del PBI, según los últimos datos del Fondo Monetario. Casi una cuarta parte del país es pobre, mientras que el desempleo y el subempleo alcanzan el 23%.
No es un panorama alentador para Noboa en esta segunda vuelta. Para colmo, se enfrenta a una mujer carismática y con peso en la sociedad, como Luisa González, que impulsa un cambio de centroizquierda, donde le da mayor poder al Estado y a las políticas sociales.
En la primera vuelta, González, respaldada por el expresidente Rafael Correa, consiguió la mitad de los votos en juego con la promesa de combatir la pobreza, aliviar el costo de vida y mejorar los deteriorados servicios públicos.
Tener a Correa como soporte tampoco favorece mucho a González. Hay un sector social muy crítico con el expresidente, condenado por corrupción y refugiado en Bélgica, que viene votando a Noboa más por oposición al correísmo que por sus capacidades y políticas. De hecho, Correa no apareció en la campaña política, evitando complicar a su alfil.
La comunidad indígena, de mucho peso en las elecciones, también está dividida. Un segmento mayoritario se vuelca a favor de González por sus políticas pro Estado, pero otro sigue indignado con el correísmo.
Los analistas no se atreven a predecir ningún resultado concreto. Algunos ven a González con grandes posibilidades de convertirse en la primera mujer presidenta de Ecuador, pero otros dudan y temen que la polarización termine favoreciendo a Noboa. Los sondeos dieron una empate técnico.
Ambos candidatos ofrecen soluciones muy diferentes para los graves problemas del país. Y las promesas ya no alcanzan para cubrir las expectativas de la población.
Luisa González
Carisma
Es una abogada carismática, firme y disciplinada, que le dedica mucho tiempo al gimnasio. Anhela ser las primera presidenta electa en Ecuador y recuperar así el poder para la centroizquierda. Deportista y amante de los tatuajes, González tiene 47 años y es madre soltera. El oficialismo la acusa de ser un títere de Rafael Correa, un exmandatario que divide a los ecuatorianos. Ella es enfática: “Quien va a gobernar es Luisa González”. Es evangelista y se opuso a despenalizar el aborto. Dice que atacará la desigualdad y la corrupción.
Daniel Noboa
Gestión
De discursos breves, mirada recia y custodiado siempre por un fuerte esquema de seguridad, Daniel Noboa aspira a la reelección con el compromiso de redoblar su apuesta para enfrentar a un narco envalentonado. Con poca experiencia política, a los 35 años se convirtió en el mandatario más joven en la historia de Ecuador. Nacido en EE.UU. y graduado en prestigiosas universidades extranjeras, fue elegido para completar hasta mayo el período de Guillermo Lasso, quien llamó a elecciones anticipadas.