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opinión

Cumbre OTAN: futuro y gravitación de Estados Unidos

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Washington. La cita 75 de la Alianza Atlántica. | cedoc

Del 9 al 11 de julio, tuvo lugar la Cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Washington D.C. en la que se celebró su 75 aniversario, demostrando unión y fortaleza de los 32 estados miembros, incluyendo la adhesión de Suecia de este año. El enemigo común y la amenaza de ser atacados, que llevó a su creación, ha vuelto como nunca antes, a partir de la anexión de Crimea en 2014 por parte de Rusia y su posterior invasión a Ucrania.

Esta cumbre tuvo como eje central el contexto estratégico de la invasión de Rusia a Ucrania en febrero de 2022 y que ya marcó las dos anteriores: Madrid (2022) y Vilna (2023). En ese sentido, la realizada recientemente en Washington fortalece decisiones tomadas con anterioridad en relación con el apoyo a Ucrania, tanto en ayuda militar como diplomática y política. Solo por parte de Estados Unidos, la asistencia militar, ha superado los 175 mil millones de dólares y se han comprometido 40 mil millones de dólares para los próximos años.  Uno de los mayores desafíos es encontrar un balance con los aportes de los aliados europeos, quienes tienen que ampliar su base industrial militar para hacer sostenible el apoyo en el tiempo. La posible incorporación de Ucrania a la Alianza con diferencias en relación con la fecha y a la necesidad de esperar a la finalización del conflicto (ya que, según el artículo 5 del Tratado, si un estado miembro es víctima de un ataque armado, los otros estados consideran el ataque dirigido al conjunto de países) ha sido señalada como “irreversible”.  Restaría evaluar si Rusia no lo interpretará como una amenaza directa a su integridad territorial y soberanía, lo que justificaría la utilización de armas nucleares.

El despliegue de armas nucleares tácticas en Bielorrusia, los ejercicios iniciados por Rusia en mayo pasado provocado por las “amenazas” de funcionarios occidentales, ponen al descubierto la compleja y peligrosa dinámica de la disuasión nuclear. De este modo, agrupa a los europeos bajo la garantía de disuasión con Estados Unidos, de acuerdo con el concepto estratégico del Grupo de Planes Nucleares de la OTAN, prolongando el conflicto y creando las condiciones para su utilización.

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El liderazgo y la gravitación de Estados Unidos en la OTAN ha sido fundamental y las próximas elecciones en ese país tuvieron una presencia sustancial durante la Cumbre. Era la oportunidad de Joe Biden para demostrar su vitalidad, salud cognitiva y aptitud para ser el candidato demócrata y la necesidad de “blindar” la Alianza ante la perspectiva de la vuelta de Donald Trump a la presidencia, quien ha criticado abiertamente el financiamiento de la OTAN y ha dicho públicamente que los europeos deben hacerse cargo de su propia seguridad, haciendo alusión a las garantías contra Rusia y a la política hacia Ucrania de la Administración actual.

El desbalance en el financiamiento ha cambiado sustancialmente en los últimos años, hoy 23 de los 32 miembros alcanzan al 2% o más, de su PBI en gastos en defensa y la falta de cumplimiento en los pagos por parte de algunos miembros, está en vías de solución. La aproximación hacia la OTAN varía entre los dos candidatos, mientras Biden tiene una visión más tradicional de defensa colectiva; Trump se inclina al aislacionismo de Estados Unidos. Los europeos están buscando cierta autonomía y una defensa colectiva frente a Rusia, aunque la percepción de la amenaza difiere en relación con el nivel de proximidad con ese país, como es el caso de Lituania. Este país se ha retirado de la Convención sobre Municiones en racimo, argumentando la utilidad militar de esas armas y el poder disuasivo en el caso de una intención de invasión por parte de Rusia. El Comité Internacional de Cruz Roja (ICRC por sus siglas en inglés) ha expresado su preocupación por el precedente que puede crear esta decisión; argumentado que estos tratados “reducen el sufrimiento humano, protegen civiles y mitigan los peores efectos de la guerra”. Bastaría contraargumentar que las municiones en racimo, recibidas por Ucrania desde Estados Unidos, no han tenido ningún efecto disuasorio para la Federación Rusa.

Otro de los temas centrales de la Cumbre ha sido la elección del nuevo secretario general, luego de diez años de Jens Stoltenberg, quien coincidió con la revitalización de la Alianza. Mark Rutte, ex primer ministro de Países Bajos, político experimentado en la conformación de gobiernos, de una simpatía sin igual y una austeridad propia de los protestantes, tendrá el desafío y la responsabilidad de mantener la unión de la Alianza y la relación entre Europa y Estados Unidos, un reto extra en el caso de ganar Trump la presidencia.

La declaración final de la cumbre hace un llamado a la República Popular China con responsabilidad emergente de ser miembro del Consejo de Seguridad, a cesar todo “apoyo material y político al esfuerzo bélico de Rusia”, lo que provocó una dura respuesta por parte de Pekín. Asimismo, esta relación, ha acercado a la OTAN a fortalecer su alianza con Indo-Pacifico; Australia, Corea del Sur, Japón y nueva Zelanda, quienes están participando al más alto nivel.

Los posicionamientos con respecto a Taiwán y el conflicto en Medio Oriente tendrán también, ocupados a la OTAN los próximos años, el éxito en haber aumentado la disuasión y de haber mantenido un equilibrio muy delicado al momento de no permitir que un conflicto puntual escale a un conflicto global forma parte de la esencia defensiva de la Alianza, la cual goza de excelente salud a sus 75 años de su creación.

 

*María Pía Devoto es la coordinadora de la Red de Seguridad Humana en América Latina y el Caribe (SEHLAC), directora de la Asociación para Políticas Públicas (APP).