El expresidente Jair Bolsonaro no pudo con su genio. En un seminario de su partido, el Liberal (PL), al que todo el mundo masculino concurrió de traje y corbata como exigían las formalidades de la reunión, muy suelto de lengua declaró: “Me cago en la prisión”. Semejante desdén no coincide con la realidad: el Procurador General de la República, Paulo Gonet, acaba de enviar al Supremo Tribunal Federal, una acusación formalizada en más de 900 páginas. En ella se le imputa la participación directa en una trama golpista, forjada en diciembre de 2022 y que tuvo su punto álgido el 8 de enero de 2023, donde se previó el asesinato de Luiz Inácio Lula da Silva, de su vicepresidente Geraldo Alckmin y del juez de la Corte Suprema, Alexander de Moraes.
De confirmar su culpabilidad, la sentencia (que está en manos de este último magistrado), implicaría ni más ni menos que entre 12 y 40 años de prisión para el líder de la extrema derecha brasileña. De concretarse, podrá implicar el fin de su carrera. En el mismo tono despectivo, advirtió que la acción de “algunos pocos aquí en Brasilia, que por el momento mandan mucho, no me deje la conciencia intranquila". "No hay nada real en ese relato, nada contra nosotros”, sostuvo.
En esa línea insistió en negar la existencia de un plan de golpe de Estado para destituir a Lula pocos días después de su asunción, el 1º de enero de 2023. En forma despectiva sostuvo: “Quien da un Golpe siempre gana; el golpista no pierde. Y si perdiera, entonces termina hecho astillas. A ellos (los jueces) les da placer hablar de 38 años de cárcel”. La altanería del discurso del ex mandatario, que gobernó de 2019 a 2022, no oculta en verdad sus miedos reales. Especialmente porque recaerá nada menos que sobre Moraes el análisis de la denuncia de la Procuración General (PGR).
El magistrado le dio apenas 2 semanas a los defensores de Bolsonaro para rechazar la acusación. El texto de la PGR estipula 5 delitos cometidos por el ex jefe de Estado, cuando todavía ocupaba el Palacio del Planalto: la abolición violenta del Estado democrático de Derecho, golpe de Estado; participar de una organización criminal armada, daño contra el patrimonio público y deterioro del patrimonio histórico del país.

En ese contexto, el expresidente se ha convertido en una suerte de paladín en la lucha para lograr que el Congreso amnistíe a todos los seguidores que resultaron presos en el feroz ataque a los edificios del poder en Brasilia. Pero el presidente del Senado, Davi Alcolumbre, anticipó que no será tratado un proyecto de ese tipo. Claro que Bolsonaro cuenta con un factor adicional: que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien fue “amigo” del clan familiar, pueda presionar a la Corte Suprema americana para revertir la condena que se aproxima.
Después de criticar al juez Moraes, de quien dijo que se cree un “semidios”, sostuvo que algunos de sus aliados le dicen “quédate quieto”. Pero él no concuerda: “No hay como quedarse quieto en presencia de un estuprador. Si uno no actúa, le dará más placer”.
Gi