El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y su homólogo chino, Xi Jinping, lideraron ayer en Lima el primer día de la cumbre Asia-Pacífico, marcada por vientos proteccionistas que prometen arreciar con el regreso de Donald Trump.
La cita se extenderá hasta hoy, cuando Biden y Xi sostendrán su posible último cara a cara antes de que el presidente estadounidense entregue el poder al magnate republicano, en enero. Ambos líderes volverán a coincidir en la cumbre del G20 el lunes y martes próximos en Brasil.
Trump, que arrasó en las elecciones del 5 de noviembre, amenaza con elevar los aranceles a todas las exportaciones hacia Estados Unidos, pero con más rigor las de China y su vecino México, lo que presagia nuevas guerras comerciales.
Se trataría de un duro golpe para las 21 economías del Foro de Cooperación Asia-Pacífico (APEC), una de las zonas comerciales más dinámicas del mundo, que representa el 60% del PIB global.
Los anuncios de Trump “han puesto un compás de espera” a la alianza Asia-Pacífico, dijo Jorge Heine, exembajador de Chile en China entre 2014 y 2017.
Heine no descarta que Trump saque a Estados Unidos de la APEC, como hizo en 2017 cuando se retiró del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), que apuntaba a crear un poderoso bloque económico. Según cifras de la APEC, el crecimiento del PIB de la alianza retrocederá del 3,5% en 2024 al 3,1% en 2025.
Bajo tensión. La primera jornada de la cumbre incluyó una reunión de sus representantes, entre ellos los de Japón, Corea del Sur, Canadá, Australia, Indonesia y México. Fue la antesala del plato fuerte, la cita entre Biden y Xi, que se desarrollará en medio de tensiones por el apoyo de China a Rusia en la guerra contra Ucrania. “Es bueno que conversen y ver si pueden por lo menos bajar el diapasón de las tensiones entre China y Estados Unidos”, comentó Heine, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Boston. El presidente ruso, Vladimir Putin, envió a un delegado a la cumbre de la APEC. Para los demás socios, el encuentro en Lima podría servir para delinear caminos ante el regreso de Trump, que se avizora tenso, además, por el nombramiento de halcones como el senador Marco Rubio en la Secretaría de Estado, partidario de la mano dura hacia Beijing. De hecho, está sancionado por el régimen por su apoyo a las protestas de Hong Kong y tiene prohibido el ingreso a China.
“Estamos viviendo tiempos difíciles en la relación China-Estados Unidos”, remarca Heine.
La cumbre de APEC ya fue escenario de un primer pulso entre Washington y Beijing, tras la inauguración el jueves del megapuerto de Chancay, el primero de China en Sudamérica.
La obra, en la que Beijing invertirá en total 3.500 millones de dólares, acortará en diez días el transporte marítimo entre China y Perú, según Xi, quien lo definió como el “primer puerto inteligente y verde de Sudamérica”.
Al tiempo que el presidente chino inauguraba la obra, el enviado especial de la Casa Blanca para América Latina, Brian Nichols, llamó a los países de la región a garantizar que la inversión de Beijing respete “las leyes locales” y proteja “los derechos humanos y el medioambiente”.
Estados Unidos enfrenta una creciente competencia económica de China en América Latina, donde tuvo una influencia hegemónica durante dos siglos. Washington suele criticar la deuda que contraen los países alrededor del mundo en los proyectos concesionados a China.
La cumbre de la APEC transcurre en medio de protestas de transportistas y comerciantes peruanos, que intentan aprovechar la cita para denunciar la inoperancia de las autoridades contra la extorsión, que no pudieron llegar al centro de convenciones, custodiado por 13 mil policías.