El cardenal italiano Giovanni Angelo Becciu anunció este martes que no participará en el Cónclave que comenzará el próximo 7 de mayo para elegir al sucesor del papa Francisco. La decisión llega en medio de una exclusión formal del proceso por parte del propio pontífice, a pesar de que Becciu insiste en su inocencia.
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“Con el deseo de preservar la unidad y la tranquilidad del Cónclave, y guiado por el profundo amor y fidelidad con que siempre he servido a la Iglesia, tomé la decisión de acatar la voluntad del papa Francisco y no participar en la elección del nuevo Pontífice, aunque sigo convencido de mi inocencia”, expresó Becciu en un comunicado transmitido por su abogado.
Durante las congregaciones generales previas al inicio del cónclave, se hicieron públicas dos cartas firmadas por Francisco —una del año pasado y otra de marzo— en las que se confirmaba la exclusión del cardenal. Aunque Becciu había alegado que nunca se le había notificado explícitamente una prohibición, la Santa Sede ratificó que no estaba autorizado a participar en la votación.
“El cardenal Becciu habría tomado la decisión de renunciar entrar al cónclave. Quien resolvió la cuestión fue Pietro Parolin, que le habría mostrado un texto firmado por el papa que aprobaba la elección de no dejarlo entrar en el cónclave”, escribió il Corriere.
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La situación generó un clima de incomodidad entre los miembros del Colegio Cardenalicio. Algunos, como el cardenal Fernando Filoni, reconocieron que el caso causó “sufrimiento” dentro del cuerpo eclesiástico.
La notificación formal había sido realizada por el cardenal Pietro Parolin, histórico secretario de Estado del Vaticano, quien le entregó dos cartas firmadas por el Papa argentino confirmando su exclusión del proceso.
Becciu, de 76 años, llego a ser una de las figuras más poderosas del Vaticano. No solo asesoraba al papa Francisco, sino que su nombre estaba incluso en el selecto grupo de “papables” para suceder a Bergoglio.
Becciu fue condenado a cinco años y medio de prisión y a la inhabilitación perpetua para ejercer funciones dentro del Vaticano. El juicio, de carácter inédito por su magnitud, lo encontró culpable de delitos relacionados con la malversación de fondos del Óbolo de San Pedro, destinado originalmente a obras de caridad. Entre las maniobras investigadas figuró la compra de un lujoso edificio en Londres y una donación a una ONG vinculada a su hermano, asociada con Cáritas en Cerdeña.
El escándalo, de gran repercusión tanto judicial como institucional, marcó el fin de la carrera eclesiástica de quien fuera uno de los hombres más poderosos del Vaticano entre 2011 y 2018. Su caída incluyó la pérdida del cargo de prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, uno de los puestos clave en los procesos de canonización.clave
Sin embargo, conserva el título del cardenal, por lo que pretendía participar en el Cónclave. Ahora se bajó.
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