La llegada del fin del Impuesto País fue mu analizada y celebrada por los consumidores por la reducción del famoso “dólar tarjeta” que se aplica a las compras que se realizaban utilizando las tarjetas de crédito o débito.
Que no continue el Impuesto País es muy importante por el impacto que tiene en las cadenas productivas del país. Recordemos que desde julio de 2023 se aplicaba el Impuesto País cuando se accedía al mercado de cambios para comprar divisas para el pago de importaciones de bienes y servicios. Si bien había diferentes alícuotas, en su mayoría los bienes tributaban un 7,5%. En diciembre, el ministro de Economía decidió subir transitoriamente al 17,5% el Impuesto, para luego en septiembre volver a llevarlo al 7,5%.
Este Impuesto que no era recuperable ni podía tomarse a cuenta de ningún otro tributo, se transformó en un costo directo sobre los bienes importados. Hace más de un año y medio que, salvo excepciones, todas las cadenas productivas del país han pagado un extra-costo para importar insumos, materias primas, bienes intermedios y otros productos que empleaban en sus procesos. Claramente, esto se terminó reflejando en los precios que los consumidores pagaban.
La eliminación de este Impuesto no sólo se traduce en una inmediata baja del costo productivo sino en la mejora de la competitividad de los productos que exportamos. Más allá de que existe el dólar exportador, durante la vigencia del Impuesto País, se producía un efecto particular: los exportadores debían entregar una mayor cantidad de pesos para pagar los insumos que importan que los que recibían por la venta de sus productos.
En los próximos días deberíamos ir observando un ajuste en los precios. El índice de precios mayoristas vine mostrando en los últimos meses que, en el caso de los productos importados, la variación es negativa. Lo cual confirma que la reducción y ahora la eliminación del tributo, en muchos casos, se ha traducido en una baja en los precios.
Pero más allá de eso, no hay que minimizar el impacto en la confianza. ¿Por qué? Porque el gobierno prometió que llegado el momento no renovaría el Impuesto y cumplió. Eso se traduce en certidumbre, lo que permite planificar a futuro. Y es la planificación lo que poco a poco nos permite pensar en nuevos proyectos y en inversión.
En un país donde los impuestos transitorios se convierten en eternos, el precedente que se sienta es increíble. Ojalá que sea el primero de muchos que se vayan y de esa manera, la carga tributaria poco a poco se vaya reduciendo. Y de ahí seguir construyendo.
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Lic. Yanina S. Lojo - Titular Consultora Lojo
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