1. ¿Por qué vuelve a ser clave el financiamiento del capital de trabajo en el escenario actual?
En el nuevo contexto económico argentino, con menos inflación, cierta estabilidad macro y tasas de rentabilidad más ajustadas, el foco vuelve a estar en la eficiencia. En las empresas ya no alcanza con la rentabilidad financiera; ahora se impone una gestión más precisa del capital de trabajo.
En ese marco, la estrategia fiscal cumple un rol protagónico, puede liberar recursos, reducir el costo del financiamiento y mejorar el flujo de caja operativo.
2. ¿Cuáles son las fuentes más habituales de financiamiento y qué impacto fiscal tienen?
Entre las opciones más comunes, podemos incluir:
- Créditos bancarios: permiten deducir los intereses del Impuesto a las Ganancias, incluso si no fueron pagados. Es lo que en finanzas se conoce como “tax shield”. Pero hay que considerar aspectos que tienen que ver con la vinculación con el acreedor.
- ON PyME: combinan financiamiento estructurado con beneficios fiscales. Los intereses y gastos de emisión son deducibles y, si se canalizan a través de ALyCs, se puede reducir el impuesto al cheque.
- Préstamos entre socios o empresas vinculadas: si no están bien instrumentados, pueden implicar riesgos de impugnación de deducciones o recaracterización del préstamo como capital.
- Leasing y avales SGR: permiten deducir los cánones como gasto, financiar el 100% del bien e incluso el IVA. Las SGR mejoran las condiciones para empresas que no tienen activos físicos como garantía.
3. ¿Qué otros mecanismos menos conocidos pueden mejorar la eficiencia financiera?
El uso de Fondos Comunes de Inversión se intensificó en las empresas como alternativa para invertir excedentes de liquidez. La estructuración de pagos a través de ALyCs puede ser una herramienta para reducir los costos fiscales y evitar la inmovilización de capital que generan el impuesto al cheque y las retenciones del SIRCREB.
Eso sí, debe existir justificación económica real, ya que de lo contrario ARCA podría considerar que se trata de un “sistema de pagos organizado” y desconocer los beneficios.
Justamente, hay aspectos claves que se determinan a partir de una evaluación del caso y una planificación fiscal eficiente para cada empresa.
4. ¿Qué otros factores debe tener en cuenta una empresa a la hora de decidir cómo financiarse?
El momento en el que se toma el financiamiento también tiene efectos impositivos. Por ejemplo, las deudas en dólares generan una pérdida contable por devaluación, pero una ganancia por el ajuste por inflación, lo cual puede impactar el resultado fiscal.
Además, la foto del balance al cierre del ejercicio define no sólo la posición fiscal sino también la percepción de bancos e inversores.
Planificar cómo va a quedar esa foto también aporta valor para la empresa desde el asesoramiento profesional.
5. ¿Cuál es el mensaje final para los empresarios que enfrentan este escenario?
El financiamiento del capital de trabajo no es solo una cuestión financiera, sino también fiscal. Y muchas veces, las decisiones se toman con foco en la tasa o el plazo, pero sin evaluar el impacto impositivo.
Una estrategia fiscal bien diseñada puede hacer que un financiamiento tradicional se convierta en una herramienta de eficiencia operativa, generando menores costos y mejores márgenes de rentabilidad.
Y no tenemos dudas de que ese diferencial es clave para que una empresa pueda generar más competitividad y proyectar su crecimiento en un entorno exigente como el que se proyecta en 2025.
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