Un disco de Nat King Cole en español de boleros. Me encantaba y se metió muy adentro” recuerda Jorge Serrano. La pregunta inicial tenía que ver con los sonidos de su infancia, las canciones, el sedimento que lo ha llevado a ser una parte crucial de Los Auténticos Decadentes, la banda más querida de la Argentina y una dueña de una poética única, excepcional, filosa y cotidiana. Y eso, en gran parte, es así por este oyente, en su más tierna edad, de Harry Belafonte. de Maurice Chevalier, de acques Brel. Hoy y el 2 de octubre los Decadentes vuelve al escenario. En su 35 aniversario de existencia. Y están a puertas de anunciar un disco triple de covers, ADN. Vuelven los que siempre le hablaron al corazón a todos. ¿Qué hizo la banda durante la cuarentena? Serrano: “Pudimos hacer ciertas cosas. Estamos por lanzar ADN, un disco triple, con la música que nos formó, que compartimos. Un gusto. Ese disco se había empezado a grabar en México, y se detuvo. Pero al estar quietos aprovechamos para grabar cada uno desde su lugar las cosas que faltaban. Hemos grabado voces. Yo en este tiempo hice muchas colaboraciones. Eso sí: es la primera vez en 35 años que paramos tanto tiempo de tocar. Nuestro primer show va a ser el show de festejo de los 35 años. Ya entramos en calor. Va a ser un show de canciones que todos conocen. Las hemos tocado tanto, que esta casi impresas muscularmente en nuestra memoria”.
—¿Qué representan para vos esos 35 años de Los auténticos decadentes?
—Me cambiaron totalmente. Los Decadentes transformaron mi vida. De ser alguien que no tenía una profesión, sin mucho futuro, me dió una solución y me resolvió todo. No hubiera podido conocer el mundo, o a determinadas personas. Me siento muy agradecido. Todos estamos muy agradecidos. Nos tocó en fortuna. Sé que hay gente que rompe el alma tratando de lograr algo. Nosotros tocamos para pasarla bien, y de ahí surgió todo. Es una vida cansadora, pero también hiper gratificante. Hemos cuidado muchísimo nuestra quinta, pero las semillas nos cayeron del cielo.
—¿Qué define entonces al alma del grupo, que siempre ha sido celebrado en todas las edades por la felicidad y su melancolía?
—Nuestro mayor logro es que le guste a todo el mundo. Nunca nos dio vergüenza que le gustamos a los niños y a los adultos. Le pusimos el orgullo a la alegría. El rock es más serio quizás. Más ortodoxo. Hubo bandas, claro, pero nosotros nos pusimos al hombro la fiesta, la celebración. Y nunca nos pusimos en una posición de que nos admiren, sino de compartir. Responsabilizar también al público, seguro por nuestra inseguridad. Nosotros somos el novio de tu hermana, una persona normal. Al mismo tiempo representamos el triunfo de que un grupo sea más que las individualidades. Nos hicimos como un grupo de perdedores, de losers, y encontramos nuestra vuelta desde el cariño, el afecto. A la gente le gusta compartir, pudimos ser la música de la cocina, de la familia.
—Hay mucho también de la melancolía de la fiesta, mucho en tus canciones. ¿De dónde sale eso?
—Es medio inexplicable, aunque siempre le encuentro la razón a todo. Soy muy analítico.Ese es más mi perfil. Yo no soy una persona que quiera subirse a un escenario. Los Decadentes me empujaron al escenario y estoy agradecido. Mi aporte son esas
canciones. Celebro la alegría y me encanta ver a la gente bailar, pero yo no soy de bailar. Yo soy más como un personaje tras bambalinas que tuvo que cantar. Ahí están esas dos cosas. Tengo una visión
poética de la vida, o al menos de ciertas cosas que vistas desde ese cristal de lo cotidiano como poesía me genera mucho la frase “hablas como si hablará yo”. La clave es esa: hablar desde el habla cotidiana, me gusta eso.
—¿Cuál fue la línea editorial que decidieron trabajar a la hora de este nuevo disco triple de cover?
—Por eso es triple ¿no? Fue un “dale que va”. Sumamos y sumamos. Todas nos gustan a todos. Nuestro fuerte como grupo es colaborar. Somos una bola de bowling tirada por 10 manos, que va pero medio tambalea. Somos un grupo de puentes. Hace 35 años que como personas convivimos. La gira, la convivencia formidable. Eso sería imposible si no pensamos en un proyecto común.
—¿Qué es lo que te emociona de una canción?
—Una idea. A mí por lo menos, una idea. Eso me conmueve apenas empieza. Muchas cosas pueden ser. A veces puede ser una melodía, o ser muy bailable. Una de las canciones que más me gusta de la vida es YMCA: yo no puedo creer lo que es esa canción. Es una canción que van todos para arriba y no para.
Las canciones que siguen
Serrano ha compuesto canciones invencibles. Pero invencible de verdad, de esas que te cambian el día, que pueden llevar en un instante a otro lugar, a uno más amable. O, incluso, cuando se lo propone, a sitios más demoledores, pero universales, es decir, una hermandad de la melancolía. Hitos como Loco, Un osito de peluche de Taiwán, Amor, La guitarra, Corazón, Los piratas y así los himnos más amables, como el dulce de leche, del mundo. ¿Qué recuerda de sus primeros sonidos? “Me imagino como todos la música que se escuchaba en mi casa. Mi hermana y mi papá cantaban muy mal, y hacían alarde de cantar mal. Esa gente que desafina y cuando cantan, cantan peor para no enfrentarse con una desafinación ligera. Pero mi mamá cantaba muy bien. Eso sí. Recuerdo de chico las cosas como los niños: todo me gustaba. La canción de moda, todo. Recuerdo haber empezado con los Beatles y Joan Manuel Serrat”. Suma: “Serrat estaba por el papá, Beatles por mi hermana. Me daba la sensación que ya la había escuchado. Creo esa sensación genera la canción que es realmente buena. Serrat es la letra. De niño cantaba sin juzgar lo que decía la letra, por la melodía, por el baile, por lo que sea. Es una forma muy hermosa de acercarse a la música”. A la hora de sus canciones, las canciones de su banda, no se anima a definirlas: “No sé cómo explicarlo. No sé si tiene que ver con eso que en la fotografía se llama ‘el punctum’: la cuestión, la idea, esa chispa. Si no tiene eso, es balbuceo. Puede ser una palabra sola, un abordaje, muchas cosas. Pero necesita eso”.