ESPECTACULOS
Miguel Ángel Solá y Maxi de la Cruz

La política como hoguera de vanidades

Dos actores con historias teatrales distintas comparten escenario en Mi querido presidente en el Apolo, de jueves a domingo y bajo la dirección de Max Otranto. La obra cómica significa el retorno de Solá a la escena nacional con esta pieza que posee la autoría de Mathieu Delaporte y Alexandre de la Patelliere.

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Unión. La obra que marca el regreso de Miguel Ángel Solá a los escenarios porteños, y lo hace con Maxi de la Cruz. | JOSE TOLOMEI

Una buena manera de definir la química que hay entre Miguel Ángel Solá y Maxi De La Cruz es contar que pidieron compartir el mismo camarín del teatro Apolo. En ese escenario de jueves a domingo representan Mi querido presidente de los autores franceses Mathieu Delaporte y Alexandre de la Patelliere con dirección de Max Otranto. El título original es Por la nariz y de estos mismos dramaturgos se conoció la comedia Le prénom en 2013, que se mantuvo tres años en cartel.

Desde 2017 hasta 2019 Miguel Ángel Solá estuvo haciendo Doble o nada, de Sabina Berman, junto a Paula Cancio, antes ya habían presentado El diario de Adán y Eva, de Mark Twain. Son muy numerosos los textos que interpretó Solá en el escenario, algunos fueron sinónimo de su estilo como Equus, Camino negro o El hombre elefante. Desde su debut como actor, heredero de una familia artística notable, pudo entrecruzar actuaciones en los tres medios: teatro, cine y televisión, sin olvidar su vocación musical volcada en el grupo La típica en leve ascenso. Entre su pasado hay que subrayar la necesidad de tener su propio espacio al que bautizó Callejón de los deseos, hoy transformado en Espacio Callejón a cargo de Javier Daulte. Fue en 1999 que decide radicarse en España, país donde también hace teatro y filma.

Mientras que entre las actuaciones de Maxi de la Cruz está desde Los 39 escalones, Chorros hasta Como el culo, todas con elencos numerosos, ahora está actuando frente a frente con Solá. Es un rostro conocido tanto en su país natal, Uruguay donde se inició como conductor como en la Argentina donde participó de reality como Bailando 2023.

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—¿Sabían qué papel haría cada uno cuando les enviaron la comedia?

DE LA CRUZ: Cuando la leí lo único que sabía era que iba a estar junto a Miguel Ángel (Solá), por lo cual estaba dispuesto a ser solo asistente. Los primeros ensayos fueron por separado…

SOLÁ: Y por Zoom, pero aunque parezca algo frío, él (Maxi) lo hacía entrar en temperatura.

—¿Tuvieron alguna imagen que los inspiró para crear a este presidente y a este psiquiatra?

DLC: Como la obra no habla de la política 100%, busqué aprenderme la letra, que es mucha. Traté de estar a la altura y de a poco en los ensayos ya juntos fui entrando, porque me iba a ayudar también la presencia de él obviamente y después llegó la escenografía. Todo esto y el texto me terminó de colocar en el personaje ya de presidente y qué tipo es.

S: No tuve ninguna imagen. Me encantó cómo me ofrecieron la obra, luego conocer a Maxi y al director Max Otranto, quien nos dejó jugar. La comedia es disparatada, absurda, pero sin embargo se asienta en la gente de una manera rarísima, entienden el código de entrada. Ves a un presidente que primero aparece apocado y de repente es un tirano, pero no es nada de eso. Es un simple hombre con mucho miedo. Hablé con un psiquiatra amigo para preguntarle si mi protagonista era freudiano…y me dijo puede ser cualquier cosa. Todo cabe, es muy empática, son dos seres humanos que se aceptaron en dos horas.

—¿Cómo fue la recepción cuando la estrenaron en Punta del Este el año pasado?

DLC: El productor, Gustavo Yankelevich, viene haciendo temporadas en Punta del Este, donde nunca antes se hacía teatro. Ya desde hace dos o tres años está presentando espectáculos en invierno. La hicimos en junio y julio. La recepción fue hermosa, de agradecimiento que hubiera teatro allí, también venían del interior de Uruguay.

S: Tuvimos mucho público, con funciones de viernes a domingo.

—No es una obra política pero hay mucha ironía sobre los políticos…

S: Hay de todo un poquitito, pero hay perfumes, siempre es un perfume, no llega a ser una obra ideológica, no tiene ese contenido y no tiene la ironía.

DLC: Creo que no es tanto con la política, sino con el ser humano que le toca en este caso, ser político, pero podría estar planteado como un gerente de una multinacional. Alguien que tenga un cargo fuerte para que haya este contraste y que se vea la relación de estos personajes.

S: Te das cuenta, cómo está colocada la política de una manera inteligente sin agredir a nadie, sin embargo, cada uno hace un racconto de a quiénes es aplicable. En un momento dice que eso es un delirio normal, que no es patológico, no como el de otros.

—¿Habías visto a Solá haciendo humor como en “Los mosqueteros del rey”?

DLC: No, solo lo había visto en El diario de Adán y Eva, aquí también en el teatro Apolo. Habla mucho de su generosidad al haber aceptado estar conmigo. A mí me ayuda mucho estar al lado de él, que te acompaña y que no haya ni egoísmo, ni nada de eso.

—¿Sienten que hay muchas diferencias entre la manera de actuar entre argentinos y uruguayos?

DLC: Me cuesta mucho, en lo personal tengo familia, mi papá es argentino, mi mujer y mi hijo también. Tengo una hija uruguaya, de otra administración. Venía acá de pibe, veía teatro y soñaba con poder estar haciendo una obra en Buenos Aires. Amo Argentina. Es mi casa también. Pero sí siento que a veces los uruguayos somos los hermanos menores. Pero no veo una diferencia. Creo que el público uruguayo no va tan predispuesto a reírse, es mínimo. Tenemos mucho teatro, música, aunque el circuito sea más pequeño.

S: Uruguay me encanta, quiero pasar mi último día ahí. Mi tía Luisa (Vehil) había nacido en Uruguay, por las giras de la familia. Me gusta la gente y todo. Maxi me parece un actor formidable y ahora aprendo un nuevo estilo.

—¿Te quedó alguna huella del decir español? Hace muchos años que vivís en Madrid…

S: No. Es que a mí me gusta cómo nosotros hablamos el castellano. Me gusta comerme las eses, aunque allá no esté bien visto. Tengo una dicción muy clara, de toda mi vida. Vengo de una familia que era mitad española y mitad argentina.

—¿Cómo se entrecruza una actuación más popular, alguien que viene como Maxi De La Cruz de la conducción televisiva con un intérprete histórico para nosotros del teatro argentino?

S: Solo y es maravilloso. Además nos ayudamos arriba del escenario. Hacemos que todo se haga a la vista del público. Es bello porque acepta el concepto del actor libre, dueño del espacio, de la luz, de la mirada. En lo único que creo es en eso: el teatro es del actor y lo demás complementan la actuación y ayudan. El que va a sostener todas las noches el espíritu de ese ser que viene a contar en una hora y pico su historia es el intérprete.

DLC: Siempre uno tiene para seguir avanzando, creciendo y aprendiendo. La idea y la imagen de poder trabajar con alguien que sume, en este caso nunca hubiese soñado tanto. Soy consciente que tengo que estar a la altura de Miguel Ángel Solá.

—¿Cuáles son los ritos, si los tienen, antes de salir al escenario?

S: Solo decimos “confío en vos”. A veces decimos el rap. Nos divertimos mucho, adentro y afuera.

DLC: La letra y la música del rap las creó él (Solá).

—Está muy presente el tema del poder…

DLC: Por eso puede ser un empresario. Muestra las miserias que podemos tener todos.

—¿Creen que vendrá algún político?

D.L.C: ¿Por qué no? Si le gusta el teatro y ver una comedia…

S: Suelen no aparecer por los teatros. Tienen miedo. El caso de los políticos es que trabajan de actores, pero el problema que se plantea muchísimas veces, por eso no van, es que no tienen la aceptación de creer lo que ocurre arriba del escenario. Ellos piensan que actuar es decir bien las mentiras y actuar es transformar ficciones en verdad, que es diferente. Y ahí chocan contra el criterio político del oficio.