Ya se puede ver por la plataforma de Disney+ la serie de seis capítulos titulada El mejor infarto de mi vida, basada en el libro de Hernán Casciari, con guión de Lucas Figueroa y codirigida por Mariana Wainstein y Pablo Bossi. El elenco encabezado por Alan Sabbagh, está acompañado por actores españoles como Imanol Arias, Olivia Molina, Daniel Holguín Macías, entre otros, más los uruguayos Rogelio Gracia Bernarda y Romina Peluffo, sin olvidar a los argentinos: Rita Cortese, Eleonora Wexler y Rafael Spregelburd. La historia transcurre entre Buenos Aires, Montevideo y Madrid.
Hace más de veinte años que el nombre de Alan Sabbagh figura en las ficciones argentinas, desde la TV abierta con éxitos como Locas de amor, Botineras, Graduados, Pequeña Victoria hasta el cine con Luna de Avellaneda, Corazón loco o El rey del Once, por nombrar sólo algunas. Tampoco Hernán Casciari necesita mucha presentación desde Más respeto que soy tu madre en el teatro luego pasando por el cine y la creación de su productora Orsai, podría recibir el apodo de “señor éxito”.
—Se ven los afiches en la calle con tu rostro...
ALAN SABBAGH: Siento alegría y orgullo. Estoy contento, es lindo e impresionante. Estamos con mucha expectativa por lo que va a pasar a partir de 24 de enero. Son también muy importantes los otros personajes, cada uno tiene su capítulo y se cuenta su historia,
—¿Cómo fue filmar con Imanol Arias y Olivia Molina, tan parecida a su madre Ángela?
S.: Con Olivia fue increíble, no nos conocíamos y vimos el tono de lo que estábamos buscando automáticamente. Tuvimos una conexión en ese trabajo. Hubo magia de la mano de los directores y se nos hizo fácil. A Imanol le tengo mucho cariño. Nos habíamos cruzado hace muchísimos años trabajando en una película: Mi primera boda de Ariel Winograd. Ahí él me había dicho: “estás muy bien en esta escena”. Pasaron quince años de aquella anécdota y se acordaba perfectamente. Imanol es una cosa de locos, es una entidad de la actuación en sí mismo. Fue espectacular para mí compartir escenas con él. Después descubrí a los actores uruguayos que no los conocía tanto como a Rogelio (Gracia, Bernarda...) y a Romina (Peluffo). Fue muy hermoso porque estábamos todos en sintonía para trabajar, sumá a Rita Cortese y Rafael Spregelburd, fue un honor.
—El primer texto que se lee en la serie dice que lo que se verá es real, ¿todo fue así?
HERNÁN CASCIARI: Todo eso me pasó, lo único que no fue así es lo que ocurre en la serie antes del infarto. Me había ido a Montevideo a hacer unos recitales de cuentos, alquilé una casa y me infarté. Me pasó junto a mi flamante novia y a los dueños de la casa que me estaban alojando por AirBnB. Todo fue exactamente como se ve, pero lo más raro de lo que ocurre en la serie es verdad. Sólo se cambió que en ese momento estaba jugando Peñarol y en la ficción aparece la selección uruguaya. Me llevaron a una clínica en un coche particular y debió enfrentar el mundo de gente festejando en las calles. Hay como una mezcla entre verdad y fantasía en donde el fútbol está presente, pero las dificultades para llegar a una guardia médica fueron exactamente iguales.
—El libro titulado El mejor infarto de mi vida consiste en treinta y seis relatos publicados después del infarto que sufriste en el 2015. ¿Participaste del guión?
C.: No, pero me encanta el guión. Es muchísimo mejor que la realidad de Hernán antes del infarto y desde el momento del infarto es lo que me pasó.
—¿Qué diferencias o parecidos hay entre Alan y tu protagonista Ariel?
S.: En donde más me encuentro parecido es en el sobrepeso, pero creo que no llegaría al punto donde llegó él, de desborde. Creo que antes pararía la moto y pensaría bien si tengo que ir para otro lado. A veces uno está yendo por un camino, no se da cuenta de lo autodestructivo que puede ser y si no lo ves a tiempo llegás a un infarto. Lo más lindo que te puede pasar es que te toquen personajes que no son parecidos a vos y es el desafío de representar algo que uno nunca vivió.
—¿Algunas escenas te costaron más?
S.: No, las escenas del infarto fueron lo más jugoso a la hora de trabajar. Simplemente lo pensé como parte de la ficción y punto, no me hizo reflexionar. Más allá que cuando terminé me dije: “vamos a tratar de cuidarnos con el peso y movernos un poco más”.
—Cuando uno busca tu apellido en internet sale primero la empresa familiar de iluminación: ¿seguís allí?
S.: Sí. También me gusta no trabajar de actor. Me atrae tanto el mundo de fuera como el del arte. No me agrada tanto estar todo el tiempo en la vorágine del show. Prefiero poder estar en otros lados, tener una alternativa que no sea solamente la vida del intérprete.
—Dijiste que preferías el cine por sobre todas las otras ficciones, ¿pensás igual?
S.: Lo dije en un momento en que había decidido que no quería seguir haciendo televisión. Algo que me dio mucho de comer fueron las tiras diarias, pero iba a ser padre y quería tener más tiempo. Por circunstancias de la vida se fue dando de a poco. Se abrió paso a otro lado y empecé a recibir más propuestas de cine y ahora un poco más de series.
—¿El infarto te cambió tanto la vida?
C.: La serie es un producto maravilloso que tiene muy poquito que ver conmigo como persona. Lo que en realidad hace que haya interesado la historia para ser producida como serie es lo que pasó después del infarto. Yo vivía en España y tomé la decisión después del infarto de no volver a
España. Hubo un cambio de forma de hábito de vivir más allá de dejar de fumar, abandonar la sal, dormir de noche y vivir de día, cosa que en España no hacía porque estaba tremendamente deprimido. El infarto es hijo de una depresión. La depresión me provocaba una ingesta alimenticia tremenda, pesaba 125 kilos y no podía parar de fumar. Mi hija tenía once años y me decía todo el tiempo “papá dejá de fumar” y su entonación era “te vas a morir”. Estaba enjaulado en un país en el que no quería vivir y no me animaba a venir donde sí quería vivir porque tenía una hija pequeña y supuestamente tenía que estar presente. La historia del matrimonio uruguayo es toda real.
S.: A mí esa parte siempre me pareció muy interesante. Me es difícil mirar los productos de uno mismo y encontrarse emocionado o que te guste o que te rías. Soy muy exigente. Prefiero no verme en el monitor.
C.: Hay una partecita contada de la historia que es absolutamente irrelevante que es si se llama Ariel o se llama Hernán o qué hacía antes del infarto y con quién estaba. Me parece fundamental subrayarlo todo el tiempo, que la historia verdadera y que parece casi milagrosa es lo que sucede con el matrimonio uruguayo. Sin espoliar la historia es increíble y además da ánimo, eso es lo que tiene la serie. Lo que más me llamó la atención de todo lo que pasó con mi infarto no fue él, sino lo que les había sucedido al matrimonio uruguayo a partir del comentario que dejé escrito. Ahí empecé a ver una historia. Porque es como que el bien crece, en un momento en que no abunda. Me parece que tiene sentido y eso no ocurre en todas las comedias románticas, que te vayas a dormir diciendo esto pasó, estuvo bárbaro y el mundo no es tan porquería.