EMPRESAS Y PROTAGONISTAS
Gastronomía

Animarse a crear: cómo un colectivo abandonado se transformó en un emprendimiento gastronómico exitoso

En un viaje al sur durante la pandemia, Verónica Menéndez se inspiró para desarrollar BONDI Comida Phlayera, su emprendimiento con el que conquistó a empresarios y a bandas de rock.

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Verónica Menéndez | Gtlza. Gabriela Valle

Durante un viaje al sur en el verano de 2020 para visitar a su familia y la de su pareja, Verónica Menéndez compartió junto con amigos un gran banquete en Playa Cangrejales, un lugar paradisíaco donde el mar, el cielo y la meseta patagónica se vuelven un espectáculo natural. Allí, sobre la base de un colectivo viejo comenzó a forjarse su emprendimiento gastronómico BONDI Comida Phlayera

A la decisión de sus amigos de contratar un volquete para deshacerse de ese viejo y derruido transporte, ella propuso que no lo descartaran con el propósito de cocinar allí alguna vez. Unos meses más tarde, ya con la pandemia instalada, Verónica y su pareja armaron las valijas y emprendieron un viaje de más de 1000 kilómetros: “Una aventura increíble, inolvidable y compleja también”, comparte.

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Si aquel viejo colectivo dio origen al nombre, -usó Bondi porque le pareció más relajado- “comida phlayera”, es un juego de palabras entre playera (haciendo referencia a la geografía donde nació el nombre) y flashera ya que la propuesta de Verónica no es para nada tradicional: entre sus productos estrella están el jhalmuri, un snack típico de las calles de Calcuta, que se prepara  en vivo y además de ser vegano y no contener harinas, es super original y lleno de sabor, textura y colores; y el chocolate planchado que combina con productos como galletitas saladas, malvaviscos, caramelo picante y nachos.

También, BONDI Comida Phlayera se destaca por integrar en su propuesta gastronomía de diferentes culturas como la mexicana, peruana, marroquí, judía y asiática. En su cocina hay una fuerte presencia de preparaciones vegetarianas y un gran protagonismo de las especias, hierbas y vegetales de estación.

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Verónica Menéndez nació en Rawson, Chubut, pero vive desde hace 31 años en Buenos Aires, ciudad a la que llegó para estudiar la carrera de piano en el histórico Conservatorio Nacional Carlos Lopez Buchardo -actual UNA- y para, posteriormente, hacer la carrera de música en la Universidad Católica de Buenos Aires. Desde muy joven la acompañó a otra pasión: la cocina. Pasaba horas allí preparando sus platos preferidos, muchos de origen gales (influenciada por la cercanía de Rawson y Gaiman) panes caseros, tartas de crema, tortas negras, motivada por el placer de cocinar y de comer.

Desde ese viaje inicial hasta hoy, Verónica y Bondi conquistaron los más diversos paladares paladares hasta llegar no sólo a varios eventos privados, entre ellos, los tradicionales Té de Colección que lleva adelante Mariela Ivanier, fundadora y directora de la agencia de prensa y comunicación VERBO, la Feria Grandes Artistas Pequeños Formatos en Fino630, sino también a productoras de la industria de la música y el entretenimiento, catering para bandas o set de filmación como Baradero Rock, Festival Capital, el cierre de la gira de  Fito Páez, los shows de Dante Spinetta en el Teatro Gran Rex, el brindis de la primera función de El Principito en el Teatro Opera, inauguraciones y cierres de exposiciones, eventos de estudios de arquitectura, y la Embajada de la India.

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-Perfil: ¿Cómo se te ocurrió la idea de mezclar chocolate, galletitas y malvaviscos?

-Verónica Menéndez: Debería remontarme al momento en que se me ocurrió la idea de chocolate planchado. Un día en mi alacena había un frasquito que contenía chispas de chocolate y al lado otro de maní salado. Algo en mi imaginación se activó. Como pasa en las películas, que los productos cobran vida o animación y los mismos ingredientes me sugirieron, imaginariamente, que haga una prueba poniendo chocolate y maní en un papel de aluminio para poder derretirlos y fundirlos con el calor de una plancha. Tan pronto como hice la prueba pensé que si a mí me daba fiaca planchar mi ropa, porque quería planchar la comida. Así comencé a utilizar una pequeña plancha de hierro normal de gastronomía con la que comencé a crear una serie de combinaciones súper atrevidas. En Bondi tenemos sabores con nachos y azúcar habanero, pretzels y kümmel, mandarina y pan tostado; el Rocky Road, que se fue instalando como preferido de las bandas de rock, con malvaviscos y galletitas saladas entre otros delirios.

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-P: ¿Qué repercusión tiene en la gente?

-VM: Uno de los aspectos más satisfactorios que nos queda en cada una de las convocatorias en las que participamos es que la gente siempre queda muy sorprendida. Nos encanta que pasen cosas además de despachar comida, entonces las puestas en general están muy relacionadas por un lado con el espacio donde suceden los eventos y por otro, con la celebración en sí.  Nos encanta interactuar con la gente que en general se muestra curiosa y entusiasta con nuestras propuestas.


-P:¿Qué se viene en Bondi?

-VM: Estamos trabajando en una nueva unidad de negocios que es el alquiler de locaciones para set de filmación con servicio de catering y, como somos itinerantes, estamos soñando próximos destinos. Amo usar mi vida para dar clases de piano, cocinar, compartir espacios de creatividad, reflexión acerca de los procesos de aprendizaje y a todo eso me dedico, así que estoy infinitamente agradecida. A futuro, sueño con disponer un espacio lo suficientemente amplio para que suceda algo así como "Espacio BONDI" un lugar donde yo pueda desarrollar en simultáneo mis dos pasiones: el piano y la gastronomía, que es concretamente lo que pasa hoy por hoy en mi vida.