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Gasto público

Una visión sin geopolítica interna

El autor reflexiona sobre los problemas que plantea la organización territorial del país, con una sobreabundancia de municipios, y en algunos casos, de provincias.

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Muchos expertos entienden que la geopolítica estudia la influencia de los factores geográficos en la vida y evolución de los Estados a fin de extraer conclusiones de orden político. También coinciden en que ello requiere un análisis de la relación entre los Estados, observando el territorio, el ejercicio del poder sobre él y los grupos de presión e intereses que se disputan el poder en todas sus variantes. El mismo análisis que se realiza con Estados nacionales en un contexto regional o global también puede hacerse con Estados subnacionales en un Estado nacional.

Cuando el presidente Javier Milei hizo la presentación del Presupuesto 2025 en la Cámara de Diputados de la Nación mencionó que los Estados subnacionales debían hacer un ajuste de U$S 60 mil millones para que la Argentina pueda encaminarse sobre una senda exitosa, con un gasto público consolidado en el orden del 25% del PBI. 

Esto trajo aparejado muchas reacciones de rechazo en gobernadores e Intendentes. Es lógico, el planteo expuesto por el Presidente fue minimalista, como si este ambicioso número a alcanzar podría realizarse simplemente cerrando las canillas del gasto, no eliminando canillas. Nadie quiere cerrar su canilla y mucho menos, que la suya sea eliminada. Todos quieren gastar. No hubo un solo dirigente con una mirada de estadista sobre el asunto planteado. Ni siquiera el propio Presidente. Fue todo muy rústico, intelectualmente.

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Cuando José de San Martín fue gobernador de la provincia de Cuyo en 1814 lo hizo sobre un territorio que hoy son tres provincias. O sea, tres gobernadores, tres Poderes Ejecutivos, tres Poderes Legislativos y tres Poderes Judiciales. Para el fin que persigue el Presidente Milei, tres canillas que deberían transformarse en solo una. Además, Mendoza tiene 18 departamentos provinciales que son municipios. San Juan tiene diecinueve en igual sentido y San Luis tiene diez departamentos, pero 68 municipios. Lo que debería ser cuarenta y siete  municipios entre las tres provincias hoy son ciento cinco. 

Éste es el gran desafío a plantear. Los gobernadores Alfredo Cornejo, Marcelo Orrego y Claudio Poggi deberían promover esto. Una nueva provincia con más territorio y menos municipios. No una región como mal dispone la Constitución Nacional reformada en 1994. Hay que disminuir el número de canillas. No crear nuevas. Tampoco cerrar el flujo de gasto en cada canilla, porque hoy puede cerrarse un poco, mañana abrirse toda. Esto implica construir un nuevo consenso en cada sociedad provincial y en su dirigencia política en torno a esta idea. Esto significa promover una nueva Constitución provincial que aglutine las tres provincias en una, entre otras cuestiones. Si el Presidente Milei no hubiera esgrimido una visión rústica, ésta es la magnitud real del cambio a plantearle a toda la Nación de cara al siglo XXI.

La Argentina posee una cultura política susceptible a la fractura. Ocurrió en su organización territorial desde el siglo XIX al presente. Juan Bautista Alberdi lo expone en su libro El Crimen de la Guerra. El caso de Cuyo es un ejemplo. En el siglo XX, cuando Juan Domingo Perón terminó con los Territorios Nacionales del Chaco argentino originó dos provincias: Chaco y Formosa. Esto debería ser una sola provincia. Cuando Raúl Ricardo Alfonsín puso fin al Territorio Nacional de Tierra del Fuego, en vez de anexarlo a la provincia de Santa Cruz, prefirió crear una nueva provincia. Santa Cruz debería absorber a Tierra del Fuego. 

Esto que suena imposible es el tamaño de los cambios estructurales que debe hacer el país. No una cuestión contable o presupuestaria. No es solo un ajuste. Lo estructural no es el cambio de una Ley, entre otras cuestiones menores. Es muchísimo más que eso. Sobre todo, es político. No económico. El país nunca va a ser la potencia que dice el Presidente Milei si esto no se plantea en la magnitud y en el orden que corresponde.

A nivel municipal el problema se concentra fundamentalmente en tres provincias. La más grave es Córdoba. Esta provincia tiene 26 departamentos provinciales que deberían ser municipios, sin embargo, tiene cuatrocientos veintisiete municipios y comunas. Cuatrocientas veintisiete canillas en vez de 26. Santa Fe tiene diecinueve departamentos, pero tiene 352 municipios y comunas. 352 canillas en vez de diecinueve. Finalmente, Buenos Aires que no tiene departamentos provinciales, pero tiene ciento treinta y cinco partidos que representan ciento treinta y cinco municipios, los cuales deberían transformarse –por lo menos–, en cuarenta departamentos provinciales traspasando –como mínimo–, los partidos del Primer Cordón del Conurbano a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires para ampliar su territorio, tal como en 1880 se hizo con los partidos de Belgrano y Flores. 

Como puede apreciar el lector, todos son desafíos geopolíticos internos tremendamente difíciles. Nada de esto se puede hacer de manera unitaria desde un gobierno central. Todo debe realizarse respetando el federalismo y por iniciativa de las sociedades provinciales involucradas y sus dirigentes políticos. Y así como la política fue capaz de generar nuevas provincias y municipios, también debería serlo para un desafío como éste. El gobernador Maximiliano Pullaro podría dar el ejemplo; en su cabeza ronda la idea de una reforma constitucional para su provincia.

El Presidente quiere menos gasto público, para promover el desarrollo con una visión sin una geopolítica interna del país. Sin encarar el nudo gordiano del problema. Este tipo de cambios aquí señalado es lo que debía haber planteado en el Pacto de Mayo. Prefirió otra cosa. Perdió ya dos oportunidades. ¿Tendrá una tercera?

* Ingeniero, Magíster en Defensa Nacional.