Desde la publicación del Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) de noviembre por parte del Indec, Milei y sus funcionarios parecen haber confirmado la famosa recuperación “en V” de la economía. Es que el indicador ya dio, para el penúltimo mes del año pasado, niveles de actividad similares a los que teníamos antes de su asunción. Interanualmente la economía en su conjunto habría crecido 0,08% con ajuste fiscal mediante. En términos estrictos, este sería el balance del primer año de Milei en lo que respecta al desempeño de la economía.
Sin embargo, hay varios datos que ponen en tela de juicio este balance optimista del Gobierno. El propio Indec ya nos informa el nivel de actividad de los principales sectores económicos, los cuales tienen realidades muy dispares. Esto ya fue señalado por otros especialistas. Así, tenemos realidades opuestas como la del sector minero, que es uno de los que más crecieron durante 2024, al mismo tiempo que otros, como la construcción, están en el quinto subsuelo.
Con este problema y con la intención de precisar qué porción de la economía creció durante el primer año de gobierno de Milei y que porción decreció, hicimos el siguiente ejercicio con el grupo del Centro de Estudios e Investigaciones en Ciencias Sociales (Ceics): tomamos la ponderación que el instituto de estadísticas calcula para cada sector en sus notas metodológicas, señalando cuáles están en rojo y cuáles en verde.
Con el fin de ser rigurosos, también desagregamos la industria manufacturera en los distintos grupos y subgrupos, según su peso, informada por el Índice de Producción Industrial (IPI). Podríamos haber tomado toda la industria, pero lo cierto es que a las actividades más directamente vinculadas al sector primario no les fue tan mal como al resto.
El resultado de este cálculo nos arroja un panorama sombrío: solo el 30% de la economía creció durante el primer año de gestión libertaria. El resto de la economía informada está en números rojos. Esto sin mencionar que los sectores hundidos son los que generan más del 40% del empleo registrado. Con estos porcentajes, la idea de que la economía rebotó en V parece una ilusión estadística. Es que en vista de que el único resultado que puede mostrar el Gobierno es la caída de la inflación, necesita urgentemente presentar cualquier dato positivo para fidelizar a sus votantes, sobre todo en este año electoral.
Resultados positivos. Pasemos lista de los principales sectores que están en la porción de la economía que creció a noviembre del año pasado. “Explotación de minas de canteras” y “refinación de petróleo”: este sector crece de forma ininterrumpida desde el año 2021 como resultado de una serie de inversiones a largo plazo. Puntualmente, desde la reestatización de YPF, los distintos gobiernos (CFK, Macri y Alberto Fernández) impulsaron el desarrollo de Vaca Muerta como política pública. De hecho, entre 2017 y 2023 este fue el sector que más atrajo la inversión extranjera después de la industria manufacturera. Por lo tanto, el actual crecimiento es consecuencia directa de las inversiones previas, públicas y privadas.
Intermediación financiera: el crecimiento de las operaciones de los bancos es lógico y esperable en un contexto recesivo. Las familias se endeudan para llegar a fin de mes después del sablazo que sufrieron los salarios y las empresas lo hacen para “pasar la crisis”. Efectivamente, los créditos comerciales y los destinados al consumo son los que traccionan el crecimiento del endeudamiento, habiéndose incrementado en términos reales un 48% y un 35% respectivamente, entre noviembre de 2023 y diciembre de 2024.
Fuera de esta lógica “anticíclica”, también crecieron interanualmente los créditos hipotecarios y los destinados a la compra de autos. Al ser dos sectores fuertemente dolarizados, la sobrevaluación de la moneda permite de momento darles un fuerte impulso. De todas formas, son el 9% del total de créditos al sector privado.
Actividades inmobiliarias: crecen por el mismo motivo que crecen los créditos hipotecarios. Molienda de cereales y oleaginosas: comparada con la sequía del año anterior, cualquier panorama es de crecimiento.
En rojo. Entre los sectores en rojo encontramos la industria manufacturera. El 61% está en números rojos: automotriz, industrias básicas, siderurgia, plásticos, industria química, papel, textil y confección, entre otros.
También comercio mayorista y minorista. El incremento del endeudamiento al consumo no compensa la caída de los salarios reales, especialmente de los estatales y el sector no registrado.
Construcción: la partida destinada a la obra pública fue una de las más afectadas por el ajuste fiscal, luego impacta negativamente sobre toda la construcción. El agro: hasta el mes de octubre este sector mostraba un desempeño positivo en relación con la sequía de 2023, pero fue afectado fuertemente en su rentabilidad por el combo de caída de precios internacional, atraso cambiario y retenciones.
Hoteles y restaurantes: muy vinculado a la caída del turismo receptivo (-19%) y el aumento de argentinos que vacacionan en el exterior (+43%).
Conclusiones. Entonces, lejos de estar en medio de un proceso de recuperación económica, parece lo contrario. Incluso sectores como agro y automotor, que en octubre estaban en la zona verde, hoy ya están peor que durante el último mes de gobierno del Frente de Todos. De hecho, en octubre el 39% de la economía había crecido interanualmente. Quiere decir que mientras el promedio general parece mostrar un cuadro optimista, es cada vez más chica la porción de la economía argentina que crece.
Las perspectivas para 2025 no parecen muy alentadoras si tenemos en cuenta que los precios de los productos que exporta el país están en niveles bajos. Pero, más importante aún, el cuadro actual es consecuencia del mantenimiento de los tres pilares principales de la política económica de Milei: el ajuste fiscal (que encarece la energía por reducción de los subsidios y tiene deprimida la obra pública), el atraso cambiario (que encarece el turismo local y hace menos competitiva una industria que ya de por sí es estructuralmente ineficiente) y la caída salarial (afectando directamente al consumo).
Difícilmente Milei abandone estas políticas. Al contrario, todo indica que va hacia una profundización. Con la reducción del crawling peg al 1%, el atraso cambiario será mayor. Y en cuanto a lo fiscal, la caída del nivel de actividad repercutió en la recaudación al punto que no alcanza los niveles de noviembre de 2023. Sumado al pago de intereses de los nuevos títulos públicos y la eliminación de impuestos (como las retenciones y el impuesto PAIS), la presión por el ajuste para sostener el superávit fiscal está más vigente de nunca.
La política de Milei puede ser leída en el tiempo corto y en el tiempo largo. En el corto plazo, está directa e intensamente conectada a las elecciones de este año. Vemos que, al igual que en el caso de Cristina, Macri y los Fernández, utiliza un ancla cambiaria para mantener artificialmente la inflación con el objetivo de tener un buen resultado electoral. En otras palabras, un comportamiento de casta. En el largo plazo, el proyecto de Milei es un país que descanse exclusivamente en minería, agro y petróleo. Ese panorama es preocupante ya que si esta es la economía que se viene, a la Argentina le sobran 30 millones de personas.
*Historiador, becario doctoral del Conicet, especialista en historia económica. Miembro de Vía Socialista.